Sindicales

26/8/2022

Subte: respuesta a las intrigas y acusaciones de la Bordó – PTS

La Naranja de Subte

Estación del subte de Plaza Constitución.

En una nota en Izquierda Diario, con la firma del “Diputado FIT- PBA” Claudio Dellecarbonara y Pablo Peralta, el PTS lanzó una sucia provocación contra el Partido Obrero, no solo en términos políticos, sino contra la moral de sus militantes. Su trasfondo merece ser analizado.

La primera parte del ataque consiste en sostener que al mismo tiempo que La Naranja del Subte (PO e independientes) critica el conservadurismo de la conducción kirchnerista del sindicato, actúa en alianza con ella para bloquear las resoluciones de lucha de los trabajadores. Toma como ejemplo el período más duro de la pandemia en el sector tráfico de la línea B, sector que se caracteriza por ocupar un lugar de vanguardia en las luchas del subte. Las resoluciones de lucha habrían sido, dicen, las que propusieron el delegado del PTS y sus aliados. Los bloqueos, en tanto, serían de los tres delegados de La Naranja en alianza con el oficialismo de AGTSyP. El odio les nubla la visión: el ejemplo elegido es la demostración de que su relato invierte en 180 grados la realidad de los hechos.

El protocolo contra el Covid-19 en tráfico de la B fue de los más avanzados del subte. Incluyó la reducción de jornada, burbujas independientes de trabajo, detección y aislamiento de contactos y cierre del comedor y espacios comunes, que se volvió un ejemplo para otras líneas. El costo fueron las presiones patronales, amenazas y sanciones, que incluyeron procesos de desafuero a los delegados del sector. La autoría fue de los delegados y los miembros de la Comisión de Seguridad e Higiene de La Naranja. La oposición y bloqueo fue del delegado y allegados al PTS, primero oponiéndose al cierre del comedor porque sería, sostuvieron, “una pérdida de derechos”, siendo que lo que estaba en juego era la vida.

Luego se opusieron a cada una de las medidas que hubo que tomar (incluyendo un paro masivo de 24 horas), calibrando la relación de fuerzas con la patronal y el vínculo con el resto de los trabajadores del subte que, ante la ausencia de una política unificadora de la conducción sindical, se hallaban en distintos grados de organización ante el flagelo. Para no guiarnos por “lo que dijeron” unos y lo “que contestaron” otros vamos a los hechos: los miembros de la Bordó (PTS) perdieron todas las asambleas, el protocolo se afianzó y fue un éxito obrero y, llegado el momento, en la elección de delegados, perdieron un aliado, quedando La Naranja con la mayoría.

Acatar lo resuelto por asamblea es el método histórico que defiende la Naranja. Se opone por el vértice a las medidas individualistas como la retención de tareas que llevó adelante Dellecarbonara (por más de un año) en soledad.

El método de ensuciar

La segunda parte del ataque a La Naranja y al PO se basa en acusar a un militante histórico del subte y de esta corriente, el compañero Carlos Taborda, de haber recibido un crédito para la compra de vivienda del Programa Casa Propia con Sindicatos Procrear II, “como beneficio de un privilegio a espaldas de la mayoría de los trabajadores” y al precio de “encubrir las acciones burocráticas de la mayoría del secretariado de la Roja y Negra”.

Nuestra agrupación cuestionó en su momento la falta de participación de la base y la forma burocrática en que fueron adjudicados los créditos; fue una crítica dirigida a la directiva, que de ningún modo siembra dudas sobre los compañeros beneficiados.

Esta acusación sin pruebas contra Taborda es de una gravedad inusitada, y sus autores van a tener que probarla o rendir cuentas ante los trabajadores. El método de la calumnia personal es repugnante y tiene un límite, pero no es así ni es nuevo para este grupo. Cuando se desenvolvió la lucha contra el Covid arriba mencionada, el PTS trató de contrarrestar su retroceso mediante una acusación infundada a un delegado del PO de acoso a una trabajadora. Dellecarbonara en persona no vaciló en organizar una comisión especial con allegados, al margen del sindicato, para juzgar y sancionar al compañero. El “acusado” pidió el tratamiento por la Secretaría de Género de AGTSyP, que estudió la acusación y la consideró inconsistente. Los acusadores tuvieron que retroceder sin chistar.

La verdad de la milanesa

Para tratar de imponer una hegemonía de aparato, la Bordó ha emprendido dos campañas. Una a favor de la reforma del estatuto del sindicato para aumentar la representación de las minorías, que puede ser en general justa, pero es hoy distraccionista al estar a años luz de las preocupaciones actuales de los trabajadores en esta crisis social y política sin precedentes. La otra por la proscripción de La Naranja y de su militancia, para asegurarse, si se da el caso, el predominio en una lista única de la oposición.

Cuestionar sin pruebas la moral y la honestidad de un militante y de su agrupación es incompatible con el frente único. La unidad de las agrupaciones opositoras para una intervención electoral, que impulsamos, requiere no solamente un programa, sino una clarificación inmediata de semejante acusación.

La obsesión electorera del PTS les impone una conducta sistemática: ignorar la construcción concreta de la lucha de los trabajadores; colocarse de palabra a la izquierda de todos; promover acciones agitativas que les faciliten el contacto con los medios (apertura de molinetes, campañas de afiches y petitorios); evitar los paros para no desentonar con los medios y los usuarios. Contra La Naranja, zancadillas, intrigas y daño moral. No es este el camino para hacer frente al ajuste del gobierno y el FMI.