Agosto comienza con aumentos propiciados por el propio gobierno, los cuales tienen por objetivo complacer al FMI y a la medicina privada. Mostrando, una vez más, de qué manera el oficialismo incentiva el alza inflacionaria que corroe los ingresos de la población trabajadora.

Por un lado, aumentarán nuevamente las tarifas de trenes y colectivos en el Amba, esta vez en un 5,8%. Sergio Massa viene reduciendo los subsidios al Transporte en pos de arrimarse a la metas fiscales que exige el FMI, pero compensando el recorte con boletos más caros para los usuarios. Se trata de un nuevo golpe al bolsillo popular, ya que eleva el costo del traslado a los lugares de trabajo y estudio.

En la misma línea, en aras de reducir los subsidios energéticos, aumentará en un 4% la boleta de la luz para los usuarios que pagan la tarifa plena y para el consumo incremental no subvencionado. También habrá un incremento de hasta el 15% en la electricidad para los grandes usuarios, elevando los costos industriales, lo cual será trasladado a los precios finales que pagamos los consumidores.

También subirá 4% el precio de los combustibles, en favor de las petroleras. El Enacom, por su parte, autorizó aumentos del 4,5% en TV, telefonía e internet, para congraciarse con los monopolios de las telecomunicaciones.

A su vez, el gobierno autorizó una suba del 8,72% en las cuotas de las prepagas, en beneficio de las empresas de salud. Estas, además, gozan de descuentos en los aportes patronales, a pesar de brindar un servicio cada vez más deficitario. Los incentivos gubernamentales a la medicina privada contrastan con el vaciamiento constante de la salud pública.

Por otra parte, debido al ensanchamiento de la brecha cambiaria, el nuevo dólar agro (que encarece los alimentos en el mercado interno) y los impuestos a las importaciones, las consultoras privadas estiman que la inflación de julio llegó al 7% y la de agosto trepará al 9%. Recordemos que estas dos últimas medidas formaron parte de los condicionamientos del Fondo para destrabar el desembolso previsto.

Finalmente, debemos romper con el FMI y su programa inflacionario, al tiempo que es necesario recomponer los ingresos populares luchando por un salario mínimo equivalente a la canasta familiar y aumentos salariales ajustado a la inflación mensual.

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