Lejos de mitigar la inflación, las medidas del nuevo gobierno la agravarán, particularmente en el rubro alimentos. Los más perjudicados serán los sectores populares, los cuales destinan la mayor parte de sus ingresos en comprar comida. El horizonte es de más indigencia e inseguridad alimentaria en el país.

Por un lado, Luis Caputo anunció una devaluación de la moneda y se prevé la eliminación de los cupos para exportar que tienen la carne, el trigo y el girasol; lo que supone mayores beneficios al complejo agroexportador con la contrapartida de alimentos más caros en el mercado interno.

El precio de los alimentos ya venía en alza debido al dominio capitalista de su producción y los beneficios constantes al agronegocio por parte del gobierno peronista, como el dólar diferencial y la quita de retenciones a las economías regionales. Tras el balotaje, vinieron las remarcaciones por parte de las empresas alimentarias en pos de cubrirse frente a una eventual suba del dólar, constituyendo un severo golpe al bolsillo de las mayorías. Ahora bien, lo peor está por venir.

A su vez, el fin de Precios Justos se traduce en aumentos del 20/25% en aquellos productos del supermercado que estaban incluidos en el control estatal. También se esperan subas de hasta el 180% en el aceite, los fideos, la harina y los panificados, cuyos precios eran subsidiados por fideicomisos que ya no existen más.

Mientras el panorama es lapidario para los ingresos de la población trabajadora, el capital agrario y los pulpos de la alimentación multiplicarán su ya abundante fortuna, demostrando que en la gestión de Javier Milei sí habrá plata, y mucha, pero concentrada en un puñado de monopolios.

Saldrá ganando principalmente el pequeño grupo de empresas que acapara el 80% de las ventas de alimentos en los supermercados. Estas son Coca Cola, Pepsico, Mastellone, Danone, Quilmes, las aceiteras Bunge y AGD, Molinos Río de la Plata, los ingenios Ledesma y El Tabacal, Bagley, Las Marías, entre otras (Letra P, 3/9).

En contraste, crecerá el hambre en los barrios pobres a lo largo y ancho del territorio nacional, evidenciando que la única libertad que garantiza Milei es la de los capitalistas para aumentar su margen de ganancias a costa del pueblo.

La movilización del 20 de diciembre, convocada por la Unidad Piquetera y el sindicalismo combativo, es una instancia fundamental en función de enfrentar esta ofensiva y defender nuestros ingresos. Para que el gobierno y las patronales no nos saquen el pan de la mesa tenemos que ganar las calles.

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