Sociedad

6/12/2023

Boca: la elección más politizada de la historia del fútbol

Macri, Riquelme, los hinchas y el manejo de los clubes.

Manifestación hinchas de Boca.

La elección de autoridades en Boca –ahora suspendida y con futuro incierto- es, quizá, la más abiertamente politizada en la historia de los clubes de fútbol argentinos. No se trata de que las demás tengan o hayan tenido un carácter virginal y ajeno a las apetencias de las mafias (de capitalistas, políticos o incluso burócratas sindicales) que utilizan a los clubes para hacer negocios, iniciar escaladas de poder o consolidar el que ya tienen, sino que, en esta oportunidad, el oficialismo encabezado por Riquelme debió y logró colocar el debate en el terreno de la oposición a los planteos privatizadores del club (y de todos los clubes) que Mauricio Macri defiende de manera abierta, ahora apoyado por el también privatista presidente electo, Javier Milei.

Los temas futboleros que desvelan a la hinchada como los éxitos deportivos, los títulos obtenidos en este período contra los del período del macrista Angelici, haber perdido la final del Maracaná, el debate sobre el destino de la Bombonera y el megaproyecto de un nuevo estadio, la promoción de jugadores a primera surgidos de las inferiores del club, las buenas y malas compras de figuras en la fase final de su carrera, y aún el balance económico que Riquelme exhibe como superavitario en cuentas que escapan a los socios, todo esto pasó a segundo plano para dejar paso al debate político que el propio Macri desató al ir a la Justicia a suspender las elecciones.

El ídolo boquense respondió así a la ofensiva del macrismo que apeló y apela a una Justicia amañada que le permite tener en la causa que Macri inició para “limpiar el padrón”, a dos juezas –una que reemplazó a la otra-, vinculadas en forma directa al aparato político del expresidente de manera tan evidente que ambas debieron dar un paso al costado. En otro orden, pero similar, Macri parece haber apelado a sus clásicas maniobras de espionaje para complicar al hermano de Riquelme en la reventa ilegal de entradas, aunque, ciertamente, se trata de un negocio clásico para mantener a las barras de todos los clubes, por parte de sus dirigentes.

Riquelme también alerta sobre la posibilidad de que Macri se asiente en la asunción de las nuevas autoridades nacionales como un terreno más sólido para impulsar la intervención al club y realizar las elecciones en un cuadro más favorable. El antecedente que se vincula en forma directa con esta acusación es que una situación similar de intervención oficial la sufrió la AFA en 2016, cuando Macri era presidente, no de Boca sino del país. Además, como parte de su plan de avanzar con las sociedades anónimas, el salto en Boca sería un primer escalón para llegar a la AFA con personal de su confianza.

En oposición a los propósitos explícitos del macrismo, de convertir a los clubes en sociedades anónimas, el actual vicepresidente de Boca plantea la defensa de los mismos como entidades sin fines de lucro y “dirigidas por los socios” que “son los que le prestan la cancha a los jugadores”, según dijo con metáfora en el marco de la masiva movilización político deportiva de entre 15.000 y 20.000 personas convocada para rechazar la suspensión de las elecciones, que también supuso un elemento no habitual, disruptivo y de intervención directa -limitada- de los hinchas en la disputa política abierta en el club.

Los propósitos o planteos de Riquelme fueron también levantados hace pocos días por la inmensa mayoría de las directivas de los clubes de primera división ante el planteo de Milei de privatizar los clubes “como en Europa”. El rechazo a la conversión de los clubes en sociedades anónimas es en defensa propia, para mantener el manejo de las entidades en sus manos, más allá de que, objetivamente, supone levantar una última barrera al desplazamiento definitivo de los hinchas y socios de cualquier tipo de injerencia en la vida de los clubes

Este proceso privatizador es lo que genera crecientes y amplios rechazos de hinchadas y socios de distintos clubes europeos hacia los dueños de los mismos, a los que –acusan- han convertido exclusivamente en fuentes de negocios. Es que la conversión de los clubes en empresas provoca el alejamiento obligado de los hinchas y socios provenientes de los sectores populares, entre otras cosas por el precio prohibitivo de las entradas, los desplazamientos de cotejos finalistas a destinos remotos y a que nada de lo que sucede o se decide puede ser objetado por los hinchas o los socios.

Sin embargo, esto no significa que en Boca o en el resto de los clubes argentinos los socios y los hinchas tengan más intervención decisoria que la de votar en las elecciones que periódicamente se realizan para que, en la mayoría de los casos, unas mafias le disputen a otras la conducción de las entidades.

No está prevista la revocabilidad de las autoridades por asambleas de socios ni forman parte de la vida habitual de los clubes la realización de asambleas para decidir sobre los temas importantes que afecten a las entidades. El manejo de los fondos que ingresan y egresan a los clubes, incluidos los balances, suelen mantenerse en un cono de sombra y alejados del conocimiento de los que todos los meses aportan al sostenimiento de las entidades y las autoridades evitan dar cuentas, hasta que su desplazamiento por otra conducción o por otra mafia, destapa los manejos sucios de la anterior.

Los clubes de fútbol que, en los inicios del siglo pasado comenzaron a nacer en la Argentina, en su inmensa mayoría fueron fundados, organizados y dirigidos (entonces) por los mismos jugadores, las hinchadas barriales y los socios que aportaban a su sostén y rápidamente se convirtieron en centros de recreación de las familias de los sectores populares. Décadas más tarde, cuando se convirtieron en entidades desarrolladas y el fútbol se convirtió en un negocio altamente rentable y de alta exposición, pasaron a convertirse en un botín apetecible para capitalistas y políticos o arribistas que los tomaron como un ámbito para el enriquecimiento.

El retorno de los clubes a manos de los hinchas y socios, herederos de quienes los fundaron, va en sentido contrario. Se trata de aplastar los planes de transformarlos en sociedades anónimas, pero también de liquidar a las mafias y los mafiosos que se suceden en las conducciones para provecho propio.

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