Luego de un juicio que duró más de un mes y medio, y de 10 años de espera, la condena llegó: aproximadamente a las 13 hs de este miércoles 3 de abril, los jueces de la Cámara Penal N°2 sentenciaron a 15 años de prisión a Renato Rasgido, habiéndose comprobado las denuncias de abuso sexual con acceso carnal y se desestimó por beneficio de la duda el delito de corrupción de menores. Hasta que el fallo quede firme, el cura seguirá en libertad.

Rasgido fue el primer cura en ser denunciado en la provincia de Catamarca por abuso sexual eclesiástico y el segundo en ser condenado; hubo tres denuncias más. También es el que ha gozado de mayor respaldo por parte de la Iglesia; pero no solo fue protegido y encubierto por el poder clerical, también por el poder político: en estos 10 años, sucedieron 3 mandatos, 2 gobernadores, decenas de legisladores y funcionarios, pero nadie alzó la voz desde el poder político para denunciarlo. Este accionar silencioso y cómplice para Rasgido significó 10 años de impunidad.

La condena de 15 años a Rasgido es una bocanada de aire para la víctima, pero mientras la sentencia no quede firme la lucha no termina. Este proceder de la Justicia con Rasgido es un modus operandi con los curas abusadores, ya que al condenarlos y no encarcelarlos, hasta que la sentencia quede firme, le otorgan meses y hasta años de libertad. Esto pasó con el cura Juan De Dios Gutiérrez, condenado a 12 años de prisión y encarcelado después de un año; o con el caso de Justo José Ilarraz, cura abusador de Entre Ríos, condenado a 25 años en el año 2018, quien aún sigue en libertad por disposición de la Justicia.

La Justicia dilata el juicio hasta que la presión social obliga a condenarlos, luego dilata el mayor tiempo posible la prisión de los abusadores.

La audiencia para escuchar la sentencia se extendió más de cuatro horas, ya que el cura intentó (nuevamente) dilatar la condena haciendo una interminable intervención. Con familiares, miembros de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos y compañeros del Partido Obrero, esperamos fuera de la Cámara Penal y recibimos la noticia.

Una parte importante de esta lucha terminó, Iván, en declaraciones, planteó: “Cuando tenía 12 años se aprovechó de mí, hoy que soy más grande, lo enfrenté y le gané la pulseada”.

Sabemos que todavía queda luchar para que la condena quede firme y que el cura Eduardo López Márquez (la otra causa de abuso eclesiástico) vaya a juicio y sea condenado. Para que las causas avancen y no sean entorpecidas y dilatadas por la complicidad del Estado con los curas abusadores, la lucha contra la impunidad en los casos de abuso eclesiásticos va de la mano con la batalla por la separación de la Iglesia del Estado.

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