Sociedad

2/9/2004|866

Chau, Juancito

Hace treinta años, en Buenos I Aires, en este “lejano puerto” moría Raúl González Tuñón coincidiendo en lo conceptual con la no­ta publicada en PO N5 865, uno de los poetas más grandes de Améri­ca.


Para Tuñón, la literatura fue tina simple extensión de su actitud militante hada la vida, de su compromiso incondicional con la lucha y, a su manera, con la revolución; en el poema “Lluvia”, habla del amor a una mujer, potenciado por el romanticismo de la lluvia, pero no olvida que esa misma lluvia inunda los barrios de los trabaja­dores.


En uno de sus innumerables viajes, allá por la provincia de Neuquén, encuentra en un circo de animales famélicos y carpa remenda­da a un mago que se hace llamar Johnny Walker, allí nace el perso­naje que a la postre se apropiaría de su autor, allí comienza a andar "Juancito Caminador”. Y anduvo por España en la década del ´30, en  Madrid revolucionario, volcando impresiones en el libro Muerte en Madrid, anduvo por Francia, por China, por la URSS, por La Martinica y por otros muchos puer­tos, y amalgamó a todas las plazas del mundo en una sola plaza… “donde un banco me espera”.


Si bien permaneció fiel al Par­tido Comunista, lo que lo llevó a es­cribir su lamentable poema “Muer­te de un traidor”, con motivo del asesinato de Trotsky, tuvo no pocos roces con aquél y su estilo literario oficial, el “realismo socialista”. Tu­ñón se definía como “realista ro­mántico” -el traslado fiel, pero apa­sionado, de lo que se ve y se vive-, con la necesidad de “sacar el arte a la caite”. Y, coherente con su estilo de vida, defendió esta postura des­de la actividad práctica, por ejem­plo, en el grupo de Florida. Raúl González Tuñón, o lo que es lo mis­mo, Juancito Caminador, fue un revolucionario que escribió poemas, un militante dedicado a la litera­tura, un Hombre; en toda la exten­sión de la palabra.