Sindicales

19/2/2015|1351

Sin respuestas de la patronal, el conflicto no termina


Luego de echar mano a todos los recursos de lucha posibles en esta etapa, para un conflicto de estas características, la asamblea general resolvió levantar las medidas hasta el comienzo de la paritaria gráfica a mediados de marzo.


 


Quince días de paralización total de la planta, dos cortes de ruta, una movilización a la intendencia, veinte días de conciliación obligatoria y una gran agitación con afiches y volantes; nada de esto alcanzó para sentar a la patronal a negociar: salvo por un aumento del bono -ínfimo para el promedio salarial de Interpack-, la posición patronal se mantiene rígida. 


 


Semejante dureza obedece a dos factores. Por un lado, los reclamos -por salarios y más personal- chocan con un plan de reordenamiento productivo de la planta, un ajuste, que el conflicto contribuyó a poner de relieve con mayor claridad.


 


El problema “estructural” es que hay en marcha un achique del plantel por vía indirecta (no hay despidos, pero desde hace años se congeló el ingreso de nuevos trabajadores) y una fuerte diferenciación salarial (el rango de ingresos va de los 12 a los 35 mil pesos) que objetivamente coloca una cuña en la organización del taller. Haber librado hasta aquí una lucha tan radicalizada y tan homogénea es una demostración extraordinaria de la fortaleza sindical que la patronal justamente busca debilitar.


 


El ajuste es general en la industria y en particular en la industria gráfica. Desde hace un año y medio al menos se suceden despidos y cierres: Cedinsa, Cortiñas, Impresores, Donnelley, Lanci, Poligráfica, son algunos ejemplos; este proceso se hace visible donde los trabajadores resisten.


 


El segundo factor que explica la postura del directorio del grupo Zupan, está vinculado precisamente con esa resistencia y el rol de la izquierda en ella. Recordemos que en medio de los despidos de Gestamp, Scioli se reunió con las cámaras empresarias de los gremios donde tiene peso la izquierda, y eso incluye a la cámara gráfica, para definir una política de conjunto. 


 


Sin caer en el “maquiavelismo” es claro que hay una “línea dura” común en muchos conflictos, dictada por la necesidad patronal de imponer el ajuste, pero avalada por la complicidad del gobierno y sobre todo de las burocracias sindicales, que actúan contra las direcciones clasistas en algunos casos o aislando las luchas en otros.


 


En el caso de gráficos, la pasividad del sindicato frente a los despidos o frente al derrumbe salarial, es vergonzosa. Enrolado en el ala “ultracristinista” -igual que la directiva de la Faiga- no sacan los pies del plato; la crisis política abierta con la muerte de Nisman ha reforzado esa conducta. Con uno de los salarios más bajos, la suma acordada con los empresarios para “tirar” hasta la paritaria fue miserable: apenas 1.800 pesos en tres meses.


 


Sin haber logrado aún los objetivos del plan de lucha pero con la combatividad intacta, la decisión de postergar las medidas de fuerza hasta marzo apunta a “tomar un poco de aire” mientras se clarifica el panorama de la paritaria (o de las paritarias).


 


La Naranja se plantea desarrollar una amplia agitación para que la base del gremio se defina por un programa y un plan de lucha de cara a la próxima paritaria, y por el apoyo efectivo a los conflictos en curso, entre ellos Interpack, MadyGraf y Poligráfica.