Sindicales

9/2/2021

UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

Siete años de entrega salarial de la burocracia contra los trabajadores no docentes

No es la pandemia, sino el historial de traiciones de la dirección de Apuba.

Delegado Apuba - FSOC

El salario de los y las trabajadoras no docentes viene sufriendo un retroceso histórico. Habría que remontarse al año 2013 para encontrar la última oportunidad en que las paritarias no perdieron frente a la inflación. El 2014, que comenzó con una devaluación del peso impulsada por Kicillof, inauguró un ciclo de pérdida salarial continuo que ya lleva siete años, como lo reconoció cínicamente el propio Jorge Anró en una entrevista a fines del año pasado.

Siete años con un denominador común: la entrega de la burocracia de Fatun y Apuba, gobierne quien gobierne. A pesar de la voluntad de lucha que demostramos las y los trabajadores universitarios en varias oportunidades (movilización masiva no docente al Ministerio de Educación en mayo de 2016 y las jornadas de diciembre de 2017 contra la reforma jubilatoria de Macri y el PJ, como las más importantes), la burocracia firmó a la baja todos los años sin oponer ninguna resistencia a los ajustes.

Los cuatro años de gobierno de Mauricio Macri significaron un descenso en la calidad de vida del conjunto de las y los trabajadores argentinos. A los tarifazos permanentes y la profundización de la destrucción de la educación y la salud pública, cuyas peores consecuencias notamos en este año de pandemia, se le sumó un ajuste general de salarios de todo el sector público, incluidos las y los no docentes.

Los dos últimos años de este ciclo nefasto, el último del gobierno de Macri y el primero del de los Fernández, fueron en los que se llevó adelante el ajuste más feroz sobre nuestro salario.

En 2019, la burocracia sindical firmó una paritaria de apenas el 15%, a pesar de que las previsiones inflacionarias eran muchísimo más altas. La zanahoria para esta entrega eran las famosas “cláusulas gatillo” que prometían compensar la inflación al cierre del año. Con una inflación récord del 54% y una serie de sumas fijas, el año finalizó con una pérdida salarial del 14% que deberíamos haber cobrado a comienzos del 2020, pero tanto el gobierno como la burocracia sindical desconocieron el acta paritaria firmada y la cláusula gatillo. El gobierno del Frente de Todos, que decidió reconocer y respetar todos los acuerdos usureros de Macri con el FMI y los fondos buitres, no tuvo problema en desconocer los acuerdos que podían beneficiar a las trabajadoras y trabajadores. El silencio de Apuba ante este robo pinta de cuerpo entero a esta directiva entreguista.

En 2020, con una inflación del 36% (superior al 40% en alimentos), sólo recibimos ese 14% que correspondía a la paritaria 2019 y se terminó cuotificando en varios meses, más un 7% adicional en octubre, sumando 21% en total. Es decir, un 15% por debajo de la inflación oficial, consolidando un 30% de ajuste salarial en apenas dos años.

Para los primeros meses del 2021, la burocracia y el gobierno acordaron un 10% en cuotas que se encuentran por abajo de la inflación mensual que informa el Indec, profundizando el ajuste salarial.

De esta forma, una masa considerable de trabajadoras y trabajadores no docentes, quienes ocupan las categorías más bajas del escalafón, está percibiendo salarios que se encuentran por debajo de la canasta de pobreza. Y quienes logran superar ese umbral son alcanzados por el impuesto al salario, que, a pesar del retroceso salarial, afecta a cada vez más trabajadores y trabajadoras. Ahora el gobierno anunció un proyecto para subir el mínimo no imponible del impuesto, cuando lo que corresponde es su eliminación por completo para la cuarta categoría. El alivianamiento de la presión impositiva en el salario terminará siendo un subsidio a las patronales que utilizarán esos ingresos extra para intentar bajar aún más el porcentaje de aumento paritario.

Las perspectivas para el año que está comenzando son de una profundización del ajuste al servicio del acuerdo con el FMI y el pago de la deuda. Con aumentos de combustibles cada 10 días y otros tarifazos en puerta, la expectativa de inflación supera holgadamente el 50%. Sin embargo, el gobierno pretende imponer en las paritarias como tope máximo la ficción del 29% que dibujó en el presupuesto. Para los gremios estatales, seguramente pretendan que ese techo sea aún más bajo.

Debemos organizar reuniones y asambleas autoconvocadas en cada facultad, hospital, colegio e instituto universitario para poner fin a este ajuste que deteriora nuestras condiciones de vida día a día.

Con una burocracia completamente alineada con el gobierno y sus planes de ajuste, las y los trabajadores no docentes tenemos que tomar la iniciativa en nuestras manos con una decidida acción en común con las y los docentes y su sindicato clasista AGD-UBA para recuperar nuestro salario. Desde la Agrupación Bordó, comenzamos el año empeñadas y empeñados en este objetivo.