Sindicales

5/11/2021

Repartidores: noviembre caliente de luchas

Agrupación de Trabajadores de Reparto (ATR).

Sectores de repartidores de aplicación de todo el país se proponen nuevos pausasos o paros nacionales el 8 y 12 de noviembre para reclamar un aumento sobre el pago de la tarifa base.

La galopante inflación, que viene a destruir los ingresos de todos los trabajadores dejando a miles y miles por debajo de la línea de pobreza, afecta de lleno al gremio de los repartidores. La tarifa base sigue estando por debajo de los $100, esto nos obliga a tener que trabajar a mayor tiempo o rendimiento, o a realizar más pedidos pero generando lo mismos o incluso menos ingresos reales.

El hecho de que tengamos que alargar la jornada también genera mayor cansancio físico y mental, que en la vía pública nos expone a riesgos de accidente como los que sufrimos todas las semanas. Por eso es tan importante la necesidad de un aumento, no solo para lograr un ingreso digno que le haga frente a la suba de los alimentos, los alquileres y los gastos cotidianos, si no también en defensa de nuestras propias vidas debemos de lograr poder percibir ingresos justos a la hora de salir a repartir.

“Autónomo” con aumento, ¿autónomo contento?

La necesidad del aumento es indiscutible, no existe repartidor en la calle que no lo desee o lo reclame. Por eso las nuevas convocatorias, así como las que hemos impulsado con la Asamblea Nacional de Trabajadores de Reparto, destacamos este punto como central. Las empresas, lejos de dar un aumento real, retocan un poco los adicionales y salen con una política de promociones de rendimiento que se cobran únicamente metiendo frenéticamente cinco pedidos por cada hora de la jornada.

Uno de los problemas centrales es la falta de reconocimiento laboral. El falseamiento de la misma detrás de la figura de autónomo o independiente no resiste menor análisis, como lo demuestran una enorme cantidad de sentencias en distintos países, inclusive el nuestro, que muestran la irregularidad jurídica en las apps. Quienes nos discuten no se justifican más que en la “voluntad de ser”. La realidad es que esta precariedad se sostiene por el miedo, extorsiones y prejuicios que las empresas han buscado instalar, mitos completamente sencillos de discutir.

Hay quienes dicen organizar el reclamo de aumento pero atacan la lucha por reconocimiento, favoreciendo a las patronales. Si la empresa, como siempre lo ha hecho, busca desbaratar las medidas de lucha con promociones los días de paro o comunica “aumentos” que han de licuar de distintas maneras es porque actúan en su propio terreno de desregulación. No cuestionarlo es entregarse.

El pedido de una “mesa de negociación” es, aunque estos “campeones de la independencia” se nieguen a admitirlo, el germen de una negociación paritaria y del estigmatizado convenio colectivo por el cual como trabajadores establecemos un piso de condiciones de la venta de la fuerza de trabajo. Claro que tal petición no resuelve el hecho de la representatividad o no de esa negociación, que en el caso de sindicatos recuperados como el Sutna se hacen con mandato en asamblea por fábrica de miles de compañeros. Lo que necesitamos los trabajadores es pelear y negociar como clase social, y no como ONG o cualquier tipo de organización colaboracionista que se acomode en las reuniones con los directorios corporativos, aparentando ser democráticas pero que terminan pariendo algo más similar a gestorías burocráticas de recursos humanos.

Por otro lado, si lográramos un aumento general para todos los repartidores del país no dejaríamos de sufrir las pésimas condiciones de trabajo a las que estamos atados. El compañero que sufre un accidente y se le indica reposo de meses para reponerse no tiene manera de percibir cualquier tipo de aumento. El repartidor que sufre el robo de su celular y su vehículo y tarda semanas o meses en reponerlo no tiene manera de percibir un aumento ni un ingreso, como tampoco la compañera repartidora que queda embarazada y así quienes sufren los bloqueos injustificados por parte de las empresas.

El desconocimiento laboral por parte de las empresas Rappi y PedidosYa dejan al descubierto que la lucha por el aumento se torna insuficiente frente al problema de fondo: la situación laboral de conjunto. Las empresas están haciendo un negocio millonario a costa de contratos basura que nos desconocen como trabajadores. Para ellos, que nos tratan como descartables, sería imposible hacerse de beneficios insólitos sin nuestro esfuerzo.

Proponemos una salida

Somos trabajadores y debemos ser reconocidos como tal. Sin repartidores las aplicaciones no funcionan. No podemos permitir, por otro lado, que sectores ajenos a la planta de repartidores discuta una regulación legal sobre nuestro trabajo, negociación con los funcionarios donde las empresas nos llevan varios pies de ventaja. Por eso desde la Agrupación de Trabajadores de Reparto (ATR) ponemos a consideración una propuesta de 15 puntos a la hora de regular nuestra actividad, tomando en cuenta las demandas e incertidumbre que plantean nuestros compañeros; 15 puntos que contemplan las particularidades del modelo de trabajo bajo aplicación y que nos brinda la seguridad y los derechos que los trabajadores fueron conquistando a lo largo de la historia.

Hacemos un llamado a la reflexión a todos los activistas que proponen realizar distintas medidas de lucha por la mejora de las condiciones de trabajo en primer lugar a unificar y terminar con el divisionismo y sectarismo útil a la patronal. Hay que abandonar el sentimiento de autosuficiencia por un lado, y el discurso derechista y reaccionario contra las organizaciones que luchan independientemente del Estado, la burocracia y las empresas, más allá de las diferencias, y construir un campo de acción común por los reclamos inmediatos. Una gran campaña llamando a la acción con la fuerza de las agrupaciones y el activismo, discutiendo en cada parada y empapelando cada barrio, organizándonos con asambleas en cada zona.

Llamamos también a dar un salto estratégico y abrir un debate de conjunto que nos permita conquistar una regulación en nuestros propios términos para condiciones de trabajo plenas y dignas, no retrocediendo frente a la teoría absurda de que si se regulase la actividad las empresas se van a ir del país. ¿O es que no se ve todavía a esta fuga de capitales la mueve la concentración del mercado en cada ciudad y país?

El negocio de las apps es millonario, llegó para quedarse y es hora de que los trabajadores tengamos una porción mayor de la torta.