El Congreso de la UOM votó un paro de 36 horas para el 23 y 24 de abril, en reclamo de 8.500 pesos de básico y un 32% de aumento.

El esfuerzo de Caló para llegar al congreso con algo en la mano fracasó.

No pudo firmar el acuerdo con las patronales porque la oferta era impasable. No pudo llevar “alguna” modificación en el descuento de ganancias, ante la negativa de Kicillof-Kirchner de moverlo si antes los sindicatos no firman su pauta inferior al 30%.

Caló postergó un día el congreso pero fue inútil. Ya se había visto obligado a dejar en “libertad de acción” a los metalúrgicos en el paro del 31 y permitir que gran cantidad de fábricas pararan.

El congreso se desarrolló en un ambiente crítico, aunque los delegados en su inmensa mayoría están alineados o sojuzgados por la conducción. Lo que Caló logró evitar fue el debate por las suspensiones y despidos que se están desarrollando.

Aún se guarda la carta de una nueva reunión con la cámara patronal a ver si puede obviar la medida que para quienes apoyan a rajatablas la candidatura de Scioli es todo un problema, sean estos de la CGT oficialista o de las patronales.

El paro por el 32%, aunque en pos de un básico lejano a la canasta familiar, crea una situación de crisis toda vez que la paritaria metalúrgica es la paritaria testigo para los demás gremios.

Confronta con lo planteado por Méndez de que hay que restringir la recomposición salarial al 20 ó 22% “para mantener los márgenes de ganancias”.

El gobierno kirchnerista empieza a chocar con los sindicatos de burocracias afines, recordemos que el 8 de abril fue al paro nacional de Luz y Fuerza.

Nuestra política será preparar con todo el paro activo mediante asambleas fabriles y movilizaciones en todo el país. La Patagonia, Córdoba y Villa Constitución son terrenos propicios para una gran movilización, lo mismo que las siderúrgicas de Campana y San Nicolás afectadas por ganancias y por suspensiones y despidos.