Sindicales

24/8/2000|678

Veinte mil despidos en correos

La regulación postal del ‘Cavallo’ de De la Rúa

El gobierno avanza sin pausa en el plan del monopolio postal. En el Parlamento espera una ley ‘regulatoria’ que establece “un canon de dos millones de dólares, una red de 100 sucursales y flota de 300 vehículos” para operar (Clarín, 12/8). Aunque la ley también prevé otros requerimientos menores, las patronales Pymes del sector denuncian que desaparecerán 278 empresas que abarcan a 22.000 trabajadores. Sólo quedarían dos gigantes: Correo Argentino, de Macri, y OCA, otrora de Yabrán y hoy del Exxel Group; y quizás Andreani.


Exxel es un fondo de inversiones extranjero que compra empresas para negociarlas, lo que indicaría que se prepara un ‘regalito’ para entregar el correo con moñito a la Federal Express, la vieja aspiración de Cavallo.


Ni un solo trabajador está a cubierto de la masacre de despidos que se preparan. Correo Argentino presentó un recurso de crisis que Flamarique prestamente habilitó, justificando el despido de 3.300 trabajadores, el 23,3% del total. Macri argumenta “la necesidad de reducir costos laborales” aun cuando la Comisión de Defensa de la Competencia habilite el pedido de fusión de Correo con OCA. Dice que lo afectan “convenios laborales muy superiores a los de la competencia” (Página/12, 17/8). Apoyado en estos planteos pide al Estado un “resarcimiento” de 200 millones de dólares. Al mismo tiempo, no paga el canon de 101 millones de dólares anuales fijados en la concesión.


Los empleados de OCA tampoco la llevarían de arriba: se rumorea que habría hasta 2.500 despidos de concretarse la fusión, la cual tendría características calcadas a las de las fusiones bancarias, con los consecuentes cierres de sucursales superpuestas.


Ahora bien, los despidos no son sólo una amenaza. Correo “tomó la concesión en 1997 con 20.000 agentes” (ídem) y hoy tiene 14.000, el resto se fueron vía retiros voluntarios o despidos directamente.


A las llamadas Pymes no les va mejor. Los “delegados autoconvocados” de la rama postal de Camioneros que los agrupa, denuncian que entre febrero y agosto cerraron 27 empresas que despidieron a más de 800 compañeros. Señalan que otras están en convocatoria y que algunas, como Unir, del pulpo gráfico Rioplatense (propiedad de Clarín), cerraron antes de llegar a inscribirse en la rama (eran empleados de comercio). Denuncian además que se agravan día a día los incumplimientos de su modesto convenio, con atrasos en los pagos, alargamientos de jornada, incrementos de ritmos, etc.


Los empresarios Pymes, mientras cacarean por los medios, preparan fusiones y desplazamientos mediante una feroz ofensiva antiobrera.


¿Cómo semejante cuadro no ha colocado a miles y miles de compañeros en la primera plana de la lucha? Sólo la enorme componenda de los sindicatos del sector lo explica. En primer lugar Baldassini, el eterno colaboracionista de Foecyt, apoya el nuevo marco “porque debe contener normas para una competencia razonable en un mercado prostituido donde el Correo debe competir con pseudoempresas sin solvencia patrimonial, ni operativa, ni fiscal”.


Por su lado, Moyano, que agrupa a OCA y a todas las Pymes, no abrió la boca. Es un récord si tenemos en cuenta que 25.000 trabajadores de su gremio se ven amenazados en forma terminal, sin contar los 3.300 de correos que, como jefe de la CGT, merecerían igual atención de su parte.


Los “delegados autoconvocados” explicaron, a la banca del PO en la Legislatura, sus reclamos en los plenarios de los 100 delegados postales para que el sindicato camionero se ponga a la cabeza, e impulsan una movilización para el día de la audiencia pública como comienzo de un plan de lucha. Su programa es: ni un despido más, unidad con OCA y Correo, abajo el marco regulatorio monopolizador, defensa del convenio con la huelga general, paritarias ya por 600 pesos de mínimo y 8 horas de trabajo.


Las agudas reivindicaciones de los compañeros a medida que se desenvuelva la lucha van a abrir un debate político más profundo de absoluto interés popular, porque el monopolio privatizado de la actividad postal será el expediente de los tarifazos a los que estamos acostumbrados. Se impone la apertura de los libros y el control obrero de todas las empresas de la actividad. Sobre esta base impulsamos la prohibición de todo despido ante la Legislatura, contribuyendo a instalar esta reivindicación ante todo el poder político.


En función de organizar y debatir el plan hemos propuesto a los delegados autoconvocados impulsar la asamblea general de la rama camionera, con abandono de tareas, en un estadio. Una enorme agitación se manifiesta también en asambleas de base del Correo en la zona sur, en desacuerdo con el quietismo de Foecyt ante la amenaza de miles de despidos.


La lucha pugna por abrirse paso a pesar de la burocracia sindical. Adelante compañeros.