Sindicales
4/8/2008|890
Tres meses de “gestión” Taselli en Parmalat
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A casi tres meses de haber asumido Taselli la dirección de la empresa, la situación es la siguiente:
Al plan de retiros voluntarios se han acogido unos 130 administrativos, jefes y personal jerárquico de ambas plantas -y sólo unos pocos operarios de la planta de Pilar-; esto motivó que Taselli ampliara la oferta indemnizatoria y extendiera el plazo para recibir las solicitudes. El supuesto plan de producción que sería presentado luego de evaluarse el resultado de los retiros voluntarios está, por lo tanto, en veremos. Once trabajadores de logística fueron trasladados a Pilar.
La Comisión de Seguimiento formada a instancias de Tomada no ha vuelto a reunirse. El conflicto por la “representación” planteado entre los trabajadores y la burocracia de Atilra sigue abierto (incluso la patronal apretó al Ministerio para que resuelva esta cuestión, consciente de que en estas condiciones cualquier acuerdo es precario). Por su parte, la propia burocracia se tira la pelota de quién le “pone el gancho” al convenio de crisis que reclama Taselli. El Consejo Nacional dice que cedió el manejo del tema a la seccional Capital, y Capital dice que por ley corresponde al sindicato nacional.
El concurso de acreedores también enfrenta dificultades. Seguramente están actuando sobre él fuertes presiones capitalistas. Recordemos que la industria láctea pasa por su momento de gloria y hay en marcha todo tipo de reordenamientos (Mastellone anunció un proyecto para duplicar su elaboración de leche en polvo, Danone se quedó hace poco con el 90 por ciento de la distribución de La Serenísima, etc.).
En contraste con esta expansión, en los depósitos de Carapachay se pudre mercadería por un valor estimado de 20 millones de pesos, que estaba almacenada para ser distribuida. Según los balances, en el 2003 el monto total destinado a los sueldos fue de 29 millones, es decir que se mandaron a la basura más de ocho meses de salarios de todo el personal.
La logística fue desmantelada, las líneas siguen sin producir, los trabajadores no tienen tareas (en Pilar la mayoría hace “limpieza”, incluyendo a los que fueron trasladados de Carapachay) y los productos de Parmalat prácticamente desaparecieron de las góndolas; con excepción de algunos rubros, los supermercados no aceptan las entregas: de 30 pedidos vuelven 25.
Un agravante del desmadre actual es que la decepción que cundió entre quienes vieron inicialmente la compra como la salvación, desató una sucesión de renuncias en las áreas de jefatura y supervisión que están dejando a la empresa sin capacidad operativa. Ya se les ha rechazado la solicitud de retiro a varios jefes y se está promoviendo a tareas de responsabilidad a personal no idóneo para llenar los huecos.
Este es el balance de los primeros tres meses de la gestión de Taselli al frente de Parmalat.
Todo esto fue denunciado reiteradamente por los trabajadores, incluso ante el síndico del concurso que se hizo presente en Carapachay para constatar y documentar la situación. El juez ha pedido a los trabajadores que amplíen sus denuncias sobre el vaciamiento que está en ejecución.
En medio de este cuadro de inocultable improvisación, la patronal continúa arrojando golpes contra los trabajadores. Esta semana se les descontó el pago de las extras de los sábados (lo que equivale a una quita de hasta 400 pesos mensuales) y no se abonaron los 100 pesos del decreto del gobierno.
El vicepresidente Joris comunicó que iría a Carapachay la próxima semana para anunciar el acuerdo firmado con un importante frigorífico para realizar la distribución y reactivar la planta, aunque se negó a dar precisiones sobre las características del contrato, razón social de esta ¿nueva? empresa, convenio colectivo que los encuadraría, etcétera.
Los trabajadores ya han resuelto rechazar cualquier tentativa que afecte sus puestos y condiciones de trabajo. Se plantea lanzar ahora una movilización por el pago íntegro de los salarios y la puesta en marcha de la producción. Si Taselli es incapaz de garantizar esto, debe irse. Que se expropien las plantas y que sean cedidas a los trabajadores. Parmalat no es inviable. Es la gestión capitalista la que pone en riesgo la continuidad de la empresa.