Sindicales
25/3/1999|619
Que Rodríguez se vaya ya junto con Menem
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“Dirigentes de 108 gremios se reunieron para recibir al presidente Menem en un acto re-reeleccionista en los salones del SMATA… el anfitrión, José Rodríguez, se deshizo en elogios al presidente, pero no dijo una palabra de las 20.000 suspensiones y despidos que padece el sector automotriz” (Clarín, 17/3). La ironía periodística retrata de cuerpo entero la política del Smata ante la mayor crisis en la historia del gremio.
De los 1.000 suspendidos en Mercedez-Benz hasta abril, a 360 se les prolongará su suspensión al ‘estilo’ de Ford, con 900 pesos los tres primeros meses y 600 pesos los tres siguientes, pero en este caso a cuenta de la indemnización. Estos 360 compañeros son seleccionados por la patronal y es ‘vox populi’ en fábrica que serán los de más de 10 años de antigüedad.
Eso sí, para que nadie crea que el Smata no pelea por los beneficios obreros, se acordó un retiro voluntario durante marzo y abril. El que se anote recibirá 7.200 pesos más que la indemnización que marca la ley. Al igual que en Ford, donde ya se retiraron 430 trabajadores, los de Mercedes son colocados ante el chantaje de percibir una indemnización en cuotas que se escapa como agua entre las manos, mes a mes; o acogerse a un ‘autodespido’ para disponer de algún importe en la mano. Estos pérfidos engendros, que crearon la figura jurídica del obrero ‘virtual’, semisuspendido-semidespedido, tienen una enorme función política: desmontar la explosividad propia de la situación y horadar día a día la moral de los compañeros, confinados en sus domicilios, viendo avanzar la crisis, atomizados y condenados al despido a plazo fijo.
Para que no queden dudas del final de la historia, la propia patronal de Mercedes mando avisar que, de los dos turnos que producían 66 camiones, a partir de abril, quedará uno sólo, pero para producir 45 camiones diarios. Un aumento de la productividad de casi el 40% amenazando que, de no cumplirse el objetivo, habrá nuevos despidos por no alcanzar el estándar prefijado. En realidad, más bien parece que de cumplirse semejante aumento podría haber más despidos todavía como indica la experiencia de estos diez años: a mayor productividad, más despidos.
Y algo de eso ya se habla en fábrica, porque según trascendidos se dice que lo que queda de la sección ZFen la planta de González Catán —esta sección fue trasladada a la fábrica de Pilar—, será despedido. Y que las cesantías se extenderán al personal antiguo de ZF-Pilar, por lo caro que resulta su traslado en micros, su antigüedad, etcétera.
Es el plan que casi calcado se ha impuesto en VW a 580 compañeros, suspendidos en forma “inusualmente larga” hasta abril del 2000 (Clarín, 16/3), empujados con nombre y apellido al retiro voluntario, confirmando el pronóstico que tempranamente trazamos desde estas páginas en el sentido de que VW se orientaba a dejar sólo un tumo.
No obstante, VW lanza el Gol 1000, como Peugeot lanza el 206, destinados a penetrar el mercado con un auto económico que encaje con el Plan Canje. O sea que se aprestan a embolsar los beneficios del millonario subsidio del Estado que implica ese Plan y, encima, aumentar la productividad del turno que dejan, transformando “la crisis en una oportunidad”, como las que ofrece Menem a todos los monopolios en este país.
No se trata tan solo de que las empresas no pagan la crisis con las fabulosas ganancias embolsadas estos años, ni de que la descargan sobre las espaldas de los obreros despedidos. Al mismo tiempo, aumenta la explotación de los que quedan y de embolsan los subsidios del Estado.
La política de Menem y la CGT no difiere de las propuestas de Duhalde, la Alianza y los ‘opositores’ del CTA y MTA. Es lo que llaman política “industrial activa” que no quiere decir otra cosa que subsidios a la burguesía, del tipo de la rebaja de los aportes patronales o del Plan Canje. Sólo que con el dramático escenario de 20.500 suspendidos-despedidos de la industria metalmecánica se aprecia, con toda claridad, que esos subsidios no producen un solo puesto de trabajo, fortalecen a las patronales y debilitan a la clase obrera obligada, además, a pagar esos subsidios mediante impuestazos y tarifazos.
La burocracia no puso a debate los planes antiobreros de Mercedes y VW, simplemente los informó de la manera más atomizada y autoritariassposible. Frente a una bronca creciente que no encuentra expresión organizativa en la mayoría de las automotrices. Pero la última palabra no está dicha. Los complejos y costosos programas para “amortiguar” esta masacre social han retrasado el desenlace definitivo de la crisis, pero ahora la descomposición del régimen menemista brinda una oportunidad de lucha ante un gobierno debilitado.
No hay que esperar los vencimientos de las suspensiones. No hay que agarrar los retiros que son pan para hoy y hambre para mañana. Asambleas generales conjuntas de efectivos y suspendidos. Reincorporación de todos los despedidos el último año. Reparto de horas sin afectar el salario. Ocupación con ollas populares en todos los playones de fábrica por parte de los suspendidos, como se hizo en Ford- Brasil.
Que no se vaya ningún obrero mecánico ni metalúrgico a su casa. Que se vayan ya, Rodriguez y Miguel junto con Menem.
(Basado en un informe de Romina del Plá)