Sociedad

26/11/2020

Enorme conmoción popular por la muerte de Diego Maradona

El mundo despide a un hijo de la clase obrera

Fotos: Lidia Barán @ojoobrerofotografía

La noche del miércoles 25 se escuchó en todos los barrios argentinos los cantos, los aplausos, los fuegos artificiales, vivando a Diego Maradona. Las canchas de los clubes donde fue ídolo, como Boca y Argentinos, pero también Nápoles, se han transformado en santuarios donde pasan miles a llevar sus carteles y ofrendas. Por el velorio en la Casa Rosada ya han pasado miles. La cola suma cuadras y cuadras, de Plaza de Mayo hasta Constitución.

Maradona es hoy tapa de los diarios de todos del mundo. Hasta en los países más lejanos. Ahí donde Maradona es sinónimo de Argentina. Porque la burguesía argentina no ha logrado que el país sea número uno más que en récords de muertes por enfermedad, de endeudamiento, de inflación o de pobreza. Un pibe de un barrio sumergido en la miseria, que sigue en las mismas condiciones al día de hoy, pudo sí vencer a los poderosos, desafiarlos. Pudo dar alegría y orgullo, donde era difícil encontrar esperanzas de poder salir del barro. Un jugador que siendo ídolo en todo el mundo, volvió una y otra vez a jugar en Argentina, a estar cerca de su gente.

La victoria a los ingleses fue un símbolo, una revancha antiimperialista, a 4 años de la derrota en Malvinas. Su rebeldía frente a los poderosos, sus choques con la dirección de la FIFA, quedaron grabados en la cabeza de millones. En el año 2000 resumió de manera contundente su conclusión de una visita al entonces Papa Juan Pablo II: “Entré al Vaticano y vi el techo de oro. Y me dije cómo puede ser tan hijo de puta de vivir con un techo de oro y después ir a los países pobres y besar a los chicos con la panza así. Dejé de creer, porque lo estaba viendo yo”.

Indudablemente ese rasgo rebelde tiene mucho que ver con el cariño que se ganó, como pocos en la historia, de parte de una parte enorme de las masas.

Junto a las masas de trabajadores, de pueblo, se han anotado los funcionarios del gobierno y los políticos patronales de todos los colores para la despedida. Pero no pueden apropiarse de los logros de un hijo del pueblo pobre cuando condenan a millones que no tienen el don o la oportunidad para escaparse del hambre como pudo hacerlo él. El presidente francés Emmanuel Macron dio a conocer un elogioso texto sobre Maradona, queriendo darse un baño de pueblo que quite en su país y en el mundo la imagen de las rebeliones contra los aumentos de combustible y la reforma jubilatoria que caracterizaron a Francia hasta la pandemia.

Son todos ellos los que perpetúan el negocio del fútbol, que empaqueta y trasforma en mercancía al deporte. Es en ese circuito, de negocios y mercantilización que el Maradona que el pueblo llora quedó atrapado en las garras de la descomposición personal de él y de sus relaciones.

Millones que aman el deporte lo despiden. Millones de humildes, de trabajadores en el mundo entero lloran a uno que pudo conquistar el mundo saliendo de Villa Fiorito. No son los poderosos que se suman para la foto, sino el pueblo dolido, el que puede barrer la miseria para los Pelusa que nacen todos los días.