Sindicales
5/9/1995|463
UOM San Martín
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El Congreso de delegados de San Martín se volvió a reunir el 31/8. El objetivo declarado por la burocracia de discutir la organización de la jornada del 6/9 era trucho. En realidad buscaba la contrario: evitar un verdadero paro activo.
En primer lugar la convocatoria no llama a parar, ni siquiera al cese de tareas. Mal podía abocarse la burocracia a organizar una tarea a la cual no convoca. En segundo término había que discutir una movilización que la UOM no ha impulsado ni siquiera con un volante dirigido a sus propios afiliados.
El anodino y somnífero informe del secretario Adjunto Díaz reafirmó la voluntad conciliadora con el gobierno –modificando la política económica. El anuncio de que algunas PYMES no descontarían el día no hizo más que confirmar que la burocracia nos quiere meter en una trampa.
El debate comenzó por todo esto de manera extremadamente fría. Es que detrás de cada delegado había compañeros metalúrgicos que no quieren ser llevados a un nueva derrota. Todavía esta fresco el recuerdo de la traición al plan de lucha del año pasado.
Pero lo distintivo del congreso fue que no se limitó a la denuncia de la política de la CD sino la aparición de dos fenómenos nuevos y de extraordinaria importancia. En primer lugar la aparición de mociones destinadas a corregir tanto el programa, como a darle impulso al paro y a la propia movilización. Por primera vez 6 ó 7 delegados trataron de hacer votar posiciones contrarias a la directiva. La mesa pudo evitarlo con métodos antidemocráticos y sobre todo con un gran costo político. Lo logró porque la oposición todavía es heterogénea y no está organizada. En segundo lugar se puso de manifiesto un corrimiento hacia posiciones críticas de la propia base de la burocracia. El aparato se disgrega.
Desde abajo, desde las fábricas y aún desde los delegados se expresa una enorme presión para producir un cambio de rumbo que va a marcar un cambio de hombres. Se abre un terreno un terreno para trabajar por un Congreso de trabajadores.