Sindicales
20/10/2016|1433
Subte: el PTS esquiva un debate de fondo
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En una nota de La Izquierda Diario (LID), el PTS supura todo tipo de calumnias contra el trabajo del Partido Obrero en el subte. Pero no puede rebatir en su raíz la caracterización de una nota de Prensa Obrera (sobre el avance de la flexibilización macrista), que textualmente dice… “la Bordó-Violeta (PTS más ex kirchneristas)… integrando la conducción como minoría, no ha sido un factor de denuncia ni resistencia de ningún tipo”.
Y esto es exactamente así. En las últimas elecciones de Directiva de AGTSyP, hace dos años, el PTS (Bordó) rompió el Frente Tricolor de la izquierda, con el Partido Obrero e independientes, para aliarse a un sector (Violeta), filo K, desprendido de la directiva kirchnerista, al que Pianelli había marginado. Y lo hizo con el método de la transa, ya que ambos sectores se negaron a dirimir en una asamblea de activistas programa y candidaturas. Las razones de este bandazo petesiano fueron dos. Primero no tolerar la posibilidad de que Claudio Dellecarbonara no quedara a la cabeza de un frente, como ya había ya sucedido en la elección general previa, derrotado por Charly Perez, del PO. Segundo, se trató del primer ensayo del PTS de un viraje hacia posiciones kirchnerianas y democratizantes, desarrolladas luego en las Paso y, más tarde, en los planteos del “frente anti macrista” a la zaga del kirchnerismo.
La alianza Bordó Violeta obtuvo, en esa elección, tres vocalías entre los más de 30 miembros de la directiva. A partir de allí se verificó una fuerte adaptación a la mayoría kirchnerista de la conducción, al extremo de que no se conoce, en dos años, una declaración pública de la minoría B/V, fijando su propio programa y posiciones, ni delimitándose de la política de la mayoría de Pianelli y Segovia. Las acciones de los delegados Bordó y Violeta en los conflictos de sus propios sectores no superaron las medidas parciales, o sea, la línea general de capitulación de la mayoría K en la AGTSyP. El articulista de LID lo reconoce cuando dice, por ejemplo, que ante el ataque flexibilizador patronal a los compañeros de estaciones, hubo apertura de molinetes y algún corte de vía. Pero oculta es que cuando hubo que votar en el cuerpo de delegados una campaña general de apoyo a estaciones y el paro -propuestos por la Naranja (PO e independientes)- contra la entrega de la UTA, que firmó la multifunción y eliminación de boleteros, capitularon ante el pianelismo que se oponía al paro, y se abstuvieron. Así, la flexibilización se impuso en estaciones. El PTS rechaza en general el método huelguístico en el subte, porque está “mal visto por los medios y los usuarios”. ¿Electoralismo? Los prejuicios contra los trabajadores deben ser enfrentados con una lucha política en defensa de la huelga, y no colocados por encima de la huelga misma.
Lo mismo vale para la lucha de los tercerizados amenazados por despidos. El PTS, impulsó a algunos de sus contactos a realizar, en pequeños grupos, cortes de vías de dos horas, absolutamente extraños a la base del subte y al margen de toda consideración colectiva, para forzar reuniones en el ministerio que fueron un total fracaso. Y a juntar, es cierto, firmas de legisladores, que no modificaban la relación de fuerzas. Terminaron todos despedidos ¿Por qué semejante aventurerismo? Porque la Bordó Violeta se opuso a impulsar la única orientación que podía dar el triunfo a esos trabajadores: una campaña de toda la AGTSyP por el pase a planta de Metrovías de los compañeros y la expulsión de las tercerizadas. Con esa política, el histórico cuerpo de delegados terminó con las tercerizadas y efectivizó a su personal. Esa fue la posición de la Naranja, que sí asistió, a pesar de su discrepancia, a las asambleas y a los cortes de vía con sus delegados. Pero Pinanelli y Segovia se oponen a muerte a luchar por el pase a planta de los tercerizados. La Bordó Violeta también.
La mención del ofuscado autor de LID a la lucha de tráfico de la línea B, contra la aspiración patronal de agregar más vueltas con el mismo personal, es directamente demencial. Los delegados Naranja del sector dirigieron la lucha de punta a punta, mientras los militantes Bordó Violeta los calumniaban en todo el subte, diciendo que se estaban entregando. Esto, mientras Pianelli los acusaba públicamente de ser “locos que se cortaban solos”. De paso, el articulista escamotea que tráfico de la B fue el único triunfo, hasta el momento, contra la ofensiva macrista. Y que se lo consiguió con el método clasista: asamblea, organización y acción directa colectiva (paro de 24 horas). Sin aventura al margen de las bases, ni acciones mediáticas, que pueden atraer cámaras de TV, pero no el interés general de los trabajadores.
LID oculta otros sucesos que pusieron en juego principios de clase. Por ejemplo que la Bordó Violeta, al igual que la mayoría pianelista, le dio la espalda a la compañera Vanesa, amenazada de despido, con el argumento de que era “una loca agresiva” indefendible. Posición pro patronal, que dejó en manos de la UTA la gestión contra el despido. O que la Bordó Violeta no ha abierto la boca ante la lucha de talleres, encabezada por delegados Naranja, a favor de un protocolo de seguridad contra accidentes eléctricos, que se cobraron la vida de cuatro compañeros en cuatro años.
Finalmente, pero no menor, las calumnias sobre el histórico compañero Charly Perez que realiza con ligereza el autor de esta diatriba, orilla la inmoralidad. Pero no por ello sorprende, porque el método de la intriga y la maledicencia es típico de las sectas que velan por si mismas, ajenas al interés general de la clase obrera.