Sociedad

1/10/2009|1102

“La informática permite una vigilancia totalitaria como nunca hubo”

Richard Stallman, pionero del software libre

Las jornadas Wikimanía 2009, realizadas durante los últimos días de agosto en Buenos Aires (donde funciona uno de los grupos de colaboradores más fuertes de la enciclopedia virtual Wikipedia, razón por la cual la ciudad fue elegida como sede de este encuentro mundial), tuvo un invitado clave: Richard Stellman, pionero del movimiento de software libre.

Creador (impulsor, mejor dicho) del sistema operativo abierto Linux –entre otros aportes de máxima relevancia, con millones de usuarios–, Stallman aprovechó su estadía para continuar su batalla contra el software “privativo”, que reserva para los propietarios del copyright derechos de uso, modificación y distribución, prohibiendo a sus usuarios –sobre todo– la adaptación de los programas informáticos a sus necesidades y bloqueando así la programación independiente. La propuesta del software libre, por el contrario, propone un sistema abierto de programación por medio del cual cualquier programador puede tomar de base un software y modificarlo a su gusto y según sus necesidades, y además poner sus aportes a disposición de la comunidad, para que otros puedan aprovechar esta producción de conocimiento que –de esta manera– se torna abierta y compartida, además de gratuita.

El principal enemigo de Stallman es, sin dudas, Microsoft y su sistema insignia, Windows, paradigmas del software privativo, que él propone combatir desde el sistema educativo como principal campo de disputa. “La mayoría de las escuelas enseñan a base de sistemas privativos. Eso sucede en la Argentina, que usa mucho el Windows. Y la alfabetización digital con Windows hace daño. Sembrar dependencia y colonización va en contra de la misión de la escuela”, declaró durante su visita (revista Ñ, 29/8). “Yo pienso que la escuela debe borrar Windows de las computadoras –agregó. La presencia del software privativo en las escuelas debe estar prohibida, porque va en contra del espíritu de la educación. El software privativo es conocimiento denegado, secreto. Y la escuela es un lugar para compartir conocimiento”.

Como panelista estrella del encuentro mundial de Wikipedia, Stallman intervino con determinación en un debate caliente, referido, esencialmente, al control de la información que Wikipedia publica, y a un reciente incidente por el cual un portal de izquierda, Rebelion.org, fue colocado en la lista “negra” de Wikipedia, entre las páginas calificadas como “spam”. “Al revisar los argumentos ‘oficiales’ (para justificar la exclusión de Rebelion.org) leo que se califica a esta gente de ‘no ser neutral ni verificable’. ¿Acaso es menos neutral y menos verificable que Foxnews.com? En absoluto. Tampoco es justo haber puesto a Rebelion en esa lista sólo porque alguien haya empezado a meter links que conducían a esa dirección”, enfatizó, en referencia a la excusa esgrimida para la exclusión: que “alguien” había plantado de manera indiscriminada links a Rebelión (lo que sería una práctica de autopromoción desleal). Lo cierto es que detrás de esta acusación (que luego tomó ribetes de persecución) se encuentra el inevitable debate sobre el control de quién escribe en Wikipedia y quién tiene vedado hacerlo, y la legitimidad de las fuentes que intervienen en la elaboración de esta enciclopedia virtual, que incluso ha sufrido (y seguramente esto continúa) el bombardeo “informativo” de los servicios de la CIA: hace un par de años se detectó que una gran cantidad de artículos y otros “aportes” provenía de computadoras ubicadas en edificios de la propia Agencia, lo que obligó a un intenso trabajo para la detección y el bloqueo de estas fuentes “contaminantes”.

Nuevas tecnologías, nuevos conflictos

En su visita a la Argentina, Stallman se refirió también a un conflicto emblemático de los abusos de las empresas que producen ciertos productos informáticos. Se trata, particularmente, del soporte digital de libros electrónicos (e-book) Kindle, de la librería digital Amazon, que se comercializó con una serie de obras incluidas, entre ellas la novela 1984 y otros escritos del escritor George Orwell. Tras suscitarse un conflicto sobre los derechos de autor de esas obras, Amazon optó, simplemente, por borrarlas de los dispositivos de lectura de Kindle, con lo cual de un momento a otro los usuarios no sólo se encontraron sin esos libros, sino que además se les borraron todas las anotaciones que hubiesen escrito sobre ellos en el Kindle.

Resultó inquietante, además, esa demostración del control que la empresa puede ejercer sobre un dispositivo, de manera remota. “La informática permite una vigilancia totalitaria como nunca hubo”, opinó Stallman (Ñ, 29/8). La periodista Patricia Kolesnikov (también en revista Ñ, pero de hace unas semanas atrás) describió la situación como si alguien hubiera metido la mano en las bibliotecas de esos usuarios y hubiera sustraído esos libros, en una certera caracterización de esta violación de la intimidad y los derechos a la privacidad de los usuarios del libro electrónico, que promete tantas novedades como nuevos conflictos.