Sociedad

7/8/2014|1326

Julio Grondona

EXCLUSIVO DE INTERNET



Ríos de tinta se han escrito y se van a escribir sobre los años de su actuación. Grondona fue presidente de Arsenal durante veinte años, presidió también Independiente tres años y 35 en la AFA. Su meteórica carrera culminó llegando a la vicepresidencia de la Fifa.

La llegada de Julio Grondona a la presidencia de la AFA fue de la mano del almirante Carlos Lacoste en los años de plomo de la dictadura militar. De esa época son las fotos que se sacó con Videla, en los actos de celebración del Campeonato Mundial del ’78.

Grondona fue el Lorenzo Miguel del fútbol argentino. Murió en el poder merced a la modificación de los estatutos de la AFA que permitieron, como en la Fifa, la reelección indefinida y la elección indirecta del presidente -mediante un aceitado sistema de voto calificado de las distintas categorías de la AFA.

Durante los 35 años de su mandato se asoció con todos los gobiernos. Cuando el derrumbe económico y social del fútbol argentino se hizo insostenible, bajo el kirchnerismo, debió aceptar la mayor injerencia del Estado de todos los años de su gestión.

Con el llamado “Fútbol para todos”, el Estado asumió el control económico de la AFA en una suerte de Repro para un fútbol en “recurso preventivo de crisis”. Fue la salida que encontró Grondona para que el gobierno,a cambio de una escandalosa propaganda oficial, saliera en salvataje de los clubes quebrados en la Argentina, que aún hoy tienen una deuda de 3.000 millones de pesos con la AFA.

Grondona murió dejando a los clubes con esa hipoteca ilevantable. Deja también a una AFA pobre y a un fútbol vaciado de público.

Es probable que nunca se terminen de conocer sus negocios y las empresas. Su “ferretería” de Avellaneda mantuvo las formalidades. Los periodistas que siguieron la pista de sus negocios hablan de compañías internacionales de publicidad. También se sabe que fue parte de El Surco -la aseguradora de todos los clubes de fútbol federados en la Argentina-, de compañías de construcción y muchas más.

Grondona, un confeso antisemita, nunca permitió árbitros judíos en la AFA y hasta armó un sindicato de árbitros oficialistas. Manejó como nadie las necesidades económicas de los clubes, administrando los préstamos que les daba la AFA, cerrando la puerta a todos los opositores. Convivió con las barras bravas hasta el último día de su vida. No es casual que, por su manejo del poder, lo hayan llamado “El padrino”.

No habrá democratización del fútbol después de Grondona. Ninguno de los clubes va a apelar a la Justicia por sus deudas o por cualquier injusticia cometida por la dirección de la AFA (la Fifa desafilia a quienes lo intenten, tiene su propia ley). Tampoco cambiará el estatuto de la AFA para permitir una elección directa: en octubre, el sucesor será elegido por el mismo método indirecto, entre dos o tres postulantes, presidentes de clubes de Primera A (la Fifa acaba de ratificar la reelección indefinida de su propio presidente, por 200 votos contra… 2).

Ahora se viene una pelea política por el poder en la que intervendrán los burócratas sindicales, hoy dueños de muchos clubes, el macrismo -que así como utilizó a Boca como plataforma política, puede querer utilizar la AFA-, los peronistas post-kirchnerismo como Sergio Massa y hasta el inefable Aníbal Fernández.

La elección del nuevo cacique de AFA intentará reproducir, no una democratización del fútbol, sino un nuevo Julio Grondona. El fútbol y los trabajadores necesitan otra cosa.

Juan Ferro