Sindicales

8/7/1999|634

Un balance de la derrota de Corni

La lucha de Corni fue levantada dos días antes del fin de la suspensión de 30 días. Los trabajadores, reunidos en la propia puerta de la Secretaría de Trabajo de La Plata, fueron considerando las distintas ofertas indemnizatorias de la patronal hasta aceptar la que llegó a un 100%, más un plus derivado de considerar (a los efectos de cálculo) una rebaja del 20% impuesta años atrás “para salvar la fuente de trabajo”. Con esto, más el sueldo de julio, la interna estimó una indemnización del 130% de los magros salarios que efectivamente se estaban cobrando al momento del cierre. En ese punto, la asamblea de los huelguistas resolvió el levantamiento de la lucha.


El secretario de Trabajo, Rampoldi, del gabinete de Duhalde, intervino personalmente para ‘guiar’ esta salida. La UOM actuó en el mismo sentido, “defendiendo los derechos legales de los compañeros” desde la primera oferta del 50%. Pero una patronal poderosa como Peugeot, dueña de la fábrica, no hubiera podido justificar económicamente una indemnización reducida.


La trilogía Estado-patronal-burocracia sindical logró desmontar la lucha de Corni, que durante 20 días conmovió el neurálgico punto industrial de 197 y Panamericana y había dado los primeros pasos de coordinación con Diasa y Morrison para una movilización conjunta de las tres plantas.


Pero, ¿era éste el fin deseado por compañeros de hasta 30 años de antigüedad en esta fábrica que fue bastión de lucha de la clase obrera de la zona norte? De ninguna manera; el único triunfo habría sido evitar el cierre de la fábrica. Estamos ante una derrota que merece un balance.


Existía otra alternativa, que estaba dada por la situación explosiva del gremio metalúrgico: Diasa, en Quilmes, y Emfer, cuyo cuerpo de delegados le propuso a la Comisión Interna de Corni funcionar como coordinadora para arrancar la huelga general de la UOM. El régimen menemista, golpeado por el triunfo educativo, jaqueado por los levantamientos provinciales, derrotado por la huelga de la patronal camionera, estaba y está en condiciones de extrema debilidad.


Los obreros de Corni no se adaptaron a la política de la UOM; montaron una lucha y su Comisión Interna la canalizó, pero jamás planteó una estrategia contra el cierre. No superó la política histórica del Mst (donde militaron en el pasado varios delegados) de coexistencia pacífica con la UOM de ‘Minguito’. En todo momento, consideraron que la UOM brindaba un ‘apoyo limitado’ al conflicto, cuando en realidad lo aisló criminalmente.


Desde el primer día, planteó el objetivo ‘alternativo’ de la indemnización, con lo que descartó la ocupación u otras medidas como el corte de Panamericana.


Un combativo delegado de la Morrison lo dijo con claridad: “si hacemos lo que es legal no hacemos nada”; “(a los dirigentes de la UOM) hay que echarlos e imponer la huelga general”. Pero al interior de la lucha no llegó a estructurarse una vanguardia que superara el horizonte trazado desde la primera hora cuando se desechó la moción de “metámonos adentro”.


Ante esta derrota, importa debatir un balance, para extender sus conclusiones a toda la vanguardia obrera de la zona, de manera de que no se transforme en un peso para las luchas futuras.


El reparto de horas, la estatización de toda fábrica que despida y su puesta en funcionamiento bajo control obrero no figuran en el programa de la UOM y el Smata; para estos sindicatos, por lo tanto, los conflictos están derrotados antes de empezar. Colocamos el balance a discusión de Terrabussi, de Faplac, de los obreros rurales de Albaida en Pilar, de los mecánicos de UTA, de Alba, de todas las comisiones internas y activistas que compartimos la lucha junto a Corni.

En esta nota