Sociedad

5/12/2023

La crisis en OpenAI y la monetarización de la Inteligencia Artificial

Microsoft, Google, Amazon y otros grandes capitalistas compiten por dominar el sector.

OpenAI.

La empresa OpenAI, responsable de la creación de ChatGPT y líder en el desarrollo de Inteligencia Artificial Generativa, acaba de transitar una turbulenta crisis, con la eyección y posterior regreso de uno de sus fundadores y principal líder del proyecto Sam Altman. El trasfondo de estos movimientos es la acelerada monetarización de una empresa creada sin fines de lucro, en medio de una competencia despiadada por el control del sector en ascenso.

El telón de fondo de los llamativos movimientos en la cima de la empresa es la política de capitalización de la empresa que, en los días previos a la salida de Altman, buscaba triplicar el valor de OpenAI ascendiendo a una valuación proyectada de 90.000 millones dólares, con la venta de la participación accionaria de los empleados a inversores externos.

La acelerada mutación de la empresa hacia vínculos cada vez más estrechos con grandes capitalistas, luego de la ampliación del financiamiento/padrinazgo de Microsoft que pasó de su inversión inicial de 1.000 millones de dólares a 10.000 millones, dio lugar a un golpe al interior del consejo de administración de la empresa.

Altman y su socio, también fundador, Greg Brockman fueron removidos de la empresa por un frente conformado por el tercer cofundador, Ilya Sutskever, y los otros tres miembros del consejo (Adam D’Angelo, Tasha McCauley y Helen Toner). El pretexto utilizado sería la desviación de Altman de los fines altruista de la empresa, cuyo objetivo es alcanzar el desarrollo de una Inteligencia Artificial General que supere a los seres humanos.

Las desavenencias de este tipo no son novedosas en OpenAI ni en la industria en repentino crecimiento. Iguales motivos de la crisis actual llevaron a los hermanos Daniela y Dario Amodei a abandonar Open AI luego del acuerdo entre Altman y Microsoft, para formar su propia empresa, Anthropic, junto a otros empleados de la firma. Pero los límites en el financiamiento “altruista” del proyecto dieron lugar al arribo de inversiones de Google y Amazon.

Algo similar ocurrió en los inicios de OpenAI, cuando la empresa fundada con colaboración del empresario Elon Musk pretendía financiarse solo con donaciones por un total de 1.000 millones de dólares. Musk se retiró de la empresa en 2018 ante la negativa de Altman a emplear la IA de la empresa en los proyectos de la automotriz Tesla. Y tras el fracaso en el financiamiento independiente terminó asociándose con Microsoft.

Por su parte, Microsoft fue rodeando y condicionando a OpenAI con su financiamiento. La empresa de Bill Gates financia el santo grial de la Inteligencia Artificial General para obtener a cambio algo más plausible en el corto plazo: licencias de propiedad intelectual y comercialización de desarrollos específicos de Open AI.

La salida de Altman duró escasos cinco días ante lo que amenazaba ser un derrumbe completo de la compañía, en un golpe orquestado por Microsoft y los inversores privados, quienes además de darle empleo a Altman sumaron la adhesión de más del 90% de la nómina de empleados, quienes amenazaron con retirarse de OpenAI detrás de los pasos del líder depuesto.

Cabe destacar que los empleados, al ser partícipes del capital accionario, se encontraban entre los primeros damnificados económicos de la expulsión de Altman y el derrumbe del valor de la compañía. Muchos de estos empleados han liquidado sus acciones para poder abrir sus propios proyectos privados en la industria.

El contragolpe fue tal que Microsoft “habilitó” la vuelta de Altman a OpenAI, pudiendo haber conservado al líder del proyecto fundando una nueva empresa con todos los recursos en fuga. Sin embargo, la derrota de la competencia afianzó aún más el control privado de Microsoft sobre los desarrollos de OpenAI.

La crisis de OpenAI pone de manifiesto que no existe un lugar para las posiciones independientes en el marco del mercado capitalista por el dominio de la IA. Quienes denuncian las desviaciones privatistas terminan asociándose con capitales similares que alegan una filosofía más mesurada con el solo fin de ponerse en carrera por el dominio de la IA y sus réditos económicos.

No se trata de posiciones más o menos altruistas, ni de más o menos regulaciones en el marco de las relaciones sociales de producción capitalistas: todas ellas conducen a la barbarie y la catástrofe social. Solo una sociedad sobre nuevas bases podrá dar lugar a un desarrollo pleno de la Inteligencia Artificial para el goce y provecho el conjunto de la humanidad.

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