Sindicales

1/4/1993|386

Una asamblea histórica

Después de casi tres meses se ha cerrado el conflicto que los trabajadores mantenían con la patronal de la línea 79. La empresa había despedido a 150 compañeros para quebrar una serie de conquistas obtenidas por la comisión interna, y el propio descabezamiento de ésta.


La respuesta (como lo reflejamos en ediciones anteriores de Pensa Obrera) fue un paro muy vigoroso con cuantiosas pérdidas económicas para esta poderosa patronal, que ante la magnitud de la respuesta obrera retrocedió en su intención inicial, reincorporando a 127 choferes (23 en la calle), en el marco de una “conciliación obligatoria” dictada por el Ministerio de Trabajo.


La defensa de estos 23 despedidos se realizó a través de la organización de una “olla popular” que duró casi 60 días, a la cual aportaron su solidaridad muchos activistas de la zona Sur del Gran Buenos Aires. La “olla” ocasionó forcejeos permenentes en la puerta de la empresa entre la patronal y los sectores conocidos como “la rosca” (burócratas patronales), por un lado, y los despedidos y la comisión interna, por el otro.


Después de “aprietes” y negociaciones se logró la reincorporación de otros cuatro compañeros. Ante la permanencia de la olla, la “rosca” hace una presentación a la UTA contra la comisión interna para obtener el desafuero gremial, alegando falta de “conducta gremial” (realizar una asamblea afuera de las instalaciones de la empresa con “gente de afuera”, los compañeros despedidos).


La asamblea para votar el desafuero de los delegados, muy numerosa, fue una derrota absoluta de la dirección de la UTA y de la “rosca”, al extremo de que luego de un durísimo enfrentamiento (hasta físico) con los matones, ningún compañero levantó la mano contra el cuerpo de delegados, ratificando plenamente su mandato.


Conclusión


De parte de los trabajadores de la línea existió una clara conciencia de la defensa de las conquistas obtenidas por el cuerpo de delegados, al que votaron defender.


Quedaron 19 compañeros afuera de los 150 despedidos, lo que es una victoria muy relativa de la patronal, más aún cuando el cierre del conflicto quebró el intento de la UTA y de la patronal de formar una interna títere.


La interna no hizó una valoración exacta de estas reservas que la hubieran podido llevar a una acción más firme por la reincorporación del conjunto de los despedidos y sólo se movió febrilmente cuando se puso en juego su propia supervivencia como dirección gremial. Esto marca un límite que debe ser superado con un trabajo a fondo con la base de la línea, cooptando a los numerosos activistas que se destacaron en el conflicto, reforzando así la vida gremial del cuerpo de delegados y fortaleciéndolo.


La patronal va a seguir apuntando a golpear las conquistas y al cuerpo de delegados, pero ahora en condiciones inferiores después de esta histórica asamblea. Es más necesario que nunca aprovechar este golpe para replantear la cuestión salarial, organizando hasta el último sector de la línea. Para obtener un aumento de salarios estamos ahora un peldaño más arriba.