Sociedad

28/12/2023

Con el DNU, Milei abre la puerta a la privatización de los clubes de fútbol

El grupo que controla el Chelsea estaría interesado en adquirir un equipo local.

El fútbol amenazado por más negocios.

El mega DNU de Javier Milei incorpora dentro de sus múltiples puntos la habilitación de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en el fútbol argentino, algo que no tardó en traer repercusiones: el Chelsea de Inglaterra explora invertir en la adquisición de un club local. La modificación de Milei allana el camino para la privatización de los clubes en el marco de un fútbol atravesado por los negocios capitalistas.

El debate sobre las SAD en el fútbol argentino atravesó parte de la campaña electoral e incluso se trasladó a las elecciones de Boca, con la victoria de la lista de Juan Román Riquelme contra el frente privatista de Ibarra y Macri, estos últimos secundados por el propio presidente Javier Milei.

La apertura a las SAD por DNU busca zanjar la controversia de forma unilateral, abriendo paso a que los fondos de inversión y grupos millonarios exploten la vulnerabilidad de las instituciones deportivas argentinas, flanqueadas por las deudas y el vaciamiento impuesto por las directivas y sus negocios.

El planteo de la privatización de los clubes explota justamente el vaciamiento preexistente con el compromiso de “prosperidad” de las instituciones deportivas ligado a la inversión millonaria de los grandes capitales extranjeros.

En el fútbol argentino no existen experiencias directas de estos procesos, con la salvedad de lo que ocurre con el club Talleres de Córdoba que opera como una gerenciadora encubierta y donde su presidente Andrés Fassi -además presidente y uno de los propietarios del Pachuca de México- se valió de capitales extranjeros para sacar al club de la quiebra y del Argentino A.

Sin embargo, este esquema de negocios tiene su costo: el club es un terreno directo de operaciones y negocios privados que no tienen al desempeño futbolístico como su meta principal, sino como la plataforma y vidriera para revender jugadores al mercado internacional dejando un saldo favorable para los inversionistas.

A esto mismo apunta la posible inversión el Chelsea, ahora en manos del consorcio BlueCo, dirigido por el estadounidense Todd Boehly, quienes además son propietarios del RC Estrasburgo de Francia. Boehly, además, es copropietario del equipo de béisbol Los Ángeles Dodgers y del equipo de básquet de la NBA Los Ángeles Lakers.

Billetera mata socio

Lo que estos grupos plantean es utilizar los clubes argentinos como “semillero” para la exportación y colocación de jugadores en el fútbol europeo, haciendo base en alguna institución local para extender sus ramificaciones y reclutadores en el país.

A esto se le llama Feeders clubs o clubes subordinados, que tienen como función alimentar de jugadores al club principal, como ocurre con el City Football Group, propietario de más de una docena de clubes que trabajan para el Manchester City. Caber resaltar que la Premier League inglesa se encuentra totalmente loteada entre capitales estadounidenses, ingleses y de países árabes, preferentemente.

El ingreso de estos fondos y capitales privados operaría como un distorsionador mayor del fútbol argentino. El desempeño deportivo no estaría vinculado a las raíces y desarrollos de cada club y al aporte y la construcción de sus propios socios, sino a la billetera y la capacidad económica y los intereses de los inversores. El desembarco de una o dos instituciones de este tipo operaría como una presión hacia la privatización del resto, con la excusa de recuperar la competitividad y morigerar las asimetrías económicas.

Además, la historia de las SAD y las gerenciadoras privadas no están exentas de fracasos. En Argentina una de las experiencias fallidas de gerenciamiento es la de Sportivo Barracas (CABA). Gerenciada en 2003 fue trasladada a la ciudad bonaerense de Bolívar de donde era oriundo su nuevo presidente Enrique Sacco, quien además le cambió el nombre y modificó los colores históricos del club. Esto terminó en un fiasco total cuando en 2007 los gerenciadores fundaron un club paralelo con igual nombre, lo que terminó en la recisión en 2009, el descenso a la D y luego la desafiliación en 2012.

Cabe señalar que actualmente los clubes no están exentos de estos negocios privados. Las gestiones de las directivas, en la mayoría de los casos, reproducen el mismo esquema de desarrollo, reclutamiento, compra y venta de jugadores que los privados. Muchas de estas transacciones incluso son financiadas por inversionistas privados y/o esconden sobrefacturaciones y negocios turbios de los directivos y su entorno.

El ingreso de las SAD en el fútbol terminaría con la lucha que desenvuelven los socios contra el vaciamiento y los negocios, imponiendo la privatización total de las instituciones y el relegamiento del socio al papel de mero espectador. Además de liquidar otras ramas deportivas y sociales de los clubes que son sostenidas por los ingresos del fútbol profesional y que no cumplen un rol lucrativo.

Se trata de una nueva ofensiva de los capitalistas por colonizar por completo todo resquicio de la vida social y deportiva de los trabajadores, quitándole a los trabajadores y socios lo poco que detentan en la actualidad. Algo que seguramente será resistido por los hinchas y socios, y que dará lugar a procesos y conflictos cada vez más agudos.

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