Sociedad

12/11/2009|1108

El estructuralismo y la disolución del hombre

El deceso de Levi Strauss

El antropólogo Claude Levi Strauss acaba de morir en Francia, a punto cumplir 101 años. Desde una temprana estadía en Brasil, en la década del treinta, Levi Strauss se abocó a la investigación de la vida social de los pueblos prehistóricos. Sin embargo, a diferencia de la antropología preexistente, marcada por la impronta del colonizador, Levy Strauss rechazó la división entre pueblos de la “cultura” y de la “naturaleza”, que reservaba la condición humana apenas para los primeros. Sostuvo acertadamente que no hay pueblos sin cultura y asumió la defensa de la dignidad social de los hombres llamados primitivos y la investigación del carácter de sus sociedades. Sus libros más renombrados son “Las estructuras elementales del parentesco”, “Raza e historia”, “Tristes trópicos”, “Antropología estructural”, “El pensamiento salvaje” y “Mitológicas”.

Levi Strauss presentó sus trabajos como la contribución de un método: el estructuralismo. Es precisamente en ese aspecto donde sus limitaciones se hicieron más evidentes y sobresalió una interpretación conservadora de la vida humana: toda “estructura” social, según el antropólogo francés, no es otra cosa que la expresión de las propiedades “invariantes” o constantes de nuestra especie. Levi Strauss, a pesar de algún reconocimiento ocasional a Marx, se opuso a considerar al trabajo humano como el fundamento de su desarrollo civilizatorio (socialmente contradictorio, debido a la explotación de ese mismo trabajo). Según Levy Strauss, el progreso de las fuerzas productivas humanas no existe. Se interesa en lo que no cambia y en las reglas del no cambio que se manifiestan en la estructura de toda sociedad, inspirado en los principios de la sociología de Emile Durkheim, de quien se declara discípulo. Por eso concluye negando la evolución cultural del hombre: entre los mitos cosmológicos de la antigüedad más remota y la ciencia moderna no podría distinguirse ninguna jerarquía. El planteo se presentó como progresista porque, al oponerse a fundamentar la “superioridad” de la cultura moderna sobre la de los pueblos salvajes, cuestionaba el argumento mediante el cual el capital y el imperialismo presentaban sus propias salvajadas en el mundo colonial con pretextos “antropológicos”. Sin embargo, con Levi Strauss, desaparecen la historia y el sujeto que la constituye. La “estructura” hipertrofiada eliminó al hombre vivo y actuante, un defecto no menor en un antropólogo.

Incesto y cultura

El punto de partida de la cultura humana es, para Levy Strauss, la prohibición del incesto, que se presenta como una constante universal en las primitivas comunidades humanas (algo que de todos modos se ha transformado en controvertido, conforme a algunas investigaciones más recientes). El incesto no es un hecho natural, ni tampoco cultural; tendría entonces un carácter fundacional de la sociabilidad propiamente humana. El intercambio de mujeres, imposibilitadas de aparearse en el seno de su familia original (en el sentido más amplio que tenía en su forma original, no monogámica) originaba una circulación social y una forma de comunicación específica de nuestra especie. De este hecho “comunicacional”, Levy Strauss derivó la explicación del vínculo entre los hombres como un lenguaje al cual podrían caber las conclusiones de la lingüística.

El aporte de la lingüística, a partir de los trabajos de Ferdinand de Saussure, consistía en abordar la lengua como un sistema de signos abstraídos de su propio significado (el objeto que denotan) y en sus elementos constitutivos originales (unidades de sonido o fonemas), para comprender la estructura particular de la lengua humana diversa. Pero el propio Saussure había alertado que no debían generalizarse sus descubrimientos en áreas de la investigación social y de la economía. Una mujer, en definitiva, no es una palabra, un mero signo o un fonema, ni puede asimilarse a él como “intercambio” entre un emisor y un receptor individual en el hecho comunicativo. En la comunicación lingüística, el sujeto del habla es el individuo. En contrapartida, los sujetos claves en el ámbito social son colectivos.

La operación intelectual de Levy Strauss consistió en abstraer a la humanidad de su historia real, de la historia de sus antagonismos sociales; es decir, de la lucha de clases, y se transformó ulteriormente en la petición de principios del llamado post modernismo, basado precisamente en el llamado “giro lingüístico”. La historia de los hombres y sus acciones colectivas quedaban subsumidas en una suerte de lógica inmanente al espíritu humano y las estructuras formales de ese espíritu que se representaban en el sistema del lenguaje. Una suerte de idealismo cultural reemplazaba toda concepción materialista de la historia1. La lengua, el medio, la comunicación, en su generalidad a-histórica, sustituyeron al hombre de carne y hueso. El hombre se presentaba de hecho como una creación o subproducto de la “estructura” lingüística, que fascinaba además por la sencillez de sus reglas, su perdurabilidad en el tiempo y la libertad que otorgaba al hablante para combinar de infinitas maneras las palabras.

Declinación

El estructuralismo se propuso como objetivo propio la desaparición del sujeto en la “estructura” omnipresente y anacrónica, sin historia. El cometido del las ciencias sociales, sostuvo Levy Strauss, “no es explicar al hombre sino disolverlo”. La estructura es todo, el sujeto nada. No hay hombres que hagan la historia porque los unos y la otra se han “disuelto”. Él mismo se cuidó siempre, además, de una intervención más directa en la vida social, allí donde los sujetos intervenían cuestionando las “estructuras”: en 1968, cuando brillaba como estrella rutilante del pensamiento galo, nunca firmó los innumerables pronunciamientos de la intelectualidad francesa en apoyo a la insurgencia obrera y estudiantil de la época. Además, la intelectualidad que rendía pleitesía al stalinismo no tuvo inconvenientes en sumarse a la moda, como fue el caso paradigmático de Louis Althusser, que propuso una “lectura” de El Capital en clave “estructuralista”. Era una manera especial de cubrir la desaparición del sujeto en la política contrarrevolucionaria del Partido Comunista, convertido en partido del orden; es decir, de la “estructura”. Una moda que se extendió con los trabajos de Foucault y con la versión de Lacan sobre el psicoanálisis para quien el “inconciente se estructura como… lenguaje”.2

Según un antropólogo de nuestros pagos, el declive del estructuralismo, a partir de la década del ’70 es irreversible3. Un justo final para “una especie de filosofía heterogénea que esgrime el rigor de las matemáticas, pero que opera y sobrevive gracias a la ambigüedad de la retórica”.

1. Fougeyrollas, Pierre: Contre Levi Strauss, Lacan, Althusser, Ed. Savelli, Paris, 1976.

2. Anderson, Perry: A crise da crise do marxismo, Ed Brasiiense, San Pablo, 1984.

3. Reynoso, Carlos: “Seis nuevas razones lógicas para desconfiar de Levi Strauss”, en Revista de Antropología, Buenos Aires.