Desde la entregada del plan de lucha, el año pasado, cada congreso de delegados seccional ha sido un martirio creciente para la burocracia. Cada vez más fue perdiendo el control del aparato y se desgranaba su propia base. Alarmada, la Comisión Directiva convocó a un asado y a cuatro plenarios de la lista Azul para impedir “que se les diera el apoyo a delegados que no son peronistas”. Sobre la base del macartismo, algunos puestos y el ocultamiento de su propio programa, la Azul consiguió una endeble disciplina.

El congreso donde se debían elegir los delegados a Mar del Plata, al congreso nacional, estuvo armado como un circo: como ya es tradicional, un delegado burocrático propuso que fuera la Comisión Directiva quien eligiera a los representantes. Casi un centenar (sobre 200 presentes) apoyó esta medida burocrática. Esto dio la referencia de cuál era la relación de fuerzas. Sin embargo, la Comisión Directiva no pudo evitar que se instalara en el congreso el debate sobre la necesidad de luchar contra la privatización de las obras sociales y los decretos 292 y 492.

La burocracia quiere competir con las prepagas achicando las prestaciones y llevando a la liquidación las obras sociales, cosa que no puede terminar sino… con la victoria de las prepagas. Esto fue denunciado.

También fue materia de discusión el acuerdo UOM-Sevel, denunciado como una suspensión encubierta y, por lo tanto, una reducción salarial. Ante la furia de Yáñez (secretario general), quedó en claro que esto no beneficia a los metalúrgicos, y se opuso al acuerdo con Sevel la lucha por la jornada de 6 horas como única respuesta seria a la crisis.

El Congreso había sido convocado en frío. Los próximos sacudones sociales van a dar por tierra con su regimentación, que no se sustenta en un programa ni da salida a los trabajadores.

2/11/95