Trabajadores de prensa, contra el vaciamiento del Grupo 23


La movilización de este martes hacia la sede del Grupo 23 reunió a varios centenares de trabajadores de prensa, provenientes de un amplio abanico de medios escritos, radiales y televisivos. La masividad de la marcha reflejó la enorme inquietud que recorre al gremio. En efecto: los cambios anunciados por el macrismo a la ley de Medios abren un terreno de monopolización y concentración, al permitir el ingreso de las corporaciones internacionales de comunicaciones en todas las aristas del negocio. No es un secreto que esta reconfiguración capitalista pretende fundarse en una mayor explotación de los trabajadores de prensa, habilitando a despidos abiertos o encubiertos, y a una mayor flexibilización laboral. Y reforzará la regimentación ideológica del periodista por parte de la patronal. La escalada, en este plano, recorre a todos los medios sin excepción. La “corpo” Clarín trabaja por reducir su plantel a través de retiros, mientras en los medios oficiales muchos trabajadores -que no son las “estrellas” del viejo oficialismo- temen por la cancelación de sus contratos precarios, otra herencia “nacional y popular”.


 


Pero significativamente, quien ha hecho punta en esta ofensiva antiobrera es un ex oficialista -el Grupo 23 de Sergio Szpolski. El dueño de Tiempo Argentino es un kirchnerista hecho y derecho, y no sólo por haber sido candidato a intendente de Tigre por el FpV. Como empresario, Szpolski se sirvió de los recursos de la pauta oficial para financiar un vasto proceso de acaparamiento de medios, incluyendo a las redituables licencias de las radios Rock and Pop, Vorterix o América. Es el mismo proceso económico que recorrió el vaciador Cirigliano, cuando utilizó los subsidios ferroviarios para adquirir líneas de colectivos y monopolizar el transporte en la zona oeste. No exageramos, por lo tanto, cuando en el acto de este martes caracterizamos a Szpolski como “el Cirigliano de los medios”.


 


La situación política nos ha colocado, entonces, ante esta paradoja: después de anunciar una racionalización capitalista del negocio mediático, el macrismo la puso en marcha sin tener que afrontar costos propios, ha “tercerizado” el primer paso de este trabajo sucio en manos de un adversario político.


 


Patrón, sí. Kirchnerista, también


 


En este cuadro, el acto que sirvió de cierre a la gran marcha de ayer estuvo surcado por una contradicción política. A los trabajadores que se movilizaron contra el empresario kirchnerista, los acompañaron varios y connotados kirchneristas, entre ellos, algunos diputados nacionales. Para justificarse, los ex oficialistas recurrieron a una manipulación: ahora Szpolski sería sólo “un patrón más”, al cual, “como trabajadores” enfrentamos “sin distingos”. De este modo, se apeló a una verborragia “clasista” para exonerar al kirchnerismo, como si se lo pudiera separar de los intereses sociales y camarillas capitalistas que lo encarnan. El “patrón” Szpolski creció con los recursos oficiales, su conglomerado es un producto de ese apoyo de Estado. Las “corpos” K crecieron con precarización laboral y manipulación política e ideológica de los contenidos. Pocos se han percatado -nosotros lo denunciamos en el acto- que la reforma a la ley de Medios no sólo levanta las barreras que impedían a las telefónicas comprar medios o licencias.


 


También las elimina para quienes decidan vender activos -es el caso de Szpolski, quien quiere sobrevivir a costa de desguazar su grupo, previa limpieza de los planteles de prensa. El kirchnerismo no existe “afuera” de estos intereses capitalistas, que rápidamente se han colgado de las reformas de Macri. En definitiva, la que anticipó la “flexibilidad de inversiones” (cuádruple play) fue la propia Cristina Kirchner con la ley Argentina Digital, la que habilitó el ingreso de las telefónicas en la TV paga.


 


Lo que viene


 


La caracterización del kirchnerismo es crucial para la lucha que se viene. La “resistencia” K a los planes macristas ha durado lo que duró la permanencia de Sabbatella en el AFSCA –unas horas. Los patrones K se han sumado a la racionalización macrista. Sus referentes políticos no lucharán contra ellos, más allá de las frases de rigor. La escalada contra los periodistas requiere de un programa y de una perspectiva política independiente: defendamos todos los puestos de trabajo, junto a las conquistas salariales y laborales. Que se abran las cuentas de Szpolski y de todas las corporaciones capitalistas. La llamada “pluralidad de voces” no es la proliferación de grupos capitalistas rivales e igualmente regimentadores. Por el contrario, partirá de la defensa de la herramienta de trabajo del periodista -el intelecto- que debe ser ejercida sin cortapisas: por el control de contenidos y la libertad de expresión plena para los trabajadores de prensa. Los periodistas ingresan en esta etapa con una gran conquista –su nuevo sindicato, que encabezó la importante movilización de ayer. Debatamos los próximos pasos -y las primeras conclusiones políticas- de esta lucha.