Sociedad

9/3/2023

El consumo de proteína animal está restringido para la población

Aumenta la carne de vaca, de pollo y de pescado y los huevos.

Los alimentos lideran la escalada inflacionaria.

En el transcurso de febrero el precio de la carne se disparó 18% según relevamientos privados, constituyendo un verdadero golpe a la alimentación de los sectores populares. Con el agravante de que otras fuentes de proteínas, como el pescado, el pollo y los huevos, también sufrieron fuertes subas.

El maple de huevos aumentó alrededor del 42% durante febrero, debido a la escasa oferta. Al igual que todos los veranos, las temperaturas extremas provocaron la muerte de gallinas ponedoras -el año pasado se contabilizaron 3,5 millones de fallecidas por golpes de calor, 7% del total. La mortandad se agravará por los casos de gripe aviar detectados, que ya han implicado el sacrificio de  240 mil aves en granjas de Mar del Plata y Río Negro a principios de marzo.

Que la oferta de huevos esté tan supeditada a dichos fenómenos se debe a la precariedad de las unidades productivas ovícolas. El gobierno no toma ninguna política para incrementar la producción de huevos en función abaratarlos. Por el contrario, permite que los altos precios internacionales del maíz se trasladen al mercado interno, encareciendo la alimentación de las gallinas, y beneficia al agronegocio en detrimento de los pequeños productores.

A su turno, el kilo de pollo registró subas del 45% en febrero. Aquí operan, por un lado, las remarcaciones propias de un proceso de faena muy concentrado, ya que el 50% del mismo está en manos de apenas cinco empresas (Granja Tres Arroyos, Soychú, Las Camelias, Noelma y Alibue SA).

Por otro, el dólar soja que impulsó el gobierno impactó en el precio interno del poroto, que constituye la principal fuente de alimentación del ganado avícola. Así, a pesar de que el pollo reemplazó en gran medida las compras de carne vacuna que es cada vez más inaccesible inaccesible, el consumo de carne aviar se redujo en un 0,1% entre 2021 y 2022 debido a su encarecimiento, según los datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.

En cuanto al pescado, encontramos, por ejemplo, que el kilo de merluza oscila los $1.800 (subió 14% solo en enero) y el de salmón rosado $6.490. Estos precios siderales obedecen a que el 90% de la pesca capturada tiene destino de exportación, y los frigoríficos trasladan el precio FOB (que contempla el precio de mercado local, el costo de transporte internacional y el derecho de exportación) al mercado interno. Como consecuencia, el consumo de pescado en Argentina no supera los 7 kg anuales por habitante, tres veces menos que el promedio mundial.

El encarecimiento de alimentos básicos constituye un nuevo golpe a los salarios, que ya están en declinación fruto de la estampida inflacionaria y las paritarias a la baja, convalidadas por el gobierno y las burocracias sindicales. El oficialismo, que asumió prometiendo la heladera llena y la parrilla encendida, se dedica a hambrear a la población con su ajuste fondomonetarista y sus políticas a favor de las patronales.

En ese sentido, preserva el dominio capitalista del comercio exterior local, motivo por el cual el alza de las commodities se traduce en alimentos más caros en las góndolas criollas, se niega a abrir los libros de la industria alimentaria avalando remarcaciones, y protege el acaparamiento de la tierra por parte del capital agrario, que prioriza los cultivos de exportación en lugar de garantizar la alimentación del pueblo.

Como vemos, es necesario dar lugar al control obrero de la producción de alimentos para orientarla a las necesidades de las mayorías, y, a su vez, debemos luchar por recomponer los ingresos populares, exigiendo un sueldo inicial de $253 mil, aumentos salariales indexados a la inflación y trabajo bajo convenio para todos. Una salida de los trabajadores, contraria al rumbo del FMI en el que se han embarcado todos los políticos capitalistas.