La movilización de la CGT fue menos de lo que hace falta, pero más de lo que muchos esperaban. No menos de 40.000 personas coparon un área que desbordó las plazas y veredas de las que no había que bajarse, lejos de las 8.000 almas negociadas por los organizadores con el gobierno de la Ciudad. Ese número y un par de miles más tuvo, solamente, la columna del sindicalismo combativo, el Frente de Lucha Piquetero y la izquierda que entró marchando por la calle Libertad, luego por Tucumán, hasta metros de los Tribunales con el enorme cartel “Abajo el DNU y el protocolo, paro activo y plan de lucha”.

Y, por supuesto, entramos cantando “paro, paro, paro, paro general”. Pero esta consigna, según La Nación, fue cantada por vastos sectores sindicales que guarecidos como podían bajo alguna sombra la cantaban con los dedos en “Y” -o sea, en las columnas de los propios gremios oficiales. Apops lo cantó masivamente. Algo que también corroboró la gruesa columna del Partido Obrero en su desconcentración hacia la Avenida Córdoba, cuando grupos obreros lo coreaban a su paso.

En Talcahuano y Córdoba se destacaron las columnas sindicales de AGD, del Sutna, de Ademys y de la Unión Ferroviaria Oeste, el Garrahan y otras; aunque en momentos diferentes, porque no coincidieron en la llegada. El protocolo de Bullrich fue claramente desbordado y en buena medida desconocido, aunque mandaran la policía a provocar al final para detener a varios compañeros, incluso un periodista.

Las columnas de las CTAs fueron otro acompañamiento, aunque menor, y se vieron movimientos sociales oficialistas. Pero fue apenas un botón de muestra de lo que puede y quiere la clase obrera. En la vereda opuesta de la imbécil propuesta del vocero presidencial Adorni de denunciar “las extorsiones para concurrir” al 134, lo que ocurrió en los lugares de trabajo fue que las bases pedían a los delegados participar y no pudieron porque no hubo paro ni permisos de cese de tareas. Los poderosos gremios de la CGT movieron solo sus “cuerpos orgánicos”.

https://prensaobrera.com/sindicales/venimos-a-reclamar-a-la-cgt-un-paro-activo-nacional-y-un-plan-de-lucha-para-derrotar-a-milei

En las últimas 24 horas anteriores a la movilización hubo fuertes operaciones. UTA levantó su convocatoria a los delegados a marchar desde Congreso. Se desalentó una concurrencia de masas que se abría paso a pesar del horario laboral de la movilización sin paro. Se esparcieron informaciones de negociaciones de sectores de la burocracia sindical con el gobierno, muy posibles, aunque no comprobadas. Pero más fuerte fue el operativo para establecer una ruptura del tejido convocante de la movilización. Empezando por la fuerte presión a Pablo Moyano para suspender su reunión con el Frente de Lucha Piquetero y el Plenario del Sindicalismo Combativo convocante del 20 de diciembre, desde adentro de la propia CGT. Desde los medios se pretendió una ruptura que no fue tal. En la tarde anterior, Belliboni en persona se reunió en Azopardo con los secretarios de organización de los gremios. Hubo una convivencia fraternal entre sectores tan opuestos, como el aparato de la Uocra y el clasismo, que es todo un dato ante la magnitud del ataque a la clase obrera en marcha.

Siete días después de la histórica movilización del 20 de diciembre por parte del movimiento piquetero, el sindicalismo combativo, la izquierda y organizaciones de derechos humanos, tuvimos cacerolazos de masas, en Buenos Aires y en todo el país, y esta enorme movilización. Lejos de ser “funcional a Milei” como espetó el kirchnerismo en la previa, el 20 diciembre abrió un proceso. Pero la política de la cúpula de la CGT puede abortarlo, apunta a abortarlo, como hicieron en los ’90, ante Macri, y ante el gobierno de Alberto Fernández, cuyo desbarranque nos colocó en la salida facholibertaria.

El documento leído por la CGT da cuenta de la magnitud del plan de guerra de la reforma laboral y el ataque a los sindicatos, no olvidemos que es coautora de la reforma laboral nonata de Macri. También parece ignorar el Rodrigazo descomunal que es el punto de partida de la reorganización capitalista contra las masas. Y tiene un defecto estratégico mortal: coloca en cabeza de la Justicia y el Parlamento la caída del DNU. Es una línea de derrota. La lucha contra el plan motosierra, el DNU antiobrero, colonial y anticonstitucional, y contra el protocolo de Bullrich es una sola y únicamente la puede dar de manera victoriosa el conjunto de la clase obrera, con sus organizaciones sindicales y piqueteras; todos unidos junto a las cacerolas. Como consecuencia de ella, el Parlamento podría voltearlo, o aún la Justicia.

Ha trascendido que el Confederal podría tratar un “plan de lucha” dejando el paro para febrero o aún marzo. El carro delante del caballo. Un paro activo con movilización, que hoy podría congregar un millón de personas solo en Buenos Aires, pasando por arriba de toda represión imaginable, sería el punto de partida de un plan de lucha capaz de derrotar a Milei hasta llegar a la huelga general y la irrupción de todo el pueblo trabajador. Esa es la secuencia, vamos por ella.

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