Sociedad

6/12/2022

Córdoba: razones por las que una mujer policía mató a su hijo

Otra expresión de la descomposición policial.

La agente también hirió de gravedad a su hija.

El pasado domingo, una mujer policía identificada como Maira Barreto le disparó a su hijo de 10 años, quitándole la vida, e hirió a su hija de 6. Posteriormente, intentó suicidarse. Ella y su hija fueron internadas y se encuentran en grave estado. El hecho ocurrió en la capital cordobesa, en el barrio Observatorio.

El exmarido de la mujer y padre de lxs niñxs llamó anteriormente a la policía tras una conversación que mantuvo con Barreto, en la que ella dio indicios de que algo no andaba bien. Al lugar acudió un patrullero para intervenir. En ese momento, la efectiva ingresó a su casa y efectúo tres disparos, provocando el desastre antes mencionado.

Horacio, padre de lxs niñxs, aseguró que Maira ingresó a la policía con antecedentes de haber estado internada años antes en un centro de salud mental. Incluso, hace un mes le habían quitado el arma. Desde la Jefatura de Policía negaron esta versión y afirmaron que Maira ingresó “sin ningún antecedente y en condiciones óptimas para portar armamento”. Sin embargo, lo que ocurrió demuestra que esto no es así. La responsabilidad de la tragedia entonces le corresponde a quienes aprobaron que Maira porte un arma. Ya sea por acción u omisión, las pericias psicológicas fallaron.

Este terrible acontecimiento no es un caso aislado. En los últimos años se conocieron en la provincia múltiples casos de violencia familiar en los que estuvieron involucrados efectivos policiales. En 2016, un policía asesinó a sus dos hijos y luego se quitó la vida, en barrio Alberdi. Tras el suceso, la madre de los pequeños comenzó a reclamar mejoras en los estudios psicológicos de los efectivos y que estos se realicen por expertos de afuera de las fuerzas.

A esto se le suman los numerosos casos de efectivos que asesinaron a sus parejas. En 2018, Carlos Monje asesinó, con su arma, a su novia y a su suegra; luego se quitó la vida. Antes había estado con carpeta psicológica. En 2020, el cabo Jorge Vázquez terminó con la vida de su expareja y se suicidó. En 2021, Ezequiel Seia y Carlos Suárez, miembros de la Policía de Córdoba, mataron a balazos a sus parejas. Ambos se suicidaron. Ese mismo año, Jorge Juárez, de la Policía Federal, le quitó la vida a su pareja, quemándola, y Carlos Galván, piloto de la fuerza aérea, ahorcó a su novia.

Como es evidente, los antecedentes de violencia intrafamiliar en los que se ven involucrados miembros de las fuerzas policiales son muchísimos. En ese sentido, hay dos cuestiones a poner bajo la lupa: la salud mental y el problema de la descomposición policial. En cuanto a lo primero, el gobierno de Juan Schiaretti viene desde la pandemia recortando en el área.

En este punto, vale volver a mencionar que la descomposición policial cuesta vidas. Las mismas fuerzas policiales que están involucradas en los casos de violencia familiar mencionados anteriormente son las que luego salen a las calles y aplican el gatillo fácil, siguiendo una orientación estatal de persecución y represión a la juventud de las barriadas populares; son los agentes bajo el mando de cúpulas envueltas en el delito organizado, trata de personas y narcotráfico. En manos de un aparato descompuesto no puede estar la seguridad ciudadana. Es por esto que exigimos el desmantelamiento del aparato represivo.