Sindicales

17/3/2016|1403

Volkswagen ajusta, el Smata no “resiste”

Suspensiones masivas, despidos encubiertos y rebaja salarial


A partir de la caída del mercado brasileño y el ajuste general que el grupo Volkswagen (VW) está imponiendo a todas sus plantas del mundo (para afrontar los costos del fraude ambiental cometido en Estados Unidos con los motores diesel), la patronal alemana le informó al Smata que la producción en la planta de Pacheco para 2016 será aproximadamente de 60.000 unidades (casi 40 mil menos). La empresa elimina el turno noche, a partir del 21 de marzo. Esto, por supuesto, con el resultado de 1.600 trabajadores sobrantes.


 


El Smata le propuso a la empresa un esquema de suspensiones rotativas que afectara al total de la planta, a cambio de que los despidos sean encubiertos bajo la forma de retiros “voluntarios” y jubilaciones anticipadas. Al día de hoy, a pesar de la propuesta antiobrera del Smata, la empresa no la ha aceptado. Los tres turnos que actualmente rotan una vez por mes, lo harían semanalmente entre mañana y tarde y estarán suspendidos cuando les toque el turno noche. A esto hay que sumarle una suspensión semanal, es decir que se trabajará cuatro días a la semana. Ocho días de suspensión sobre los veintiuno laborales del mes, lo que significará una brutal rebaja del salario.


 


Solamente desde noviembre de 2015 se perdieron más de 200 puestos de trabajo con la metodología de los retiros voluntarios y las prejubilaciones.


 


En lugar de plantear que la empresa se haga cargo de su crisis, el sindicato la reparte entre el conjunto de trabajadores de VW. La única salida viable para los trabajadores es el reparto de las horas de trabajo disponibles sin afectar el salario, el rechazo de cualquier esquema de suspensiones y ningún despido encubierto.


 


Buitres…


 


Oscar Romero, diputado y burócrata del Smata, viene de romper con el bloque del FpV porque, según dice, es necesaria una “oposición responsable”. Romero hace referencia al proyecto de “ley de autopartes”, que pretenden presentar, como la solución a todos los males de la industria, como prenda de cambio para votar la entrega nacional a los fondos buitre. El contrasentido no podría ser mayor: el Smata votará a favor del pago de miles de millones al capital financiero, a cambio del tratamiento de una ley que pretende llevar del 25 al 50% la fabricación de autopartes en la argentina. El argumento de la burocracia es verdaderamente ridículo: cuando las terminales no le pueden vender más autos a nadie, Romero pretende votar la entrega nacional a cuento de un proyecto inviable. La crisis capitalista desnuda el carácter patronal de la burocracia sindical.


 


La colaboración del gremio con Macri también pasa por neutralizar cualquier tentativa de resistencia independiente por parte de los trabajadores para frenar el ajuste en marcha. Las terminales automotrices, y particularmente VW, han tenido ganancias espectaculares y beneficios extraordinarios (subsidios, exenciones impositivas, etc.) durante los gobiernos kirchneristas, y el actual gobierno aumentó esos beneficios aún más. Como contrapartida, los trabajadores metalmecánicos tuvieron pérdida del poder adquisitivo del salario, por el doble efecto de la inflación y el impuesto a las ganancias. A su vez, los reajustes trimestrales siempre estuvieron por detrás de la inflación.


 


Retiros voluntarios, prejubilaciones y contratos basura estuvieron siempre al alcance de las terminales para disponer del plantel de trabajadores en función de las fluctuantes necesidades de producción. No conocemos, por parte del Smata, ni siquiera un comunicado que haya alertado o denunciado tibiamente esta situación, ni qué decir de una medida en defensa de los trabajadores.


 


Bien conocen los trabajadores el rol jugado por la dupla Pignanelli-Manrique durante el conflicto desencadenado en Lear ante los despidos de la patronal. En esa ocasión fueron enérgicos los comunicados en los principales diarios, no a favor sino contra los despedidos, haciendo frente único con la patronal y la Gendarmería. Iniciamos una fuerte campaña por el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario y por la ocupación de toda fábrica que cierre o despida masivamente. Defendamos cada uno de los puestos de trabajo. Que la crisis la paguen los capitalistas.