Sindicales

17/7/2017

UTA Córdoba: la burocracia destituye delegados para hacer pasar despidos

Todo el apoyo a la carpa de las compañeras de Trolebuses


El viernes pasado, en dos asambleas truchas convocadas por el secretario del interior de UTA nacional, Jorge Kiener, la burocracia revocó el mandato de los cuerpos de delegados de Trolebuses y de la empresa Aucor.


 


Los delegados destituidos son los voceros elegidos durante los nueve días de huelga de choferes por la asamblea general que dirigió el conflicto.


 


A pesar de que en la huelga y de las negociaciones participaron las cuatro empresas y su respectivos cuerpos de delegados, Kiener apuntó todos los cañones hacia a los delegados que expresaron de forma más genuina la rebelión de un gremio atravesado por un fuerte retroceso salarial y por el repudio a la burocracia, que firmó una paritaria del 8% anual cuando las empresas la levantan con pala por las altas tarifas y los subsidios millonarios y mantiene intervenida e inmovilizada la seccional Córdoba, mientras se pierden derechos adquiridos por años de luchas.


 


Las “asambleas” burocráticas se hicieron en la sede gremial, vallada y custodiada por policías, patotas y por una parte minoritaria de los despedidos, extorsionados para participar, ya que de lo contrario no recuperarían sus puestos de trabajo, según el chantaje que impuso la directiva nacional. Fuera de eso, y a pesar de la incesante campaña en los medios para fijar como condición la destitución de los delegados para reincorporar a los 183 despedidos, sólo participaron un puñado de trabajadores despedidos y activos.


 


Este mamarracho de asamblea, como era de esperarse, contó con el aval de todo el establishment, del poder político y del gobierno cordobés, que aplaudió fervorosamente la medida y se  entusiasmó aún más cuando Kiener salió a decir que los delegados destituidos no podrán ocupar ningún cargo de conducción ya que serán expulsados de la UTA.


 


Las dos CGT y las CTA, que no llamaron al paro provincial cuando la huelga de UTA lo exigía, tampoco convocan ahora por la reincorporación de los 183 huelguistas despedidos, ni contra la destitución de sus delegados. Por el contrario,  asumieron la ignominiosa tarea de responsabilizar a los delegados y a la izquierda por la “huelga salvaje”. Transformaron a las víctimas en victimarios para salvar su pellejo y, sobre todo, para legalizar el ajuste que recae sobre las espaldas de los trabajadores de UTA, el mismo que sufren sus afiliados.


 


Hasta el día de la fecha, no hay un sólo compañero reincorporado y, de no mediar una lucha, tampoco lo habrá. Fernández es el principal interesado en dejar un tendal de despedidos para poder hacer pasar un mayor ataque al convenio, como lo es la liquidación de la jornada de ocho horas.


 


En esta comprensión, las compañeras de Trolebuses instalaron una carpa frente a la Municipalidad, que miles de trabajadores del transporte y de otros sectores han rodeado de solidaridad, una tendencia que va en ascenso. Los activistas de UTA que protagonizaron la huelga tienen en esa carpa un centro para rearmar la organización que Fernández y las patronales se empecinan en destruir. Ninguna complacencia con la burocracia reincorporará a los cesanteados. Sólo un nuevo proceso de movilizaciones y acciones de lucha devolverá a todos los trabajadores sus puestos de trabajo. Los trabajadores de UTA tienen en sus manos la poderosa herramienta que les otorgará los derechos que la patronal y la conducción de UTA les niega.