Inesa es una fabrica metalúrgica del Parque Industrial de Pilar (Provincia de Buenos Aires) que produce envases para aerosol y tiene 300 trabajadores divididos en 4 turnos.

El viernes 3 de este mes, un trabajador que tenia a su compañera con Covid-19 debió retirarse antes de la fabrica, debido a que comenzó a presentar síntomas. Desde la empresa no aplicaron ningún tipo de protocolo y dejaron que por sus propios medios se retirara. Cuando al día siguiente los trabajadores plantearon a los delegados esta situación y que se debía realizar alguna medida para evitar la propagación, frente a la posibilidad de que dé positivo, los delegados en lugar de intervenir fueron quienes los obligaron a seguir trabajando, argumentando que al mediodía estarían los resultados del hisopado. Estos llegaron cuatro días después, y mientras tanto la empresa continuó trabajando con total normalidad.

Finalmente el resultado dio positivo, a partir de lo cual la empresa decidió hisopar a 16 trabajadores que se desempeñan en la misma linea de producción. Pero la empresa siguió produciendo y pasaron otras 36 horas hasta que informaron los resultados a los trabajadores: dos casos más habían dado positivo. Ante ello, solo separó a aquellos con contacto estrecho con los infectados.

Tras el primer positivo y a partir de la denuncia de los trabajadores, fue el municipio a realizar una “inspección” de las condiciones de seguridad en las que está funcionando la fabrica. Pero se le dio a la empresa tiempo de llevar adelante la desinfección en una línea de producción que, de hecho, se encuentra en reparación. Pese a que un trabajador reportó que la línea donde trabajaba el primer infectado era otra, no continuaron la inspección.

Posteriormente a la confirmación de los nuevos casos, se acercó el municipio nuevamente y realizó la clausura de los vestuarios, llevó adelante una desinfección integral y se volvió a producir otra.

La situación que están viviendo los trabajadores de Inesa no solo pone en riesgo su salud, sino también la de sus familias. Y frente a esta situación, los delegados miran para otro lado. Lo único que reclaman los trabajadores es no estar expuestos a la posibilidad de contagio y, para eso, que la empresa garantice seriamente un protocolo. Es imprescindible frenar esta situación de riesgo.

Urge un plan de lucha para frenar la diseminación del virus. Por la conformación de una comisión de seguridad e higiene controlada por los trabajadores, que pueda desarrollar un protocolo que garantice no solo las medidas de seguridad en el trabajo (barbijos, elementos de higiene) sino también el traslado, para evitar el transporte público; condiciones en el ingreso y los vestuarios -que también son lugares de transmisión-, así como el distanciamiento social en la línea de producción.