Una muestra flagrante del fracaso que envuelve a todo el régimen político es sin dudas la evolución de la pobreza en el país. En los últimos once años, la misma aumentó 12 puntos, alcanzando el 40,1% en el primer semestre del 2023. Si midiéramos la pobreza hoy, obtendríamos una cifra aún mayor, dado que el último dato disponible corresponde a un período previo a la devaluación de Massa, que constituyó un verdadero guadañazo al bolsillo popular en nombre de satisfacer al FMI.

En ese tiempo se sucedieron gobiernos de diferentes signos políticos y cada uno de ellos finalizó su mandato contabilizando más pobres que al momento de asumir. A comienzos de la segunda presidencia de Cristina Kirchner, en el primer semestre de 2012, la pobreza yacía en el 28%; sin embargo, al concluir su gestión, la misma había ascendido al 30,10%.

Mauricio Macri, por su parte, contaba con un índice de pobreza del 31,40% en el primer semestre del 2016 y se fue del gobierno con un 35% de pobres. Finalmente, Alberto Fernández llega al final de su mandato con 4 de cada 10 personas sumidas en la pobreza. El empobrecimiento de la población es lisa y llanamente una política de Estado.

El denominador común ha sido la postración de los gobiernos ante los mandatos de las clase capitalista, en desmedro de las condiciones de vida del pueblo. Se han dedicado a transferir recursos del trabajo al capital mediante la inflación, las paritarias a la baja y el trabajo precario. Han consagrado una fuga de capitales equivalente al PBI argentino, fuente de innumerables desequilibrios económicos que pagamos los trabajadores. Haber privilegiado esos intereses condujo a que hoy en día dos tercios de las infancias vivan en hogares donde las necesidades básicas no pueden ser cubiertas.

Más que una “deuda” de la democracia como se suele decir, es la demostración del fracaso de la misma en tanto fachada política de un régimen de explotación. Curiosamente, buena parte del hastío que eso genera en los habitantes va a parar a las aguas de Milei, que le achaca a los partidos tradicionales la responsabilidad de haber hundido al país, eludiendo el papel de la clase social como instigadora de todas esas políticas. Esa tergiversación es lo que le permite al candidato de La Libertad Avanza decir que la salida sería un capitalismo a ultranza.

Lo cierto es que solo una política inspirada en principios socialistas podrá transformar esta realidad tan aciaga, en clave de desarrollo y bienestar para las mayorías. Fuera los políticos capitalistas que nos sumergen en la pobreza.

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