Sociedad

3/2/2011|1164

¿El software libre es la revolución?

En las comunidades productoras del software libre es verdad que están presentes cualidades que asociamos con la sociedad libre y socialista para la que luchamos por forjar: el control sobre la producción de los bienes de parte de sus productores, una meritocracia que también permite la revocación de cargos, la producción planificada según las necesidades reales de la gente, la transparencia del producto sin secretos de negocio (software libre), el compartir abiertamente toda la información y la distribución de los productos sin restricciones aparentes a todos que lo necesiten. Pero la realidad demuestra que mientras existan los pulpos y monopolios en el contexto de la sociedad capitalista y su crisis, estas comunidades constituyen, en realidad, un “modelo de negocio” más y, en el mejor de los casos, sólo pueden perdurar por unos pocos años antes de que sean totalmente vaciadas, con el fruto de su trabajo apropriado en “versiones comerciales” y “app shops” con sus mejores productores presos de estas corporaciones como empleados. Desde Prensa Obrera ya se abrió este debate: “La superexplotación de los productores del software… consiste básicamente en echarlos a todos de su trabajo y convertirlos en cuentapropistas. Los pulpos entran en las comunidades mediante el patrocinio de eventos, de mini-proyectos y, finalmente, mediante la ‘compra’ de esos mismos productores, que terminan como empleados tercerizados de ellos” (Prensa Obrera Nº 1.125; http://bit.ly/igjtGQ).

Todo esto nos lleva directamente a la pregunta: ¿qué tipo de programa permitiría la organización de los trabajadores que producen el software y los trabajadores de los medios de comunicación para lograr estos objetivos realmente?

En enero de 2003, Eben Moglen publicó “The dotCommunist Manifesto”, que por su título merecería ser considerado. Su programa, por más parcial y ambiguo que sea, es incompatible con el capitalismo: defiende la abolición de todas las formas de la propiedad privada en el plano de la propiedad intelectual, la liberación del uso del espectro electromagnético de todas las licencias vigentes y el desarrollo de su infraestructura “para implementar el derecho de cada persona a utilizarlo”; el establecimiento como “bienes públicos” de programas de computación y todas las otras formas del software, como información genética, para su desarrollo social; respeto pleno para la libertad de expresión, incluyendo la técnica, y acceso libre y gratuito a toda la información y todos los materiales pedagógicas utilizados en todas las ramas de la educación pública. Pero el problema fundamental de este programa es que para Moglen no sólo sería posible alcanzar estas metas en el marco del capitalismo, sino que van a ser alcanzados gracias al capitalismo mismo mediante la propaganda del movimiento que va a arrebetar “el patrimonio compartido de la humanidad” mientras permanezca como una parte fundamental del mismo capitalismo. Dice “[frente a la división de la sociedad en burguesía y proletariado] la revolución mayormente no tuvo lugar y donde surgió, o se reivindicó como tal, se mostró incapaz de institucionalizar la libertad. En vez de ella, el capitalismo, gracias a la tecnología moderna, pudo conseguir para sí una medida de común acuerdo. Los trabajadores en las sociedades avanzadas vieron mejoras en su vida con el progreso de la industria, en vez de hundirse más y más bajo las condiciones de existencia de su propia clase. La pobreza no se desarrolló más rápidamente que la población y la riqueza”.

Obviamente, las noticias de todos los días sobre cómo los trabajadores llenan las calles en países en todo el mundo contra los planes desesperados del capitalismo para bajar su nivel de vida muy por debajo de sus condiciones mínimas de existencia, demuestran que estamos ante la negación garrafal de la crisis capitalista y la imposibilidad de confiar en cualquier solución mientras sobreviva el modo de producción actual. Pero lo que tenemos que subrayar aquí es que -en el plano de la Internet- donde Eben Moglen dice que los productores del software están ganando “paulatinamente” contra los capitalistas- estamos recibiendo una gran paliza que va de mal en peor. Hace mucho que los pulpos que se jactan de ser los campeones del software libre cruzan todas las fronteras y baten récords de rapiña y extracción del máximo de valor de los dos mil millones de usuarios. “Somos el 40% del mercado de servidores web” (Eben Moglen, “Liberando la mente: Software Libre y la Muerte de la Cultura Propietaria”), ya que el servidor web Apache es utilizado cada vez más en desmedro de los servidores “propietarios”. Pero la atracción de los pulpos para adueñarse de los productos del software libre y sus productores y administradores, así como por vaciar sus comunidades es de querer cortar gastos y crear nuevas oportunidades de la extracción de plusvalía.

Y van por más, como hemos advertido en el artículo “WikiLeaks y la crisis mundial” (Prensa Obrera Nº 1.159; po.org.ar/articulo/po1159037/wikileaks-y-crisis-mundial) donde el autor explica cómo se pasa por encima de la mentada “neutralidad del internet”, que afecta a cada uno de los 2 mil millones de usuarios “con la descarga y utilización de aplicaciones, archivos y cualquier dato. La extinción de la neutralidad por motivos económicos, permitiría tarifar los accesos, lo que adquiere un carácter político luego de lo de WikiLeaks”. Este artículo también cita la afirmación de Cristina Kirchner de que “si Internet hubiera existido en los ’70, el golpe militar no hubiera podido producirse, dado el desarrollo de la información en el ciberespacio”. Esta afirmación se desmiente en la sangre de los trabajadores de Egipto, ya que despertamos hoy con la noticia de que el gobierno de Egipto ha interrumpido el servicio de Internet y de mensajes de texto, y ha desplegado una élite de operaciones especiales de contraterrorismo para intentar impedir las manifestaciones de masas contra el gobierno (USA Today, 28/1).

El software libre no puede constituirse en cabeza de playa en la lucha de clases y extenderse sobre el resto de la sociedad en la forma de una “evolución lamarkiana, en que las características adquiridas son heredades por los demás” como afirma Moglen, sino que para salvar a Internet y sus trabajadores y usuarios habría que fundar la sociedad sobre bases nuevas, utilizando los métodos históricos de la clase obrera en todos los planos. Y para los trabajadores del software (tanto el “propietario” como el “libre”), de Internet y de los medios de comunicaciones, la expropiación bajo control obrero de todos los pulpos en el marco de un gobierno de trabajadores.

Como Luis Oviedo advirtió en su artículo “Google te espía” (Prensa Obrera Nº 997) en junio de 2007 (http://bit.ly/f526xi): “Cuando nació Internet, los comentaristas de turno auguraban que la red potenciaría las libertades. Hoy, muchos años después, Google y toda la red se han convertido en un gigantesco espía que ve todo lo que hacemos en nuestras computadoras, lo registra, lo archiva y lo utiliza. Todo esto confirma una vieja conclusión de los socialistas: bajo el dominio del capital, ninguna mejora tecnológica trae la libertad. Al contrario, refuerza la opresión social y política de la burguesía (y de sus Estados).”