Sociedad

14/4/2023

Independiente: una crisis que refleja el fracaso de macristas y peronistas

Los negocios capitalistas en la antesala de la salida de Doman y el aumento de la tensión social.

Manifestación de hinchas de Independiente.

La reciente renuncia de Fabián Doman al frente del Club Atlético Independiente (CAI) atizó una crisis de larga data, que tiene como denominador común el uso y manipulación del club de Avellaneda por parte de burócratas sindicales y políticos capitalistas como plataforma para sus negocios privados y proyectos electorales. Una práctica común en el futbol argentino, que da cuenta del fracaso de las gestiones patronales y la creciente enajenación de los clubes a manos del sector privado.

La salida de Doman a tan solo seis meses de ser electo con casi el 72% de los votos y una participación de 16.000 socios y tras solo tres meses de gestión expresan todas las contradicciones del fracaso de los “protogerenciadores” capitalistas y sus negocios, agravando una cuasibancarrota del club, con resultados futbolísticos deplorables y un clima de tensión que se agiganta.

Doman asumió como parte de una directiva reciclada de la anterior gestión moyanista, rodeado por parte de la dirigencia provincial del PRO, de la mano del actual intendente de Lanús Néstor Grindetti –quien asumió provisoriamente la presidencia- y el exministro de Seguridad bonaerense de María Eugenia Vidal, Cristian Ritondo.

La victoria holgada de la fórmula Unidad Independiente tuvo como trasfondo el rechazo masivo a la gestión antecesora de Hugo Moyano más que el mérito propio, que dejó al Rojo en una situación financiera crítica e inhibido por las deudas. La “nueva” conducción de reciclados y “halcones” PRO ingresó con el compromiso de una “lluvia de inversiones” para rescatar al club que nunca se concretaron y abre la puerta a una mayor injerencia privada, con el fantasma de privatización como telón de fondo.

Una historia de desfalcos

El club de los Diablos de Avellaneda viene de una seguidilla de gestiones y negocios ruinosos que son la antesala de la crisis actual y que grafican las consecuencias de los padrinazgos políticos capitalistas, peronistas y macristas, al frente las conducciones dirigenciales.

A la virtual quiebra del club con la gestión de Julio Comparada, de asiduos negocios con el difunto Julio Grondona –entre ellos la construcción del estadio a manos de una empresa “amiga” con endeudamiento de por medio- y el apoyo de la bancada del PJ local de “Cacho” Álvarez, le siguió la gestión fallida del “independiente” Javier Cantero, que vino a proponer una recuperación del club por parte de los hinchas y terminó buscando apoyos en el gobierno y la AFA, con el descenso de la categoría de por medio y el engendro de personajes nefastos como la represiva Florencia Arietto mediante.

Con la salida de Cantero volvió la “vieja gestión”, ahora con el burócrata sindical, excomparadista, Hugo Moyano al frente, con lo que el club logró un ascenso ajustado y el primer triunfo deportivo en años: la Copa Sudamericana del 2017. El club adolece de títulos locales desde el 2002, síntoma de las sucesivas crisis y vaciamientos.

Lo que hizo Moyano fue más de las mismas gestiones capitalistas. Tras el triunfo de la Sudamericana y la renovación por otro mandato, la comisión directiva impulsó la venta de jugadores destacados del plantel –una máxima del futbol argentino-, sumados a otros ingresos por las copas disputadas, patrimonio “dilapidado” en negocios dudosos y contrataciones injustificadas en dólares (Silvio Romero, Fernando Gaibor, Cecilio Domínguez, Gonzalo Verón) de cumplimiento imposible, acrecentando el pasivo, las deudas y los juicios contra la institución.

Lo obrado con Verón es ilustrativo de estos negocios sucios: una compra por un valor de 750 mil dólares que la Justicia extendió a casi 7 millones de dólares, con la complicidad de una directiva que “renunció” a las audiencias de la causa, y que esconde una transferencia de recursos del club hacia bolsillos “poco claros”. Lo juicios que la actual directiva “anuncia” contra el moyanismo son tan solo una pantalla, ya que estos encumbran a dirigentes reconvertidos (Daniel Seoane, Carlos Montaña, Adrián Espósito, etc.).

Privatistas contra el club

Lo que vale rescatar de todo este proceso es el respaldo de la afición del Rojo al club en tiempos de “vacas flacas” y estafas. Según dato de la actual directiva, el Rojo tuvo unas 12.300 nuevas altas de socios a principio de año –ubicándose tercero en socios, por detrás de Boca y River, con una masa societaria de 115.000 personas -, el estadio luce colmado en cada presentación de local y las ventas de camisetas oficiales se encuentran segundas entre los equipos de la liga local.

Estos ingresos, más contratos de sponsors y otras inversiones en el club, que según los medios ascienden a alrededor de 3,8 millones de dólares para todo el año no fueron suficientes para hacer frente a la crisis, con una deuda que se estima en más de 20 millones de dólares y gastos corrientes que atender. Las inversiones de Doman y compañía no se efectivizaron, aunque estos dicen que no conocían el total de la deuda, lo cual resulta falso por la integración de su armado con elementos del moyanismo.

Esta situación dio lugar a que el reconocido impulsor de campañas solidarias, Santiago Maratea, se ofreciera a gestionar una colecta para rescatar al club de la bancarrota virtual –la Ley de Entidades Deportivas con Dificultades Económicas impide que se pueda presentar la quiebra, aunque faculta a la Justicia para intervenir el club-, con la salvedad de que se gestione con independencia de las autoridades del CAI.

Grindetti y compañía van por un carril similar ofreciendo la idea de un fideicomiso constituido por el aporte de los socios –más allá del que ya realizan- e hincas y el ingreso, nuevamente, de capitales privados. Las inversiones privadas supone solo un mayor endeudamiento, y la apropiación de las finanzas y el patrimonio del club por parte de los capitalistas.

Como la historia argentina bien conoce, las “situaciones de crisis” son una oportunidad para los capitales privados de aumentar su injerencia y control del patrimonio colectivo. Algo que comienza con “algo simple” como el llamado “naming right”, de cuyo último exponente es el Más Monumental, y que luego progresa con la obtención de espacios publicitarios, concesiones, espacios físicos, sponsor, marketing, ventas, etc. Sería paradójico  (y nefasto) que el “Libertadores de América” termine llevando el nombre de alguna multinacional imperialista.

La desconfianza en las dirigencias de los clubes es una constante de todos los hinchas y socios, del equipo que sea. Ocurre en otros clubes “grandes”, como San Lorenzo donde a pesar de los buenos resultados la directiva “pseudorenunciada” es abucheada en cada oportunidad posible. Por la magnitud de los negocios y desfalcos, las gestiones mantienen una política de “transparencia cero” y funcionamiento a libro cerrado, que no se condice con las características de una asociación civil deportiva.

Por lo lejos también circulan las versiones de un gerenciamiento privado del club, al estilo de lo sucedido con Racing en el pasado, lo que implicaría otro antecedente negativo para el conjunto de los clubes argentinos que lidian y padecen las gestiones privatistas de los políticos y jetones capitalistas.

Por lo pronto, socios e hinchas se encuentran movilizados y atentos a cada avance de la situación, presentes en cada uno de los encuentros locales y acortando la cuerda sobre el cuello de una dirigencia cada vez más agotada.

La crisis de Independiente solo tiene salida con la propia organización de los hinchas y socios y la expulsión de los privatistas y gestores de las patronales y negocios turbios, con una auditoría independiente de todos sus negocios y desfalco y la condena de los vaciadores y su patrimonio. Una tarea necesaria para recuperar el fútbol para los trabajadores y sus familias.

*Artículo elaborado con la colaboración de hinchas y socios del Club Atlético Independiente.

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