Sociedad
11/11/2024
El asesinato de Pillín Bracamonte y el fracaso para desmantelar el narco Estado
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Pillín Bracamonte.
El asesinato de Pillín Bracamonte, el histórico líder de la barra brava de Rosario Central, marca en primer lugar que las bandas narco siguen dominando Rosario. Esto desmiente la campaña libertario-radical sobre el desmantelamiento del narcotráfico, derivada de su política de saturación represivas y medidas de excepción contra la ciudadanía que conforman un verdadero Estado policial: pedido DNI como requisito para circular, detenciones arbitrarias para cubrir “cupos”, torturas en cárceles, demoras y aprietes a menores de edad, allanamientos al voleo en barrios populares, razzias.
Las distintas hipótesis que circulan sobre este crimen tienen como denominador común el hecho de que a Bracamonte lo habría asesinado un grupo narco. Ya sea que lo haya ejecutado una banda narco que opera entre los barrios pobres que se intercalan en el Fisherton de los countrys para disputarle negocios; un sector de Los Monos, porque Bracamonte habría sido informante de la Justicia para salvarse de sus propias y múltiples causas penales; o por el control de la barra que le disputó Samuel Medina, miembro de la familia Cantero, asesinado en octubre y que desató una interna en la barra de Central; o por los Alvarado, lo cierto es que este crimen tiene la marca del narcotráfico.
Otro dato que destaca es que luego de 29 intentos de asesinato y de una protección estatal que le permitió sostenerse como jefe de la barra brava de Central durante casi tres décadas, Pillín fue emboscado en una zona liberada por la Policía de Santa Fe, en las inmediaciones del Estadio de Rosario Central, en el barrio de Arroyito, donde había un gran despliegue policial por el partido entre Central y San Lorenzo. Luces apagadas, cero control policial, ninguna cámara funcionando. Es decir, complicidad del Estado en el crimen. Y también las versiones de que Los Monos le habrían retirado la protección que habían pactado desde hace años, tal vez a través del algún sector de la propia policía.
Este nuevo crimen es un fracaso de Pullaro, que anticipa una nueva oleada de violencia que afectará a toda la ciudadanía y sobre todo a la población trabajadora. La vuelta a los códigos contravencionales de la época de la dictadura y las torturas en cárceles demostró su fracaso para desmantelar el gran delito, así como la disposición del gobierno de Unidos para Cambiar Santa Fe de violar los derechos democráticos de la población para montar un show represivo y ocultar el rol indispensable del propio aparato del Estado en la protección del narcotráfico, sin la cual es imposible que el narcotráfico opere.
La ministra Patricia Bullrich sigue en silencio, aunque apura tuits para celebrar apresar gente por “tenencia” de talco o detener periodistas deportivos y torturarlos con falsas acusaciones. La propia Bullrich todavía debe dar explicaciones por el tráfico de armas para los militares golpistas en Bolivia bajo el gobierno de Macri, mismos militares que luego terminaron traficando estupefacientes a la Argentina en avionetas que vienen desde ese país.
Son muchos los nexos entre el narcotráfico, las barras bravas, burocracia sindical y el poder político que deberían ser investigados, dada la profusa red de negocios de Bracamonte con hospitales y la obra pública, a través del contacto con la cúpula de la Uocra y de UPCN, donde reportaba el otro asesinado de la barra brava asesinado junto a Bracamonte. Pero los nombres de los funcionarios y políticos vinculados a estos negociados nunca aparecen en las investigaciones judiciales.
Los homicidios y crímenes ligados al gran delito no dejaron de ocurrir en Rosario y Santa Fe, solo fueron desfigurados por la campaña fachistoide de Pullaro y Milei. Una caída de cifras escandalosas no puede igualarse en lo más mínimo con el desmantelamiento de las redes narco. El narcotráfico es un negocio capitalista, como lo es el juego ilegal. Sirve para valorizar otros negocios como las agroexportaciones “contaminadas” con droga, que salen desde los puertos privatizados nunca fiscalizados.
Una salida verdadera a este copamiento narco de Rosario, Salta, Corrientes, Buenos Aires, Capital Federal, Neuquén, no vendrá nunca de la mano de los políticos empleados de los capitalistas, socios de las barras bravas y la corrupta burocracia sindical.