Sindicales

10/5/2019

Vamos por una lista antiburocrática y combativa en ATE

Para enfrentar y derrotar a Macri, los gobernadores y el FMI.

El 7 de agosto se realizarán las elecciones nacionales, provinciales y seccionales de ATE. La elección estará atravesada por una disputa de aparato, donde no podemos descartar la fractura definitiva del sindicato. Daniel Catalano, de ATE Capital y candidato a secretario general, graficó esta variante en una reciente entrevista: "Nosotros pensamos que el resultado electoral nos va a favorecer y que, si el resultado electoral no nos favorece por el fraude electoral, va a ser invivible ATE" (Enfoque Sindical, 01/05).


La disputa, de todos modos, tiene un trasfondo político. Radica en el seguidismo que cada corriente de la burocracia hace a alguna fracción de la burguesía y sus armados políticos. Históricamente, el derrotero de ATE de los últimos 25-30 años está ligado al surgimiento y desbarranque de lo que intentó ser un reposicionamiento de un sector de la burocracia sindical de centroizquierda, tratando de diferenciarse de ´los gordos´ de la CGT, aunque rápidamente terminó reproduciendo sus métodos antidemocráticos, patoteriles y de apropiación de los recursos de los afiliados. Esta corriente realizó un seguidismo a distintas variantes patronales –Alianza, duhaldismo, kirchnerismo– hasta que, en 2008, durante el conflicto entre el gobierno de CFK y el capital agrario, un sector se encolumnó con el gobierno y otro con la centroizquierda –Binner– que apoyaba a las patronales agrarias.


Dicha quiebra preanunció la fractura que dos años después se dio en las elecciones de la CTA y que explican en gran medida la quiebra política que hoy recorre a ATE. Las elecciones de ATE de este año estarán atravesadas por esta disputa. A esta división se suma los resabios del michelismo, que se reacomodarán en cada lugar en función de garantizar su sobrevida.


El accionar del sindicato en su último mandato coincide temporalmente con lo que ha sido la gestión macrista. En términos generales, el sindicato no ha pasado la prueba de la ofensiva del gobierno, ni a nivel nacional, ni a nivel de las provincias. Distintas estimaciones ubican el número de despidos en el Estado Nacional cerca de los 25.000; incluyendo a las administraciones provinciales y municipales, llegan a 100.000. A nivel salarial, las paritarias nacionales fueron aún más a la baja que durante el gobierno kirchnerista, con extremos como los casos de las provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego, que han tenido años con aumentos cercanos al 0%. 


La orientación política de las distintas corrientes de la burocracia del sindicato, tanto de la Verde como de la Verde y Blanca, se asoció a la que desenvolvió la oposición patronal, particularmente el kirchnerismo, durante este período. Esta se caracterizó por cancelar cualquier perspectiva de lucha, acusando a que el gobierno era “fuerte” –no importa en qué momento, siempre lo sostuvieron– y que no existía disposición de los trabajadores para luchar. Su prioridad fue la conservación del aparato, a la espera de un recambio electoral en 2019. Los resultados de esta política están a la vista.


Algunos ejemplos de esta orientación fueron dilapidar el paro y movilización de febrero de 2016, no dándole continuidad; las declaraciones de Catalano contra la ocupación de AGR, el desmembramiento y desarticulación de grandes luchas a principios de 2018 (INTI, Fabricaciones Militares, UEP, Río Turbio); la “paz social” firmada por ATE Capital en el conflicto de Energía, y la lista podría seguir.


Esta orientación se vio agravada por la disputa faccional de la burocracia. La paralelización de plenarios, movilizaciones, citas y recorridos en marchas, paros, convocatorias a elecciones, etc., contribuyó a debilitar al gremio. El Confederal que terminó con destrozos en el Bauen fue la mayor expresión de esta disputa.


Sin embargo, el final del camino los lleva un punto de acuerdo. Ambas fracciones están ahora dispuestas a ir detrás de un armado electoral comandado por algún sector del PJ y con el auspicio del Vaticano. No descartan incluso al responsable político de la muerte de Kosteki y Santillán, Felipe Solá. La Verde viene de entregar la paritaria de Santa Cruz a Alicia Kirchner.


Las tesis planteadas por la burocracia fueron desmentidas por el desarrollo de la lucha de clases. La predisposición a luchar se manifestó en infinidad de ocasiones, bajo distintos formatos, pero teniendo como factor común la consciente desarticulación y desorganización de las mismas por parte de las conducciones de los sindicatos. El contraste estuvo dado por aquellos conflictos que, organizados e impulsados por el activismo y la izquierda, marcaron una referencia de lucha para el conjunto de los estatales.


Los ejemplos de enormes luchas como las del Inti, la de la UEP (Unidad Ejecutora Provincial) en Educación La Plata, en el Astillero Río Santiago o entre los mineros de Río Turbio, dieron cuenta de la gran disposición a luchar que existe entre los estatales del país. A pesar de ser aisladas por el sindicato, estas luchas lograron reincorporaciones, lo que demuestra que enfrentar los despidos en el Estado era –y es– posible. Pero para eso es necesario concentrar la fuerza de los estatales en una acción unificada contra los ajustadores.


En este cuadro, llamamos a conformar un frente único de la izquierda, el activismo y de todos los sectores independientes de las distintas fracciones de la burocracia para conformar una gran lista nacional y listas provinciales y seccionales.


Por una nueva dirección y la reunificación del sindicato por la base, con congresos de delegados de base que reorganicen ATE y lo ponga en pie de lucha por todas las reivindicaciones de los estatales.