Sociedad

12/9/2012|1239

Drogas, la política del capitalismo por otros medios

Resulta harto conocido que un sector muy amplio de la izquierda adopta frente al consumo de drogas una posición liberal, no una socialista. Opone a la lucha que debe encarar el movimiento obrero y el socialismo contra el carácter embrutecedor de las drogas en la población trabajadora y en los barrios obreros -cualesquiera sean ellas- la reivindicación de la libertad individual.


Narcotráfico


Sin ningún lugar a dudas, el combate a las drogas es una política del imperialismo yanqui para militarizar los regímenes políticos y para justificar la penetración de sus servicios de espionaje. Frente a la represión de los explotadores, defendemos incondicionalmente el derecho de los obreros y de la juventud a hacer y a consumir lo que les venga en gana; pero es simplemente criminal que esta posición frente al imperialismo signifique complicidad con lo que equivale a una destrucción moral y material de los trabajadores. Un obrero tiene todo el derecho del mundo, si quiere, a votar por Pedraza; pero solamente una izquierda desnaturalizada podría convalidar esta posición en lugar de combatirla; esto por medio de la propaganda, del ejemplo, de la organización. El mismo imperialismo que “combate” el narcotráfico lo estimula, mediante el lavado de dinero de los bancos, o el apoyo a regímenes como el de Uribe -jefe del narcotráfico colombiano. En Afganistán, el imperialismo yanqui es el responsable del auge descomunal de la producción de amapola y de heroína. El desarrollo del narcotráfico está ligado en forma íntima a la bancarrota del capital -al cual ofrece una “salida”-, a igual título que el armamentismo y la guerra.


Las libertades


La izquierda ligera defiende el consumo de drogas, bajo el pretexto de la libertad. Pero este consumo no es el resultado de un acto libre, sino que se produce bajo la presión del medio social opresor -cada vez más penetrante- del capital. Marx no dijo que el opio fuera un aire libertario que refresca a las masas, sino que lo comparó con el sopor de la religión. La izquierda ligera admite que, en el capitalismo, el obrero tiene la “libertad” de vender su fuerza de trabajo, o sea la obligación de hacerlo, pero trata a los estupefacientes como un néctar liberador. ¿Para qué el sacrificio de la militancia revolucionaria si podemos liberar las pulsaciones con un porrito? Hay una enorme maquinaria capitalista que impone la droga por medio de la coacción -la principal de las cuales es la explotación social y, peor, la desocupación. Un diario acaba de registrar una frase conocida: antes que la fábrica, prefiero ser puta -clamó una francesa. Ante la policía y los servicios de “moralidad”, nosotros defendemos el derecho de la francesa mencionada a la prostitución -al mismo tiempo lucharemos para que se organice, contra los atropellos que sufren todas ellas, incluso la extorsión policial y, finalmente, para que sean militantes revolucionarias, que luchen por una sociedad que abola el trabajo asalariado. Rechazamos las reglas seudomorales sobre la sexualidad, pero no oscurecemos la diferencia de la sexualidad en una sociedad libre y en otra opresora.


¿Qué legalizar?


Los que comparan el derecho al libre consumo de drogas con la legalización del aborto juegan sucio, porque, en realidad, son partidarios de ese consumo, no señalan su condición social destructiva en las condiciones concretas de la descomposición capitalista. Es como si fueran promotores del aborto, algo que el imperialismo ha impulsado en forma sistemática como método anticonceptivo entre poblaciones indígenas. Ha perpetrado verdaderas masacres en este campo. Defendemos “el derecho” cuando es una defensa del trabajador frente a la represión; pero no somos liberales, sino socialistas: el derecho reglamenta un orden desigual o explotador, los socialistas oponemos a la reglamentación por medio del derecho la libre asociación de los productores.


Una lucha obrera y socialista


El combate al “opio” de los pueblos no es una novedad para los socialistas. Los estupefacientes, el alcohol y las drogas destructoras -que son un negocio de los grandes laboratorios- funcionan como un factor de descomposición de la fuerza de trabajo y de destrucción de su moral, con el único fin de obturar una salida revolucionaria.


La droga es la continuación de la política capitalista por otros medios. Así lo demuestra el ingreso masivo de drogas como el crack, por parte de los servicios, en los barrios negros de Estados Unidos durante los 70, y hoy en todo el mundo. Los socialistas debemos pelear para que sean las organizaciones obreras las que lleven adelante la lucha contra la descomposición social en los barrios.