Sindicales

11/11/1987|206

Gráficos

Una Memoria que justifica la disolución de la Federación Gráfica por López Rega y Miguel

La asamblea general del gremio gráfico deberá considerar la Memoria y Balance presentada por la conducción ongarista. Esta Memoria consiste en un grueso volumen concebido para que nadie lo pueda leer y entregado con apenas una semana de anticipación a su consideración por la Asamblea.

Esta Memoria y Balance no fue sometida a la aprobación de la Comisión Directiva del Sindicato, lo que muestra los extremos de autoritarismo y arbitrariedad con que se maneja Ongaro-Calipo. Se trata, por lo tanto, de una Memoria muy especial, pues corresponde a la Verde-62 y no al Sindicato Gráfico. Este hecho pone a la Memoria y a sus autores fuera del Estatuto.

Pero más grave todavía es que Ongaro-Calipo presenta una Memoria y Balance de los años 1985-86, sin hablar una palabra de 1987, cuando ya estamos a finales del año. El Estatuto establece que las Memorias y Balances del Sindicato deben presentarse anualmente. La Asamblea no podrá discutir entonces los problemas de actualidad.

La Memoria Verde-62 no habla una palabra, en sus casi ¡200 páginas!, de la brutal caída salarial ni de los vergonzosos acuerdos salariales firmados por la Verde-Calipo. Da por aprobado el anteproyecto de convenio, que no fue discutido por el gremio y que contiene puntos inaceptables como la incorporación de los encargados al gremio, la legalización de los despidos por cambio tecno-lógico, el descuento del 50% del primer aumento para el sindicato, etc. Se lava las manos de los despidos de activistas y delegados que sistemáticamente han venido realizando las patronales y oculta prolijamente el vaciamiento de la Obra Social.

De la transcripción que la Memoria hace de las reuniones de Comisión Directiva, surge que los acuerdos salariales ruinosos no fueron aprobados por la Comisión Directiva, como que tampoco fueron tratados en la Directiva los principales conflictos del gremio. Es decir, que el ongarismo obró por la suya, violando la legalidad gremial. De la Memoria se desprende la total ausencia de plenarios de delegados (sólo uno en 1987) y de asambleas generales (dos en tres años).

La línea política de la Memoria propugna el colaboracionismo con las patronales, cuyos reclamos de prebendas, de privatización de imprentas estatales, de rebajas aduaneras, de créditos baratos y de subsidios estatales, la Verde-Calipo hace suyos.

El hilo conductor de toda la Memoria y Balance de Ongaro-Miguel es el alineamiento con el gobierno y la burocracia, pues justifica la aceptación de los decretos que suplantaron la libre negociación colectiva de los salarios y la integración de los sindicatos al Estado, inscripta en las “leyes laborales”.

La Memoria llega a justificar la disolución de la Federación Gráfica Bonaerense, en 1974, efectuada a sangre y fuego por López Rega y Miguel, admitiendo el derecho que tendría para ello un gobierno constitucional. ¡Qué precio que paga Ongaro, secretario general de aquella Federación combativa, por su actual alianza con las 62!

Los resultados de esta política de Ongaro allí están: caída salarial sin precedentes, despidos, pisoteo de la democracia sindical. Es necesario cambiar de política, y, por lo tanto, de dirección en el Sindicato Gráfico. El 16 de noviembre, en la asamblea, rechazando esta Memoria, y el 17 de diciembre en las urnas, votando a la Naranja.