Sindicales

8/4/1987|176

Sindicalismo ¿de liberación o clasista?

En los debates habidos en los recientes encuentros antiburocráticos se confrontaron dos estrategias para el movimiento sindical: la de fundar un sindicalismo clasista, independiente del Estado y del nacionalismo burgués — sostenida por el PO— o un sindicalismo de “liberación” — planteado por el PC. “Qué Pasa”, ha salido a defender su postura y lo hace apelando al peor método polémico, que es no mencionar al contrincante, y renunciando a defender sus posiciones.

“No hay nada más consecuentemente clasista, en suma, que la lucha por la liberación nacional”, afirma el órgano del PC. Entonces, ¿por qué plantean que los sindicatos no deben ser clasistas y sí de "liberación nacional"? ¿Qué polémica se quiere evitar?

El clasismo afirma la necesidad de la independencia de la clase obrera del Estado burgués, en todas sus variantes, postula la dirección política de la clase obrera en la lucha nacional a través de su partido propio. Esto significa que la clase obrera debe intervenir en la lucha antiimperialista sin perder su fisonomía de clase y la defensa de sus intereses históricos y su función es ayudar a la evolución de las masas en el sentido de disputar a la burguesía nativa la dirección del movimiento antiimperialista. Como la burguesía de los países atrasados es incapaz de llevar a término la emancipación nacional y busca indefectiblemente el acuerdo con el imperialismo, el punto de partida de una lucha victoriosa es la más implacable crítica a la clase capitalista nativa o sus fracciones "nacionales", la más nítida demarcación de las fronteras de clase, la lucha más tenaz por acabar con su influencia entre las capas pobres de la nación.

Es esto lo que está en discusión. No es un problema terminológico sino de contenido. El PC plantea concientemente un sindicalismo de “liberación” en oposición al clasismo y esto significa condenar a ia clase obrera a dejar de lado su fisonomía de clase y sus intereses históricos cuando es más necesario que nunca defender esta Identidad frente al intento de la burguesía de encubrir su conciliación con el imperialismo y el antagonismo histórico con el proletariado en aras de la “lucha nacional común". El presupuesto del "sindicalismo de liberación” es que, entre la clase obrera y la burguesía nacional, existiría un terreno común, que sería el de la “liberación nacional”, poniendo un signo igual entre el programa democrático de los explotadores y el de los explotados. La lucha de clases, presupuesto sobre el que se basa el clasismo, estaría reemplazada por la “unión nacional” y los sindicatos, como agrupaciones de la clase obrera, no deberían establecer fronteras con los patrones “nacionales” o sus agentes en los sindicatos.

El sindicalismo de "liberación” tiene por base programática al nacionalismo pequeño burgués; lo prueba su ninguna referencia a la independencia política de la clase obrera y su ninguna crítica a las limitaciones del nacionalismo burgués y de los regímenes democratizantes. El Frepu y con él el PC siguen proponiendo el programa burgués de los 26 puntos, programa que no tuvo el más mínimo significado de lucha y que postula una moratoria pactada con el imperialismo y subsidios al gran capital. En los encuentros antiburocráticos realizados anteriormente, también a instancias del PC, las "niñas mimadas” fueron las direcciones burocráticas de Foetra, Sanidad y Ate, los aliados del “sindicalismo de liberación”. ¿Adónde fueron a parar estos aliados “nacionales”? Guillán está aliado con Triacca, Darío Pereyra (Atsa) con West Ocampo. Abdala, De Gennaro con el caflerismo, la "paz social” y el apoyo al Plan Austral.

Cuando hicimos notar este entrampamiento con los agentes burocráticos de la patronal “nacional", el PC respondía que debía respetarse la “ideología” de la clase obrera o, como se afirma ahora, "reconocer la Identidad política mayoritaria de la clase obrera, el peronismo”. La conclusión natural de esto es que el proletariado tiene que resignarse a esa “identidad” sometiéndose a ser la segunda, tercera o cuarta “rama" de un movimiento nacionalista burgués y en definitiva seguir depositando la dirección de sus luchas en cualquier fracción de la clase explotadora nativa. No casualmente en la convocatoria del PC al reciente encuentro nacional antiburocrático se dice que “en la tarea histórica de la liberación nacional y social, la clase obrera debe jugar un rol fundamental”. ¡Pero ese es el rol que juega dentro del nacionalismo burgués!!! Lo que está planteado es que Juegue un rol dirigente, lo que plantea la independencia política y organizativa de los sindicatos frente al Estado patronal y el nacionalismo burgués. Sobre este punto nodal para la vanguardia obrera, el PC sigue ofreciendo lo que siempre ofreció. No se quiere reparar en que el nacionalismo pequeño burgués ha llevado al fracaso la lucha antiimperialista y cuando ésta triunfó ello se debió al abandono de su programa nacionalista pequeño burgués por el del socialismo (Cuba).

Clasismo tradeunionista: una impostura

Para denigrar al clasismo, el PC dice que es "un esquema que reduce (el clasismo) a las reivindicaciones exclusivas del movimiento obrero, privilegiando dentro de estas a las luchas de carácter económico”, Cuando no hay argumentos, no hay otro camino que la impostura, es decir, atribuir al oponente algo que no sostiene, y aquí tenemos un caso flagrante. Esta impostura el PC la conoce bien de cerca porque tiene ejemplos de esto en su propia historia. Un caso extremo y hasta abusivo fueron los PC del norte de África (Argelia!) que operaban como una sección del PC metropolitano, cuando Francia imponía su dominio colonial en la zona. Estos partidos (y los agrupamientos sindicales que orientaban) se opusieron; en nombre de los intereses específicos del proletariado, o la lucha por la Independencia nacional contra el Imperialismo francés, reforzando el ascendiente de la burguesía nativa sobre las masas antiimperialistas. Clasismo y “liberación nacional” se integran a través de la dirección de la clase obrera de la lucha nacional.

El actual planteamiento del PC para los sindicatos constituye una reformulación de la línea histórica de seguidismo a la burguesía. El eje estratégico no ha variado, por eso se toman como antecedentes válidos para el movimiento antiburocrático los programas de Huerta Grande, La Falda o CGT de los Argentinos, reivindicados por la burocracia sindical de “izquierda” o de "liberación”. No se repara en la falla fundamental de estos programas que es no plantear la independencia política y organizativa del movimiento obrero frente al Estado y el nacionalismo burgués, lo que explica que hayan sido firmados sin angustia por los mismísimos secretarios generales de la CGT, es decir, por la burocracia sindical peronista Por eso en telefónicos, cancelada la experiencia con Guillán luego de su ingreso a los 15, no se postula otra cosa que un "guillanismo sin Guillán”. Por eso en Sanidad, luego del fracaso estruendoso de la política de maridaje con Darío Pereyra, el PC sigue unificado con el resto de las corrientes dirigentes en el apoyo a las posturas ubaldo-cafieristas de los 26 puntos.

PC-MAS: un debate sin salida

A partir de estas posiciones se entiende el carácter confuso de la polémica PC-Mas, que en este punto no sale del debate táctico, pero no puede avanzar hacia una conclusión política de fondo, desde el momento que tanto uno como otro carecen de un planteamiento sindical principista. Cuando el PC pacta con De Genaro, el Mas refuta la falta de asambleas, cuando el Mas pacta con las 62 o los agentes de la UCR, el PC siembra dudas por el acuerdismo con el “polo de la dependencia". Las acusaciones son interminables, pero está ausente el interés por llevar la discusión al terreno de la estrategia para el movimiento sindical.

En tanto el PC postula adaptarse a la medida de los agentes burocráticos "nacionales”, el Mas ha tomado como línea de conducta el sacrificio de cualquier programa en aras de la caza de puestos en los sindicatos. Unos y otros se niegan a fijar una posición de principios sobre la burocracia sindical y la necesidad de luchar por una dirección clasista y por la Independencia obrera frente al Estado y los patrones, ante la solidaridad política de los sindicatos con el régimen constitucional (a la que lleva la posición de “defensa” o “profundización” de la democracia).

Este es el debate planteado. Debe llamar la atención que la única tendencia que ha progresado en los sindicatos desde 1969 hasta ahora, es la tendencia antiburocrática, pero a pesar de este desarrollo no se ha avanzado en la coordinación de un movimiento nacional que apunte a polarizar el activismo y a la masa de trabajadores en un gran frente de lucha contra la burocracia sindical y el Estado patronal. La función de un programa de principios para el movimiento sindical es dotar de solidez al reagrupamiento del activismo para construir un polo alternativo a la actual dirección de los sindicatos, y evitar la disgregación que surge de acuerdos basados en la confusión política, que esterilizan el largo y tenaz trabajo de dotar de una nueva dirección al movimiento obrero.