Sindicales

17/6/2004|855

Por el reparto de las horas de trabajo

Alcorta es una población de 8 mil personas en la provincia de Santa Fe. Hace 92 años fue el eje de una gran huelga de agricultores arrendatarios que se extendió hacia el sur, hasta llegar a Buenos Aires: “El grito de Alcorta”. Era una zona maicera por excelencia, hasta el “boom” de la soja. Ahora, según los datos de Clarín (30/5), esta semilla significa el 85% de lo sembrado en la última temporada.


Pero las ganancias van a pocas manos. Como afirma un desocupado, ex peón de campo, “antes de la siembra directa se trabajaba más. Lo que hacían cinco personas, hoy lo hace una”. Un dirigente de la Federación Agraria, y uno de los beneficiados de este proceso, reconoce que “la tecnología expulsó la mano de obra que había en el campo (…) De cada 10 que expulsó, recuperó a 2”.


En Alcorta se entregan 360 planes Jefes de Hogar y un solo comedor da de comer a 170 chicos.


En el campo pasa lo mismo que con las fábricas: la mayor productividad del trabajo y la tecnificación aumentan el desempleo, que sigue por la nubes, y los índices de pobreza, porque representan un refuerzo de la explotación de la fuerza de trabajo. Para que la mayor productividad no beneficie sólo a los patrones es necesario reducir la jornada de trabajo, o sea la tasa de explotación. Los patrones rechazarán esta exigencia porque la lógica de las mejoras, para ellos, es un mayor beneficio. Es necesario quebrar esta resistencia con una gran organización.