Sindicales

14/11/2014

Triunfo del activismo desplaza a burocracia vaciadora

El pasado 12 de noviembre se realizaron las elecciones de UTA a nivel nacional y por seccionales en todo el país, las cuales fueron harto fraudulentas porque el estatuto para oficializar una lista exige que la misma se presente conjuntamente a la directiva nacional y todas las seccionales, cubriendo todos los cargos. Ello proscribe de hecho la presentación de listas por seccionales. Además, para conformar la lista el candidato debe ser o haber sido delegado de la UTA.

En Córdoba, la burocracia nacional habilita  una “excepción”, desde hace mas de una década, abriendo la elección a todas las listas que se quieran presentar como un sublema de la lista de la propia burocracia nacional. La “excepción” fue conquistada por el activismo que, en su momento, ocupó el gremio y echo al viejo burócrata Miguel Díaz.

A estas elecciones llegamos con una burocracia local (Peñaloza) absolutamente entregada a los planes de vaciamiento del intendente radical Mestre y sus empresarios amigos ERSA y Autobuses Santa Fe. La actual conducción fue la responsable de la privatización de la empresa municipal Tamse, de los acuerdos salariales a la baja sin que los aumentos vayan al básico, de los despidos persecutorios del activismo en las diferentes empresas, de un ataque como nunca antes se vio a las condiciones de trabajo que tienen su principal origen el achique del personal y de la flota de unidades.

En marzo pasado una lista del activismo (integrada por Ortuta, agrupamiento clasista orientado por el PO), había ganado las elecciones de delegados en la ex Ciudad de Córdoba. Antes la lista de la Ortuta quedó apenas a siete votos de recuperar el cuerpo de delegados en trolebuses, planta integrada en su mayoría por mujeres. En las otras empresas se verificaron procesos similares.

Con la complicidad de la burocracia, Mestre fue a fondo con el vaciamiento y no solo privatizó Tamse sino que le soltó la mano a Ciudad de Córdoba, retirándole los recorridos para asignarlos a ERSA y Autobuses. Solo los trabajadores enfrentaron esa posición con huelgas en varias empresas, pero fundamentalmente en la ex Ciudad de Córdoba, y el cuerpo delegados del mismo cobro una autoridad de lucha entre el conjunto de los choferes.

Llegado el momento de las elecciones de la seccional, correspondía que el cuerpo de delegados de la ex Ciudad de Córdoba agrupara una gran lista del activismo y recuperara el gremio. Sin embargo las presiones políticas y económicas se lanzaron desde todos los frentes burocráticos y patronales para impedir esa perspectiva. Peñaloza cooptó una parte minotaria de los delegados de la ex Ciudad de Córdoba para su lista. Mestre y ERSA impulsaron una tercera lista divisionista, e integraron a la misma a una parte importante del activismo de la ex Tamse. La UTA nacional presionó a la mayoría del cuerpo de delegados de Ciudad de Córdoba, para que permitiera que la lista del activismo estuviera encabezada por un hombre suyo, Salerno, bajo la amenaza de proscribir cualquier otra lista que se armara sin esa condición. Así se conformó y se presentó la lista B del activismo, incluso con compañeros de la clasista Ortuta.

La campaña electoral y el debate entre las bases fueron contundentes. Los trabajadores rápidamente sacaron dos conclusiones: 1) que había que expulsar a la burocracia vaciadora y 2) que la herramienta para hacerlo era lista de los delegados de Ciudad de Córdoba y del activismo, aunque fuera con Salerno a la cabeza. En la campaña, Peñaloza era repudiado en las puntas de líneas, mientras que la lista B desarrolló todo un planteo de lucha. En el acto de cierre de la misma participaron más de 500 compañeros.

Las elecciones marcaron un compromiso enorme de las bases. Fueron a votar cerca de 2500 trabajadores de un padrón de alrededor de 3000. Ganó la lista del activismo con 1219 votos contra 1153 de Peñaloza, y con ello se abre una nueva etapa en la UTA y el movimiento obrero de Córdoba. En la directiva entrante y en las bases se discute intensamente desarrollar la lucha contra el vaciamiento, por el salario y las condiciones de trabajo. En poco tiempo se renuevan varios cuerpos de delegados y se plantea decididamente el desplazamiento de los elementos burocráticos por compañeros combativos y de la Ortuta, quien estuvo siempre en la primera línea de la lucha por la expulsión de la burocracia sindical.