Sindicales

19/8/1999|638

Una lucha que inverna

Desde la vuelta de las vacaciones de invierno, en Catamarca no se ha dictado un solo día de clase con normalidad. En la primera semana, la huelga docente fue cumplida en forma prácticamente unánime y encontró al gobierno provincial completamente desprovisto de respuesta. El reclamo era por el sueldo del mes de junio y el medio aguinaldo. Los sueldos están terminándose de pagar en los primeros días de agosto. Agregando leña al fuego, el aguinaldo que se paga ya fraccionado en dos partes, sufrió severas e inexplicables quitas, aparte de la finalidad ostensible del pago para evitar lo inevitable: las medidas de fuerza. La segunda semana de la huelga, en cambio, reflejó los verdaderos alcances del pago por tramos; pese a la propuesta de todo un grupo de delegados, el sindicato mandó volver a trabajar a medida que se fuera cobrando. Esto generó un verdadero caos, ya que nadie sabe cuánto cobra cada uno, por lo que los padres, masivamente, evitaron que sus hijos fueran a las escuelas.


Lo cierto es que, con poco más de sesenta días de clase hasta agosto, no todos los días perdidos lo fueran por huelgas (edificios destruidos, falta de recursos que se refleja en los obstáculos que se colocan a las designaciones docentes, etc.), el próximo gobierno no sabe qué hacer con la educación y teme a los docentes movilizados. El mismo temor de la Intersindical docente. Sadop argumenta que ha postergado todo reclamo, porque los privados están al día. UDA está timoneando las ‘conversaciones’ para lo que tiene una larga experiencia y aceitados contactos con el obispado y con el Ministerio. Por su parte, Ateca, el mayor gremio provincial, ha puesto en práctica su antiguo método de dividir, en un evidente afán por salvar el resultado de las conversaciones.


Estas, en verdad, no aportan sino promesas (las mismas que se vienen repitiendo desde épocas inmemoriales) e incluso la promesa de… cumplir la ley, a cambio de no realizar medidas de fuerza. A esto la dirección sindical lo llama “método de acumulación de fuerzas”.


La falta de funcionamiento de distintas agrupaciones formadas al calor de la lucha de dos meses atrás permitió este manejo y, a pesar de sumarse a la lucha toda una franja de nuevos sectores, no se produjo su confluencia en una lucha única. La indecisión, el desánimo, el cansancio de la enérgica movilización de junio, más el incesante machacar con la solución electoral de octubre (en Catamarca ya se eligieron las autoridades provinciales en marzo), impiden un acercamiento más profundo entre las distintas organizaciones.


Sin embargo, la suma de ataques no se detiene. El malestar entre los docentes aumenta incesantemente. La percepción del fracaso de la pretendida “reforma educativa” se hace más palpable cada día. Todo empuja a colocar en el centro del debate y de la lucha el destino de la educación y el conjunto de las condiciones laborales y profesionales docentes. En este sentido es que cobra vigencia la necesidad de un mayor y más profundo acercamiento entre los distintos sectores que convergieron en el combativo mes de junio.