Sociedad
1/11/2025
Delito policial en Florencio Varela: uno más y van…

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Comisaría de la policía bonaerense en Florencio Varela
Por estos días los medios varelenses han dado cuenta de un nuevo delito policial. Se trata de la extorsión a un hombre que había estado preso, cuyo nombre no aparece en las noticias, a quien un grupo de policías, algunos de cuyos nombres son el sargento Contreras, un oficial de apellido Ríos, el jefe de calle de apellido Canosa y un civil llamado Lucas Molina. Los mencionados delincuentes obligaron al expreso mencionado anteriormente a pagar $1.500.000, bajo amenaza de armarle una causa penal -cabe señalar que el civil tenía antecedentes penale; por el mismo motivo ya estaba detenido un oficial de apellido Gary. Todos pertenecían a la comisaría primera de Florencio Varela. Ya fueron detenidos por la denuncia de la victima de esta extorsión.
Lo descrito no forma parte apenas de la crónica policial. Todas las comisarías bonaerenses, y quienes cumplen allí funciones, forman parte de la frondosa historia delictiva de la maldita policía bonaerense (como se la conoce popularmente). No en vano Alejandro Ragendorfer escribió un libro dedicado a ella llamado La secta del gatillo. Pero si revisamos la historia de todas las policías provinciales, de la Federal, y en su corta historia, de la de la ciudad de Buenos Aires habremos de ver que la institución policial es un verdadero semillero de delincuentes.
Por lo pronto daremos a conocer algunos hechos del pasado y otros más cercanos para dar cuenta de lo que se afirma aquí acerca de una de las mayores usinas del delito, de la que son víctimas los habitantes laboriosos de nuestro territorio.
En 2017 en la comisaria 1º se encontraron $700.000 en una caja fuerte, lo cual si consideramos que desde 2017 a 2025 ha habido una inflación del 8.924%, estamos hablando de una cifra actual de $62.468.000. Esto llevó a la separación del comisario, ya que es evidente que esa cantidad de dinero superaba la caja chica.
Recientemente en la comisaría cuarta de Bosques el jefe de calle y agentes de la misma realizaban exacciones ilegales en las que estaban implicados también policías de las comisarías primera y cuarta del mismo distrito.
El 22 de septiembre de 2025 el jefe de la seccional primera fue separado junto al jefe de la sección médica de la comisaría de la mujer por chantaje.
También en marzo de 2023 Ramón Rodríguez, comisario mayor y seis policías de la delegación de narcotráfico de la Bonaerense fueron detenidos narcotraficantes a cambio de $1.600 millones.
En 2024 un miembro de la Bonaerense atacó con una escopeta a su vecina Ruth Cabral, siendo detenido en la comisaría 3º del distrito. En lugar de estar en un calabozo fue hallado tomando mate en la oficina del comisario junto a éste.
Hace 23 años era asesinada, luego de ser torturada en la comisaría 1º, Andrea Viera, y más tarde uno de los testigos llamado Galván Plaza fue encontrado muerto cerca de la Tosquera de Scarpato.
Están aún frescos los recuerdos de la desaparición de Lucas Escalante y el asesinato de Lautaro Morelo por parte del comisario Centurión de la comisaría cuarta y jefe de Interpol en el país y los de Paloma y Josué en las inmediaciones de la comisaría cuarta (de la cual Centurión ya no era el jefe), sin que esto fuera aún esclarecido.
En medio de tantas evidencias sobre la naturaleza delictiva de la institución policial, desde el gobierno nacional se insiste en la doctrina Chocobar y la imitación del dictadorzuelo salvadoreño Bukele en materia de mano dura y de fortalecimiento de la policía. Y el gobierno de la provincia de Buenos Aires realiza su publicidad haciendo alarde de la compra y provisión de nuevo armamento y patrulleros, no estando muy lejano el recuerdo de su uso en el desalojo de los sin techo de Guernica comandados por Berni (exministro de Kicillof, reivindicado por Cristina), en medio de la grave crisis habitacional que castiga al pueblo bonaerense.
Así como los curas pedófilos salvan sus pellejos penalmente recurriendo al traslado a otra parroquia, algunos jefes policiales son salvados sobre la base del traslado a otras seccionales o distritos. En ocasiones, sin embargo, son puestos presos debido a que esto es inevitable debido a la movilización popular, cuya fuerza tiene el mérito de poner a estos delincuentes de uniforme tras las rejas. Sin embargo, quienes los reemplazan insisten en sus delitos, cuya tipificación es variada. La naturaleza de la policía, en tanto detentadora del monopolio del uso de las armas, y brazo armado de los explotadores, represora de las luchas obreras y populares, y garante de la propiedad privada del capital, podrá ser maquillada una y otra vez, pero no cambiará su naturaleza. Mientras ésta exista las páginas de los medios de comunicación estarán plagadas de noticias de delitos policiales. Y como muchos delitos son enormes negocios capitalistas y forman parte de la necesidad de los explotadores de defender su tasa de beneficio, la policía seguirá incólume. Lo prueba el gobierno presente de Milei y el financiamiento de Espert por parte de un narcotraficante, la estafa Libra, las coimas de Karina, y localmente la red de trata de Zisuela con prominentes integrantes del gobierno municipal actual y pretérito.
El gran delito y el delito policial están unidos como la carne al hueso a la existencia del régimen de explotación capitalista, que en su descomposición se revela como cada vez más evidente.
En la misma medida en que es necesario acabar con el régimen capitalista para terminar con las penurias de los explotados, es preciso terminar con el aparato represivo, incluida la policía.
Por la disolución de la policía y todo el aparato represivo. Que los trabajadores, sus organizaciones sindicales y barriales combativas tomen en sus manos la seguridad ciudadana, en la misma medida en que luchan por sus demandas y reivindicaciones.



