Sindicales
16/1/2017
Primero Vaca Muerta, ahora Cerro Dragón: paremos este avance antiobrero
Se han hecho públicas (La Nación, 16/1) las reuniones del gobierno con las operadoras petroleras y la cúpula sindical para modificar el convenio petrolero, esta vez en el mayor yacimiento productor del país: Cerro Dragón, Chubut, luego de firmar una similar para Vaca Muerta, Neuquén. Cerro Dragón produce el 20% del crudo y el 16% del gas del total país.
La mesa está compuesta por el ministro de Energía Juan “Tarifazo” Aranguren y el gobernador de Chubut Mario Das Neves (el represor de la comunidad mapuche), la principal operadora de Cerro Dragón Pan American Energy (PAE), formada por la británica BP (socia de Shell), la familia Bulgheroni y la china Cnooc; también YPF, Tecpetrol (Techint) y Sipetrol, filial local de la compañía estatal chilena, que operan en Chubut y Santa Cruz. Por el Sindicato del Petróleo y Gas Privado va Jorge “Loma” Ávila y José Lludgar por jerárquicos. Una mesa de conspiradores contra el pueblo.
Las modificaciones son iniciativas de PAE: “para mejorar y actualizar la eficiencia de los equipos”, dicen. Pero fue su “iniciativa” en 2016, bajar equipos (quitarlos de la actividad), es decir el lockout patronal en busca de mayores beneficios. Fueron los obreros con la huelga y movilización masivas de todo Comodoro Rivadavia, del 6 de mayo de 2016, los que lograron la “reactivación” de la actividad. La preocupación de PAE por la eficiencia es macana.
Los puntos que discuten son básicamente:
1- “Obligar a los trabajadores a no mostrar resistencia a la incorporación de nueva tecnología”: es falso que los trabajadores se opongan, la oposición es a los despidos. Una mejora tecnológica que aumente la productividad debe ser un beneficio de todos, para que lo sea no debe haber despidos, la reducción de la jornada laboral no debe resultar en menores puestos de trabajo, si no en mejores salarios y menor carga laboral.
2- Reducción salarial por reducción de la jornada laboral petrolera de 12 a 8hs, con un achique salarial del 50% por pérdida de horas extras y otros ítems. Además, para los que trabajan en diagramas de un día trabajado y un día franco, quieren cambiarlo a dos por uno, con esto pierden días de franco en el mes y otros ítems que representa un 25% del salario. Los obreros exigen ninguna reducción salarial.
3- Reducción de las suspensiones de tareas por cuestiones de seguridad. Son varias medidas como el control patronal para la medición de la velocidad del viento (en manos del Company man, que es el supervisor de la operadora, que vigila no sólo a los obreros sino también a las empresas contratistas). El obrero que le plantee que hay ráfagas de viento (llega a 120 km/h) quedará marcado como problemático. De esta manera “aprietan” para que se aguanten el riesgo. Los obreros reclaman trabajo seguro.
4- Reducción de personal por jubilaciones forzosas, y la consecuente reubicación temporal o permanente en tareas diferentes, que no es para “preservar las fuentes laborales”, sino todo lo contrario porque los puestos de trabajo de jubilados no se recuperan y los trabajadores que quedan son sometidos a la polifuncionalidad, para cubrir todas las tareas. Esto también significa reducción salarial, muchos de los ítems negociados por la burocracia sindical no integran el básico, y no son remunerativos (con menor aporte patronal), cuando el trabajador se jubila cobra un salario muchísimo menor. Los trabajadores necesitan que todos los ítems vayan al básico y el 82% móvil de jubilación.
Las compañías quieren además precios en boca de pozo subsidiados, como el precio del gas, establecido por el tarifazo de Aranguren, que es el más alto del mundo; o el del crudo que el mismo ministro les prometió sostener en pesos.
La burocracia sindical de Ávila no ha abierto la boca, porque ya han dejado pasar a lo largo de todo el 2016 la resolución 365, firmada en paritarias, que introduce varios de estos puntos, dejaron pasar los despidos y las suspensiones, aislando los conflictos sin llamar a la huelga de los sindicatos. Las medidas que han adoptado han sido para no perder el control de la base obrera (“Comodorazo”) y para aprovecharlas en favor del subsidio a al petroleras. Critican a Guillermo Pereyra, del sindicato de Neuquén, pero firman todo lo que él firma. Son la mano derecha de los Bulgheroni y compañía.
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