Tres policías fueron detenidos en la localidad bonaerense de Lanús, a bordo de una camioneta con drogas para la venta, luego de delinquir contra una joven de 21 años a quien le sustrajeron $60.000. Con dependientes de distintas comisarías de Lomas de Zamora y CABA, el hecho deja al desnudo la integración de las fuerzas policiales con el crimen organizado.

Se trata de dos efectivos de la policía bonaerense –uno de la Comisaría 4° de Llavallol y el otro como capitán de la 5° de Villa Fiorito- y un tercero, capitán de la Comuna N°8, perteneciente a la Ciudad de Buenos Aires, a quienes se le incautó “varios envoltorios de marihuana, 88 dosis de cocaína, 24 dosis de pasta base, 1 piedra de pasta base -3,1 gramos-, un HT marca Motorola, unas pistolas marca Bersa, cinco cargadores cargados, dos chalecos reflectantes y uno antibalas de policía de la provincia” (La Unión, 12/5).

Los mismos fueron sorprendidos circulando en una Volkswagen modelo Suran tras la denuncia de los vecinos de que en la misma se encontraban sujetos que se hacían pasar por policías para cometer distintos ilícitos.

Al ser interceptados por efectivos policiales del distrito de Lanús, estos manifestaron encontrarse en un supuesto “procedimiento” de incógnitos, cuestión que fue refutada por la denuncia de una joven de 21 años que manifestó que los acusados le sustrajeron, con el uso de armas de fuego, $60.000 cuando salía de la casa de su novio en Lomas de Zamora.

Uno de los oficiales de la Bonaerense se encontraba de licencia por carpeta médica y portaba el arma de su pareja, una sargento de la misma fuerza, para operar delictivamente.

Las actuaciones fueron ingresadas a la Justicia bajo la carátula de “Robo calificado y tenencia de estupefacientes para comercialización”. El oficial que estaba de licencia también fue imputado por “Tenencia de arma de guerra”.

Este hecho deja al descubierto el vínculo directo entre las “fuerzas de seguridad” y el crimen organizado. La policía bonaerense y la de CABA se encuentra comprometida con el narcotráfico y con distintos ilícitos.

Esta situación compromete más la vulnerabilidad de los vecinos y vecinas trabajadoras que ante los hechos de inseguridad reclaman por más presencia de las fuerzas policiales, las cuales cuando no actúan en connivencia con los narcos y delincuentes lo hacen de forma directa, suplantándolos, para quedarse con una mayor parte del botín, o recaudar para las cajas negras de las taquerías.

La respuesta a la inseguridad no puede venir de la mano de reforzar el aparato policial descompuesto, que solo garantiza una disputa por el control de las cajas del narconegocio y el crimen organizado. Estos elementos deben ser depurados de las fuerzas de seguridad, junto con las cúpulas y cabezas policiales, y someter a las fuerzas de seguridad al control de los vecinos y organizaciones de derechos humanos.

Un programa que requiere de la intervención directa de los trabajadores para expulsar a los políticos capitalistas financiados por los narconegocios, y poner en pie un gobierno de los trabajadores.

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