Sociedad
21/2/2017
AFA: la dolarización del fútbol
El abono del cable se incrementará, al menos, un 50% más para poder ver las transmisiones del deporte más popular.
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Aunque todavía no se definió cual va a ser la cadena internacional que se quedará con el suculento negocio de la televisación del fútbol argentino (ESPN, Fox-Turner o la española MediaPro), desde la AFA se encargaron de reiterar que “la época del fútbol gratis se terminó”, pese a que Macri, entre sus promesas de campaña, había asegurado que no se iba a pagar hasta el 2019.
En la AFA adelantaron que los costos mínimos a pagar para ver los partidos oscilarán entre los 15 y los 20 dólares mensuales (de $240 a $320); es decir que, en el menos gravoso de los casos, ver fútbol supondrá pagar alrededor de un 50% más por el abono del cable. Y aún no se aclaró si las cifras que se informan incluyen la posibilidad de ver todos los partidos o solamente los principales de cada jornada.
Pero, además, Carolina Cristinziano, directiva de la AFA colocada en ese cargo por la Conmebol, como virtual veedora de la entidad latinoamericana en la asociación “madre” del fútbol argentino, dijo que la cifra final podría ser aún mayor, ya que la misma va a ser decidida por el adjudicatario, en principio sin control o límite alguno.
Que la directiva estimara los valores en dólares no fue un desliz. Es que las tres cadenas que pujan por el negocio son multinacionales que calculan sus resultados –y las tarifas a cobrar– en dólares o en euros. Por esa razón, las tarifas van a tener como un elemento de su movilidad a la devaluación del peso y el hincha argentino verá crecer el costo de ver fútbol, entre otras cosas, en función de esa variable.
Respecto de esta integrante-vocera del Comité de Regularización de la AFA, cabe recordar que se trata de la esposa de Gonzalo Belloso, director de Desarrollo de la Conmebol y uno de los propietarios de la empresa chartera Off Side, intermediaria entre la aérea Lamia y los clubes y las selecciones que contrataban sus servicios.
Lamia es la empresa que transportaba al equipo de Chapecoense en el vuelo donde perdieron la vida casi todos los integrantes del plantel y una veintena de periodistas y directivos.
Las multinacionales en pugna
En cuanto a las interesadas por el negocio, las novedades de último momento fueron la aparición de la española MediaPro, que maneja el negocio de la televisación del fútbol español y la desaparición de la empresa Consor, que había aparecido con una supuesta oferta “insuperable”. En ambos casos, parecen jugar un papel de princesas consortes en una fiesta de los dos competidores norteamericanos.
La cadena norteamericana Fox-Turner es la preferida por Macri y la también yanqui ESPN, por la mayoría de los directivos de la AFA y, aparentemente, de la Conmebol.
El interés de estas grandes cadenas norteamericanas por el negocio del fútbol –un deporte aún poco desarrollado en los EE.UU.– se vincula, entre otras cosas, con la decisión de sectores capitalistas de ese país de ingresar a fondo en el mismo, ya que mueve miles de millones de dólares al año y del cual, hasta hace muy poco, eran totalmente ajenos. Este movimiento, claro, ya lo convierte en un negocio atractivo, más allá de su desarrollo incipiente en los Estados Unidos.
El fútbol argentino comenzará a sumarse al gran negocio mundial en el que se ha convertido ese deporte. La Superliga, que comenzará a dividir entre clubes grandes con mucho dinero y pequeños con escasísimos recursos, está colocada en ese terreno.
El paso siguiente, potenciado por el gobierno y que aún es resistido por las directivas de los clubes que los quieren seguir manteniendo como fuente de negocios y poder, sería la transformación de las entidades en sociedades anónimas y su manejo directo y exclusivo en función del lucro.
Esto generaría un definitivo extrañamiento respecto de los socios, que pasarán a ser meros espectadores que deberán pagar para ver “el espectáculo” tanto en la cancha como a través de los distintos medios electrónicos por los que se transmita.
El camino debe ser el inverso. Los clubes deben volver a manos de los socios. Hay que echar a las camarillas empresarias de la conducción de los clubes, que expulsan a los sectores populares de los estadios, de la vida social de las instituciones deportivas, y ahora, hasta de las transmisiones de los partidos.