Ante el despido de un delegado en la química Faplac, una masiva asamblea de 300 delegados y activistas del gremio químico votó la huelga y el corte total de los accesos al Parque Industrial de Zárate. En una hora, las patronales tiraron la toalla y el compañero volvió al trabajo.

Los obreros de Faplac encararon hace casi un año una heroica lucha contra la flexibilidad laboral y por su derecho a organizarse libremente. Reclaman su encuadramiento como químicos.

En febrero, la empresa despidió a trece compañeros. A pesar de las dos semanas de tenaz piquete en puerta de fábrica, el Sindicato se negó a usar todos los recursos para asegurar la victoria: no se cumplió el plan de lucha votado (paro de 72 horas), no hubo llamamiento a los trabajadores de otros gremios, no hubo festival para popularizar la lucha, ni fondo de huelga. Y lo más grave: se permitió la entrada de carneros. El resultado fue la ofensiva de la empresa, que consiguió imponer los despidos primero y retiros voluntarios después, militarizó la fábrica y forzó la renuncia de delegados.

Ahora se ha abierto una nueva situación. Los químicos le ponen un rotundo límite a la envalentonada de la patronal. Se trata ahora de replantear la lucha por el respeto del convenio colectivo del gremio químico en planta, el encuadramiento, y la construcción de un agrupamiento clasista en todas las químicas que comience a abrir una alternativa a la dirección de Palacios.