Sindicales

5/5/1993|390

“Vivimos una gran tensión frente al convenio negrero”

“El CTA y el Frente del Sur no tienen contenido de lucha”

P. ¿Cuál es la situación en el puerto?


R. Difícil, a pesar de notarse en el último tiempo una pequeña reactivación de la fuente de trabajo. En el 91-92 tuvimos una crisis muy profunda, con el cierre de siete de las plantas más grandes del puerto (Estrella de Mar, Traballoni, Arpemar). Aquí tuvo una crucial importancia la ayuda de la burocracia para sacarse de encima a los trabajadores, al punto que un caso, invitó a aceptar los despidos prometiendo la continuidad laboral de la mitad de trabajadores y la indemnización al resto, y luego quedaron todos en la calle y sin cobrar un peso. Hubo un conjunto de luchas con tomas contra los cierres que fueron aisladas y en otros casos, atacadas directamente por la patota del sindicato.


Lo que hoy se vive es una situación distinta, una gran tensión entre los compañeros frente al convenio negrero que está en vigencia —existe un bono de presentismo y uno de producción que constituyen, en conjunto, el 40% de un salario de ultramiseria. Lo que la gente reclama es un aumento salarial porque no se aguanta más.


P. ¿Cuál es la campaña que impulsa la Celeste?


R. Antes de esto, una cuestión a tomar en cuenta es que ningún trabajador del pescado duda sobre el carácter patronal de la dirección del sindicato (Saravia, menemista). Nosotros impulsamos una campaña de reclamos al SOIP para imponer la denuncia del convenio, 600 pesos de básico y la incorporación del bono de producción al básico. La campaña consiste en volanteadas y contactos con delegaciones y activistas de las distintas plantas. A raíz de esta iniciativa han surgido petitorios que, a partir de Valastro, se han extendido a varias e importantes fábricas. En un plenario de delegados, varios reclamaron un aumento salarial y la burocracia planteó que “no se puede hacer nada”, pero la exigencia está creciendo.


P. ¿Cuál es el origen de la Celeste y su evolución?


R. La agrupación surge como un encuentro de diferentes corrientes (peronistas, intransigentes, comunistas) para intervenir en las elecciones del SOIP del ’84. Obtuvimos el 47% de los votos, según los datos de la burocracia, y en realidad ganamos la elección, si se descuenta el fraude. A pesar de este éxito, las corrientes que animaban la Celeste no se plantearon disputar la conducción en el terreno de la lucha cotidiana. Esto llevó a un desgranamiento de la Lista, a la desmoralización de varios compañeros y a una crisis. Los que ahora impulsamos la Celeste provenimos de aquellas corrientes y somos compañeros que hemos tenido una evolución política y comprendimos, por ejemplo, que el CTA y el Frente del Sur estaban en la Lista sólo para utilizarla como herramienta electoral y vaciarla de contenido y de iniciativas de lucha. La vieja dirección no comprendía que si Saravia estaba al frente del sindicato a pesar de la bronca de la gente, la única forma de superarlo era centralizando los reclamos y los conflictos. El motor actual de la Celeste somos compañeros que hemos roto con el PC y hoy estamos empeñados en rescatar a activistas momentáneamente confundidos, explicándoles que su desmoralización es producto de la orientación política que les quisieron imponer y no del desgaste natural de una lucha difícil. Quiero remarcar que la Celeste no es patrimonio de los que la estamos impulsando, está abierta a todo trabajador que quiera organizarse y a los que estuvieron en ella y no quieren ir detrás de una política agotada.