Sindicales

21/10/1991|343

Somisa: Miguel y Brunelli “embancan” la lucha

Vaciamiento fraudulento de Menem y Triaca

La lucha contra las cesantías masivas y el desmantelamiento de Somisa ha tomado un curso francamente negativo, como consecuencia de la orientación de la dirección de la UOM de San Nicolás y de la burocracia miguelista. En la asamblea del playón del jueves 17 de octubre, día fijado para la paralización del alto horno N°1, la propuesta de ocupar la planta fue vigorosamente respaldada por los trabajadores pero la conducción de la UOM local logró hacerle frente con la propuesta del ingreso de cuarenta delegados para “embancar” el horno (es decir, apagarlo en forma temporal).

“Es probable que la salida urdida por gremialistas y gerentes no haya tenido el contenido de enfrentamiento épico con que lo vivió la mayoría de los 6.000 trabajadores congregados en el playón de Somisa”, señala el corresponsal de Página 12 (19/10), que con sus giros literarios pretende que los obreros estaban locos y que la burocracia ofrecía una posición de lucha “lúcida”.

Quizás por eso Brunelli se pasó de “lúcido” cuando al día siguiente lanzó su ataque a fondo contra las perspectivas de lucha. “Que nadie se engañe, dijo, éste es un conflicto con un uno por ciento de posibilidades de triunfo, un nueve de empate y un noventa por ciento de derrota” (Clarín, 19/10). Pero “la cautela de la dirigencia —explicaba La Nación (21/ 10)— no sólo está en el escaso margen del uno por ciento de salir triunfante… Ya se hicieron (otras) concesiones como cargar un buque con hojalata a cambio de poder descargar insumos para la acería y están dispuestos a más. Por ejemplo, despachar productos elaborados en la planta para permitir que Somisa facture tanto como para cubrir los salarios de los trabajadores”.

Brunelli llevó el conflicto a su punto de explosión para mejor dispararle una ducha fría. Ahora sólo se discute subir el monto indemnizatorio a los despedidos. La burocracia logró embancar no el alto horno, sino la lucha contra los despidos y la entrega. Triaca podrá considerar la alternativa de que “la empresa importe directamente acero crudo de Brasil y que las tareas de Somisa se limiten al laminado. En ese caso habría que reducir aún más el plantel de personal, en unas 3.000 personas, pues una dotación de 2.500 trabajadores sería suficiente” (Clarín, 20/10).

La burocracia miguelista ha probado reiteradamente que está a favor de la privatización. En su momento la hizo votar en Somisa con el anzuelo de un “control sindical” que iba a garantizar el pleno empleo. Luego presentó como retiros “voluntarios” lo que no era sino el camuflaje del despido a mansalva. Llamó a confiar en los jueces para impedir la paralización del alto horno cuando ésta era una vía muerta, en el mejor de los casos. Brunelli y Miguel se han complementado en la ejecución de esta política de derrota: “el secretario general cumple su tarea”, ha dicho el hombre de San Nicolás frente a los reclamos de los trabajadores ante la parálisis de la UOM.

Un remate conciente

La productividad laboral de Somisa creció un 108% contra el 71% de las siderúrgicas privadas en el período 85/89 —informa el Centro de Industriales Siderúrgicos (Página 12,30/9) con concupiscencia. Las condiciones de producción de Somisa son superiores, entonces, a las de Acindar o Siderca. “Si bien los equipos de la acería de San Nicolás fueron importados entre 1973 y 1975 se considera que tienen toda su potencialidad tecnológica, toda vez que en este rubro no se han registrado innovaciones significativas en los últimos dieciocho años”, informa una consultora privada (Clarín, 20/10). Por lo tanto, lo que está en marcha detrás de la “reconversión ”por “ineficiencia” es lisa y llanamente un operativo político de desvalorización de la planta para que los pulpos se queden con ella a precio de remate, lo que significará a su vez el desmantelamiento de Hipasam y de Altos Hornos Zapla. Somisa tiene activos valuados en unos 1.500 millones de dólares, pero a los efectos de su privatización se utilizará el criterio de la “utilidad esperada De ahí, que según fuentes de la intervención, “el Estado podría obtener unos 150/200 millones de dólares” por la venta del 40% del paquete accionario (Clarín, 20/10). Para uno de los “comisionistas” de los pulpos que quieren quedarse con Somisa, el esquema “no cierra” con un precio “que no sea inferior a 100 millones de dólares a valores de mercado, aunque se pague en títulos de la deuda externa (que es el mayor incentivo real para interesar a alguien)” (Juan Alemann, El Economista, 26/7).

Negocios sucios

Antes de las elecciones se decía que había un acuerdo para efectuar 4500 “retiros voluntarios” pagados por el Banco Mundial (solicitada de la intervención, 10/7). Ahora se sabe que este acuerdo no existía. Que aún faltaban despedir a 3.100 —por ahora— y que los retiros “se están pagando con fondos que se deben a Previsión Social y a la Dirección General Impositiva” (Brunelli en El Cronista, 11/10 o Triaca en La Nación, 28/9). Es decir, un acto de delincuencia por el que el empresario-burócrata-interventor no sólo tendría que ser expulsado de Somisa sino ir a Devoto. Ahora, que ya ni en la Caja de Jubilaciones se puede meter la mano por el vaciamiento producido, el gobierno plantea “abaratar” al máximo las cesantías. “Los que no se acogieron al sistema de retiros, es decir, la inmensa mayoría (de los últimos 3.100 despedidos) recibirán un porcentaje considerablemente menor que los únicos 200 que aceptaron aquella vía”. Por otra parte, Triaca ofreció aumentar de 300 a 500 dólares el subsidio mensual que recibirán los tres mil despedidos —¿hasta cuándo?— “pero condicionó el aumento a que disminuya el número de trabajadores que pidan percibirlo” (Clarín, 20/10).

La burocracia miguelista es simplemente cómplice del remate fraudulento de Somisa. La única alternativa “viable” para los trabajadores, para San Nicolás y para los intereses nacionales sigue siendo modificar la actual política impuesta por la burocracia sindical.


“No nos regalaron nada”

“Si nos siguen tocando el culo no sé…”

El playón de Somisa ocupa las principales páginas de todos los diarios. No puede ser de otra manera pues allí se está jugando una de las grandes pulseadas del país. Es en el playón, entonces, que entrevistamos a un joven compañero de la sección TOPAL (Tocho y palanquilla).

PO: Me decías que tenés diez años en la empresa, pero sos muy joven…

R: Es la realidad de cientos de jóvenes de San Nicolás y Ramal lo, entramos becados a trabajar en la empresa y luego nos vamos quedando, así que ya somos “veteranos” aunque parezcamos pibes recién ingresados. Esto es algo que golpea también a la juventud que se queda sin una fuente de trabajo y especialización.

PO: Te referís al conflicto…

R: Estoy tan conmovido como todos mis compañeros. Nunca vivimos esto de cortar rutas, apagar las luces del pueblo, marchar a Buenos Aires y quién sabe cuántas cosas más haremos hasta que esto se resuelva.

PO: ¿Cómo viviste la marcha de ayer?

R: Me impresionó la marcha, la solidaridad de otros gremios, pues con los compañeros leíamos los carteles de los otros trabajos y de los partidos de izquierda y la juventud peronista. Lo más importante de la marcha fue el regreso, porque llegamos a las doce de la noche y aquí estaba la gendarmería, por primera vez pensé que nos podían amasijar los francotiradores, pero entramos todos al perímetro y nos quedamos en la puerta hasta hoy.

PO: ¿Qué dicen en la sección sobre los “retiros voluntarios” y los despidos?

R: Acá muchos que la ven de afuera hablan de los retiros “voluntarios” como una cuestión de números, y dicen, bueno si te rajan terminás la casa o te ponés un negocio en algún lado, pero nosotros no la vemos así. Acá en el propio San Nicolás hay “somiseros” y “anti-somiseros”, pues algunos dicen que somos una especie de trabajadores de primera y que los demás trabajadores del pueblo son de segunda, porque en general cobramos mejores salarios y siempre existió un régimen de horas extras que permitió una mejor entrada. Sin embargo, yo te puedo asegurar que no nos regalaron nada, porque si aquí llegan a rajar 5.000 compañeros, un 60% no pasa la revisación médica en ningún laburo, por los serios problemas de columna ocasionados por el calor, las pérdidas auditivas que son enormes en algunos sectores de la planta, las tareas muchas veces son peligrosas, muchísimos compañeros por los accidentes tienen disminuciones físicas, todos saben que un tiempo prolongado de calor intenso transforma a los compañeros en estériles.

Para hacerla corta, no nos regalaron nada. Estamos pagando con la salud y horas extras las pequeñas diferencias de guita con los demás trabajadores. Los compañeros viejos ven esto como un gran problema, pues aunque Menem diga que trabajemos de vendedores ambulantes, en San Nicolás no puede haber cinco mil vendedores, porque no hay nadie a quien venderle. Además vender nuestras casas no se puede, se van a desvalorizar, porque quien carajo va a querer venir a vivir a San Nicolás.

PO: Y el sindicato ¿qué te parece?

R: Para mí no es bueno. Uno con el tiempo va comprendiendo cosas; yo a Brunelli lo conozco desde que era un pendejo, antes creía que era un gran sindicalista, pero ahora veo las cosas de otra manera. Por ejemplo esto de la privatización, acá hace mucho tiempo que se habla de esto, y ellos sabían bien lo que iba a pasar. Sin embargo, cuando se votó lo de la privatización (se refiere a un plebiscito organizado por la UOM en favor de la “privatización con participación” efectuado a fines de 1989), los compañeros lo hicieron porque Brunelli en este mismo playón dijo que era lo menos malo. Ahora me doy cuenta de que si esto era lo menos malo, qué puede ser lo más malo. Si nos echan, si cierran el horno, si hunden el pueblo, esto es lo más malo.

PO: ¿Cómo superar entonces la orientación del sindicato?

R: El problema lo vas a ver ahora en la asamblea; “él” dirige y los demás preguntan. Además, Brunelli dirige a los otros dos gremios que hacen lo que él decide. Acá no hay muchas corrientes de opinión, o muchas listas, entonces en los playones no hay grandes debates ni muchas votaciones divididas.

PO: Si la patronal no los deja entrar, ¿no habría que “saltar” y tomar la planta?

R: Acá se conversa este tema, pero ha primado la ¡dea del sindicato de agotar todas las instancias antes de hacerlo.

PO: Pero a vos, ¿qué te parece?

R: Mirá, es difícil. De acá podemos ver los camiones y los gendarmes armados como para la guerra, pero si nos siguen tocando el culo no sé…


UOM: Miguel entrega el convenio

Hace diez días, Lorenzo Miguel ocupó la primera plana de los diarios advirtiendo que “no se sometería” a una negociación colectiva atada a condiciones de “productividad”, en lo que fue seguido por otros gremios de las 62. Pero cuando la dirección miguelista convocó a congreso de delegados, el viernes 11, en un trámite breve y sumario llamó a esperar el dictamen judicial sobre un recurso de “inconstitucionalidad” del decreto presentado por el sindicato. ¡Linda manera de apoyar a los compañeros de San Nicolás!

En una segunda reunión paritaria con los empresarios, la burocracia de la UOM acordó, sin embargo, dejar en manos del Ministerio de Trabajo la decisión sobre la legitimidad del re clamo de un aumento salarial, en base a la inflación registrada desde marzo pasado. Con este procedimiento de pedir el arbitraje obligatorio, el recurso a la lucha y a la huelga queda reservado al museo de antigüedades.

La próxima escena de esta obra ya se puede imaginar: autorizar acuerdos por empresa en base a la “flexibilidad laboral”. Sin necesidad de que el congreso nacional derogue la ley de contratos de trabajo o termine de aprobar la ley de empleo, las patronales obtendrán vía convenio o “arbitraje” la liquidación de las condiciones de trabajo.

Ch. R.


UOM y Somisa

Naldo Brunelli no solo consideró inapropiada la ocupación de la acería, invocando una y otra vez la represión sangrienta a los trabajadores brasileños de Volta Redonda o cualquier otro ejemplo previamente adulterado para mostrar como “estéril” cualquier iniciativa en este sentido. Para bloquear la tendencia a una ocupación de masas de Somisa, llegó al punto de presentar la acción de cuarenta delegados de la UOM como capaz de torcer el destino del alto horno.

Antes de esto, había desalentado una y otra vez las tendencias a la huelga general en San Nicolás, “porque no queremos entrar en una lucha frontal como otros gremios”, pero tanto o más significativo que esto fue su defensa de la política de UOM Nacional. El levantamiento del paro general prometido por la burocracia tiempo atrás y luego el inmovilismo de la UOM ante la marcha de los trabajadores de Somisa a la Capital convirtieron a Lorenzo Miguel en le centro de todas las puteadas. Pero Brunelli salió a rescatarlo sin demagogia: “el secretario general está en su tarea”. El rechazo a la ocupación, a la huelga indefinida en San Nicolás y al paro nacional y movilización de la UOM fue una misma política de derrota aplicada al unísono por el “secretariado” del cual Miguel y Brunelli forman parte. Por esto Menem tuvo razón, horas después del apagado del alto horno cuando dijo que “esto no debe verse como una derrota del sindicalismo metalúrgico”, porque éste siguió cumpliendo el papel de “oficialismo útil” que Lorenzo Miguel proclamara hace rato y que ratificara en el acto de las 62 por el 17 de octubre.

Ch. R.