Sindicales

9/6/2017

Una réplica del terremoto cordobés

La gran movilización de base de la UTA en Capital.


La autoconvocatoria en Plaza Once de más de 500 choferes de base, provenientes de numerosas líneas de Capital y Gran Buenos Aires, en repudio al convenio salarial firmado por la burocracia de la UTA es un hecho de la mayor trascendencia política.


 


En primer lugar, es clara su estrecha vinculación con la gran huelga de los trabajadores de la UTA de Córdoba, que continúa en pleno desarrollo: se replica el rechazo a la paritaria de hambre firmada a espaldas del gremio, el mismo reclamo salarial y el mismo impulso a favor de la expulsión de la camarilla de Fernández del gremio y la recuperación democrática del sindicato. En la concentración, se multiplicaron las vivas a la lucha de Córdoba, como así también las puteadas a la conducción de la UTA.


 


El enorme aparato represivo armado por la guardia de infantería y las noticias que llegaban sobre las patotas concentradas en la sede de calle Moreno dieron lugar a la decisión de marchar a la Casa de la Provincia de Córdoba en solidaridad; organizar una coordinación con representantes de las líneas presentes y convocar a una nueva movilización en los próximos días. De hecho, varios trabajadores fueron salvaje y cobardemente golpeados por barras de la burocracia en las inmediaciones de la concentración.


 


El carácter explosivo del movimiento, “salvaje” en el sentido de pasar por arriba del extendido aparato de delegados de la burocracia en todo el gremio, está dado por el nivel de presión que viene acumulando la caldera.


 


La intención del gobierno de reducir los millonarios subsidios al transporte ha dado lugar a una guerra de las patronales por la tajada propia. La guerra por acaparar recorridos que viene produciendo una concentración de empresas en pocas manos, por la mordida en la renovación de la flota en combinación con las grandes fábricas de chasis y, como factor común de ajuste, una ofensiva contra el salario y condiciones de trabajo de los choferes y mecánicos. Que el  carácter electoral del año haya obligado al gobierno a poner un freno transitorio al aumento del pasaje agiganta la ya enorme superexplotación del trabajo en el transporte. Horas extras trabajadas en negro, jornadas extenuantes en una tarea de alto estrés, descuentos por faltas de tránsito, trasgresión a los tiempos de descanso y otras conquistas de convenio son moneda corriente en todas las empresas. Y, lo más irritante, la arbitrariedad total con que se despide y sanciona a repetición. Los partes y suspensiones tienen el doble efecto de reducir sustancialmente el salario e imponer un clima represivo contra toda protesta obrera.


 


La composición de la movilización era, abrumadoramente, de trabajadores de base y activistas. Se trata de una manifestación de un proceso más general del gremio, que está asestando un golpe duro tanto a la política de ajuste del gobierno como a la burocracia de la UTA, que siente que la estantería ha empezado a crujir. El camino de las interlineas, coordinadora por zona y asambleas que elijan representantes en todos los lugares donde se pueda, es un camino para la profundización y extensión de esta sublevación obrera que ha empezado a ganar terreno, como lo revela Córdoba.


 


 


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